El Frente de Todos ha lanzado recientemente un spot publicitario con la llamada “campaña del Sí”, donde entre otras cosas se dice: “Sí a la educación pública” (cuando el Gobierno mantuvo más de un año y medio las escuelas cerradas y todavía en alguna de ellas los alumnos asisten esporádicamente); “Sí a escucharnos” (cuando si hay algo que caracteriza al Gobierno es no escuchar a quienes pensamos distinto); “Sí a bajar la inflación y recuperar el trabajo” (cuando tenemos cerca del 50% de inflación y por su mal manejo de la pandemia se perdieron miles de puestos de trabajo); “Sí, bebé” (cuando fueron los que impulsaron la ley del aborto). Y podríamos seguir con la sarta de mentiras que se dicen en este spot que, según trascendió, fue guionado por un catalán, que se ve que no vive en la Argentina.
Pero se supone que este debe ser un comentario para una sección de campo y veremos que en este ámbito la mentira continúa y la campaña del sí es, en realidad, también un no. No a liberar totalmente los cupos de exportación a la carne y no a dejar que se exporte libremente el maíz.
Analicemos lo que se dijo y lo que después hizo el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca o quien le da las órdenes. En una reunión con gobernadores y representantes de la Mesa de Enlace, celebrada el 28 de septiembre pasado, para hablar del levantamiento de los cupos a la exportaciones de carne, el ministro en un acta labrada al término de la misma “se comprometió a autorizar la exportación de las categorías tipificadas como vaca conserva o manufactura D y E, hasta liquidar el stock al 31 de diciembre”, pero finalmente no cumplió con lo acordado, ya que lo hizo estableciendo un cupo equivalente a sólo 140.000 vacas, según la resolución 219/21 del 12 del actual (que representarían aproximadamente 15.000 toneladas sin hueso). Por lo tanto, más que un sí, fue un no disfrazado.
Conclusión, la “administración inteligente” (a la que se ha referido en varias oportunidades el señor Domínguez) corre el riesgo de que los stocks acumulados en cámaras frigoríficas de carne de vaca conserva a la fecha, más el de las vacas a faenar en los dos meses y medio que restan hasta fin de año, que podrían destinarse en su totalidad al mercado de China a un valor más que interesante, pierdan buena parte de dicho valor.
De esta manera se estaría generando un “costo de oportunidad” para el país en aras de, supuestamente, defender la “mesa de los argentinos” afectada por una inflación galopante que no proviene precisamente del aumento del precio de la carne, sino de la fuerte emisión monetaria, alimentada aún más por el “plan platita” instrumentado con fines electorales. Esto lo menciono, aunque no sé si el “costo de oportunidad” es tenido en cuenta por los inteligentes.
El caso del maíz
La segunda medida es lo ocurrido con el maíz, a través de una comunicación al sector exportador del día 11 de octubre, en la que se dice que “habiéndose alcanzado el saldo exportable de la cosecha de maíz 2020/21 y en cumplimiento de instrucciones recibidas de la Superioridad”, sólo se aceptarán para su registro Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) del régimen a 30 días, siempre que las mismas se correspondan con operaciones debidamente respaldadas con sus compras físicas y con barcos nominados con fecha estimada de arribo.
El ministro en declaraciones realizadas habla del récord histórico alcanzado con las 38,5 millones de toneladas declaradas para la exportación de maíz de la campaña 2020/21 (aunque todavía no se ha materializado); dice que de ninguna manera se está limitando el registro de exportación ya que se pueden registrar libremente exportaciones de maíz de la campaña venidera y afirma que la medida no afectará los precios futuros de los granos. El ministro vuelve a falsear la realidad de las cosas y recurrir a la “administración inteligente” sin considerar los costos de oportunidad resultantes. En primer lugar cabría preguntar: ¿quién, cómo y por qué determina que se ha alcanzado el “saldo exportable”?
Un Gobierno que supuestamente acaba de lanzar en Casa de Gobierno con bombos y platillos un proyecto de Ley de “Régimen de Fomento al Desarrollo Agroindustrial Federal, Inclusivo, Sustentable y Exportador”, jamás podría hablar de “saldo exportable” como si fuese algo que nos sobra y que por eso lo exportamos, sino que la exportación debería ser considerada como herramienta fundamental para el enriquecimiento del país, el desarrollo, la generación de empleo, etc… Es decir, como uno de los principales recursos y potencialidades del país.
Si los “inteligentes” toman la medida para evitar el desabastecimiento interno y, nuevamente, resguardar la “mesa de los argentinos”, deberían “hacer memoria inteligente” de lo sucedido en el pasado. Cuando tomaron este tipo de medidas durante el gobierno de la señora Cristina Fernández de Kirchner, cayó la producción de carne, de trigo y de maíz (cuando todavía no eran considerados bienes culturales) y durante el período 2015-2019, sin ninguna regulación ni limitación de “saldos exportables”, porque no existía el temor al desabastecimiento, y con una baja de los impuestos de exportación, creció la producción de carne, de trigo y de maíz.
Por otra parte, decir que la medida no afectará los precios es desconocer el proceso de formación de los precios futuros. Si hoy los exportadores no van a poder registrar ventas de maíz de la campaña 2020/21 para embarques más allá de los 30 días, se está rompiendo un eslabón en el proceso de formación de precios de mercado que son en definitiva los que le dan previsibilidad al productor en la toma de decisiones de producción en base a los márgenes de rentabilidad. Pero esto se verá con el correr de los días. Me pregunto, si por esta medida se dejan de exportar 2 o 3 millones de maíz de la presente campaña y los precios internacionales caen 20 o 30 dólares de acá a la nueva cosecha, ¿quién se hará responsable del costo de oportunidad? ¿Serán los administradores inteligentes o le echarán la culpa a la cultura y a sus bienes?
El autor fue subsecretario de Mercados Agropecuarios
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