En la zona agrícola núcleo, varias regiones recibieron el alivio de las lluvias y podrán sembrar trigo; otras, como el sudeste cordobés, no tuvieron una recarga suficiente
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Hoy, cuando se recorre gran parte de la zona núcleo, los estados de ánimo de los productores son disímiles. Si bien casi la totalidad de la región más productiva del país fue afectada, el impacto sobre los actores fue asimilado de diferentes formas al finalizar la campaña. Por ejemplo, no se encuentra de la misma manera el productor en campo alquilado que estaba jugando la revancha endeudado de una segunda campaña mala, que el productor en campo propio que viene de tener 10 campañas de regulares a buenas.
Estas diferencias son las que marcan un gran porcentaje de escenarios complejos si tenemos en cuenta que más del 60% del área sembrada en esta región es arrendada, con lo cual la sensación de desazón y preocupación es casi la reinante cuando se intercambia con los productores.
La sensación de alerta está en ese grupo de productores que ven en el trigo la oportunidad de empezar a cambiar la historia antes de abril. Es verdad que, si los resultados del trigo son buenos, representan un gran alivio financiero antes de fin de año en una zona donde predominan los cultivos de gruesa.
Ahora también sabemos que si la cosecha fina sale mal no es la mejor manera de empezar “la revancha”. Hoy, dependiendo del paquete tecnológico con el cual implantemos el trigo y la habilidad comercial en las compras, el rendimiento de indiferencia está entre 28 y 32 quintales por hectárea tomando el precio de diciembre 2023.
La cuenta se complica un poco más cuando le agregamos alquiler a la apuesta, entonces la indiferencia necesaria para “salir hechos” eleva bastante la vara. En un ejemplo clásico de la zona donde se pague 18 quintales por hectárea por año de alquiler, si le asignamos al trigo el 50% del costo del alquiler, ya que ocupa ese porcentaje del año la tierra, la indiferencia asciende a 40 ó 44 quintales de trigo por hectárea.
Hoy por suerte se están registrando lluvias importantes en varias zonas del sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires que en algunos casos contribuirán en la recarga de los perfiles edáficos, condición sine qua non para la implantación de un cultivo que va a transitar todo su crecimiento y desarrollo en zonas donde las precipitaciones invernales son nulas o escasas.
Sin embargo, hay numerosas localidades de la zona núcleo donde las lluvias le fueron esquivas y no hubo ni siquiera recarga pos Niña. Como es el caso del sudeste cordobés, en los departamentos Marcos Juárez y Unión, donde el área de trigo va a disminuir considerablemente. Debido principalmente por no tener reservas justamente en una región donde las lluvias invernales son casi inexistentes.
En lo que a gruesa se refiere, los márgenes brutos presupuestados de soja y maíz vuelven a ser favorables para el maíz, pero con una brecha menor a la de las campañas anteriores. Ahora cuando lo analizamos desde la renta (cuánto se lleva en función de la que se invierte), que es el indicador más adecuado a la hora de asesorar empresas que alquilan la tierra, la soja vuelve a ser la más rentable ampliando la brecha respecto de campañas anteriores principalmente por su menor costo de implantación.
El autor es técnico del INTA Marcos Juárez
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