La cadena láctea se encuentra otra vez en un laberinto con una salida poco clara. Mientras los tambos promedio tienen desde hace dos meses una rentabilidad negativa, la industria está atenazada por la política de precios máximos y cuidados que fija el Gobierno y por la presión impositiva, con los Derechos de Exportación (DEX) como punta de lanza.
"Cada año y medio tenemos una crisis de rentabilidad", dice Andrea Passerini, coordinadora de la Comisión de Lechería de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap).
Los números en rojo para los tambos se explican por las subas de los precios de los granos desde agosto hasta la actualidad. Según un informe de la Fundación para la promoción y el desarrollo de la cadena láctea argentina (Funpel), con datos de la Ocla, la relación insumo-producto (cuantos kilos de maíz o soja se pueden comprar con un litro de leche) está por debajo del promedio de los últimos cinco años. En maíz, está en 1,34, cuando el promedio del quinquenio fue 2,11, en tanto que en soja es de 0,76, y el promedio fue 1,18.
A su vez la rentabilidad promedio fue -0,2% en septiembre y -1,2% en octubre, tras nueve meses de rentabilidad positiva. "La vaca come en dólares y vende la leche en pesos", recuerda Passerini.
Por otra parte, la industria tiene que enfrentar la política de precios controlados por parte del Gobierno y una elevada presión impositiva. De hecho, la mayoría de los productos lácteos tuvieron un incremento al consumidor menor respecto de la suba del resto de los alimentos: casi diez puntos porcentuales. A su vez, la recesión de la economía, agravada por la pandemia, provocó una caída del consumo interno de 0,5% entre enero y octubre pasado, respecto de igual período de 2019.
En este escenario, hubo algunos datos positivos, como las exportaciones. En los primeros diez meses del año se incrementaron en cantidad 31,4% respecto de igual período de 2019 y aumentaron en valor 31,9%, con unos 916 millones de dólares. Esto hizo que la industria tuviera un alivio frente al corset del mercado interno, pero para los tamberos esa mejora no se tradujo en un aumento del precio que perciben. "Esta es una cuestión estructural que debemos resolver en la cadena", dice Passerini.
El informe de Funpel, en tanto, destaca que "los precios máximos, más los precios cuidados se llevaron todo lo que les faltó a la industria y a la exportación".
Aun así, el escenario externo no es negativo: el pecio internacional de la leche en polvo está en US$3200 la tonelada, pero el Estado le aplica DEX por 9% para la leche en polvo y 5% para quesos. Las entidades de la industria y de la producción esperaban que el Gobierno se decidiera a readecuar los DEX, pero en los últimos días se encendieron las luces de alarma con las declaraciones del ministro de Producción bonaerense, Augusto Costa, respecto de la necesidad de desacoplar los precios internos de los externos. Se sabe que, hasta ahora, no hubo fórmulas exitosas para lograr ese objetivo. Desde el tope de precios máximos para exportar, impuesto en el gobierno de Néstor Kirchner, o las "compensaciones" en el primer mandato de Cristina Kirchner, pasando por la suba de los DEX, no hubo ejemplos de políticas virtuosas.
"Hace 20 años que producimos lo mismo (alrededor de 11.000 millones de litros por año), mientras en ese mismo período otros países de la región, como Brasil o Uruguay, duplicaron su producción", recuerda Passerini.
Este cuadro se complica por la situación del clima, con dos meses con lluvias por debajo del promedio que, para los tamberos, significaron el adelantamiento del verano, época signada por el estrés calórico. También , por las dificultades de financiamiento en los canales crediticios formales. La venta de vacas de rechazo por la alta demanda de carne a China tiene un límite, advierten quienes conocen el negocio.
Este escenario difícil, de no corregirse, puede afectar especialmente a los tambos chicos y familiares, advierte la coordinadora de la Comisión de Lechería de CRA. Es aproximadamente el 75% de los tambos, responsable del 35% de la producción. Otra vez, el riesgo de la concentración está presente.
Frente a un probable rebote económico para 2021, tras la fuerte caída de este año, las perspectivas de la cadena láctea podrían mejorar. Sin embargo, el Gobierno enfrenta el desafío de alcanzar soluciones diferentes a las del pasado que terminaron afectando a todos los eslabones y encontrar una salida común que beneficie a todas las partes. Una de esas ventanas está en el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) donde confluyen las entidades de la industria y de la producción.
Será cuestión de encontrarle una salida virtuosa al laberinto lácteo y no encerrarse.
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