Después del oleaginoso, el del maíz es el segundo complejo exportador del país en importancia por las divisas que genera, de acuerdo con las cifras del Indec. El dato representa uno de los tantos que puede reflejar una cadena que va desde el grano hasta su transformación en proteínas animales, combustible o productos industriales, como bioplásticos. Y, pese a las crecientes dificultades económicas y los vaivenes políticos, la Argentina se encuentra entre los países líderes del maíz, aunque no es el que más lo produce ni el que más lo exporta.
Esa realidad se vio reflejada el miércoles pasado en el Congreso Maizar 2024, que se realizó en Buenos Aires.
Aunque hace menos de seis meses la Argentina comenzó con un giro político de enorme magnitud, en el encuentro de la entidad que agrupa a exportadores, productores, acopiadores, industriales y protagonistas de la comercialización se reiteraron pedidos que se escucharon en los últimos años: la necesidad de contar con reglas claras y estables para aprovechar todo el potencial productivo que tiene el país.
Es evidente que el gobierno de Javier Milei dejó atrás la política de intervención mediante cupos de exportación que aplicó la administración de Alberto Fernández y Sergio Massa, lo que contribuyó a despejar en gran medida el riesgo político que enfrentaba el cultivo. Sin embargo, todavía persisten dificultades macroeconómicas que impiden jugar en una cancha nivelada como la que tienen los competidores de la Argentina, como Brasil o Estados Unidos.
Los derechos de exportación del 12%, que el actual Gobierno intentó llevar a 15%, y la persistencia del cepo al dólar son, entre otros, los desequilibrios que afectan a la cadena. En el equipo del ministro de Economía, Luis Caputo, lo reconocen. En el cierre del Congreso, Federico Furiase, uno de los principales asesores del jefe del Palacio de Hacienda, se refirió a la “hoja de ruta” que sigue el Gobierno hasta llegar a la baja de impuestos y salir del cepo. Básicamente, explicó que tienen que darse ciertas condiciones básicas: el ajuste fiscal, el saneamiento del Banco Central y la quita de pesos excedentes de la economía. Destacó que en todos esos frentes hay avances positivos, pero que todavía “hay riesgos”. El funcionario sostuvo que el cumplimiento de esas condiciones permitirá la baja de impuestos. Además, defendió la política cambiaria frente a los cuestionamientos de quienes se refieren a un atraso de la cotización del dólar. “Esperen más de lo mismo”, dijo Furiase respecto de quienes especulan con la posibilidad de que haya una devaluación del tipo de cambio oficial.
El asesor de Caputo reiteró: “no vamos entrar en el loop de la devaluación que siempre tuvo la Argentina” y sostuvo que “una devaluación es generar más inflación”.
Pero Furiase escuchó críticas, como las de un asistente que planteó que los productores no solo enfrentan la inflación en pesos, sino también en dólares y que los números del próximo ciclo agrícola están más que ajustados. Otro productor, que expresó su apoyo al cambio iniciado en diciembre, pidió que haya un gesto por parte del Gobierno. El funcionario tomó nota.
Más allá del reconocimiento a las dificultades de la macroeconomía, el agro no logra convencer a quienes deciden las políticas económicas que una baja de impuestos como los derechos de exportación puede tener una compensación en los ingresos fiscales por la multiplicación de la actividad económica. En otras palabras, lo que se dejaría de paga en retenciones, se pagaría en Ganancias o IVA, por ejemplo. Claro, como se sabe, desde el punto de vista de quien recauda, es más sencillo cobrar un tributo a una veintena de exportadores que a miles de productores. Pero la distorsión perjudica al eslabón más débil de la cadena: el productor.
Pese a las dificultades del escenario económico, la Argentina tiene enormes posibilidades de crecer con el maíz. La más cercana es la inminente apertura del mercado chino. El gigante asiático se transformó en los últimos años en importador neto con unas 20 millones de toneladas anuales y tiene a Brasil como principal abastecedor. El secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, comenzó con un viaje a China para destrabar los últimos escollos de certificados para que aprueben las autoridades sanitarias y se concreten los primeros embarques. Es una ventana de oportunidad que se abre, además de otras potenciales, que no se debería desaprovechar. Pese al impacto de la chicharrita, la cadena maicera está lista para dar un nuevo salto productivo.