La alimentación de los caballos del Regimiento de Granaderos era muy importante y San Martín ordenaba la ración diaria que debían tener. Consistía en 3 kg de cebada en grano, una tipa (bolsa de cuero) de paja y un real de pasto verde. Los cuarteles estaban bien provistos de fanegas de maíz, cebada, cuartilla de afrecho, paja y pasto. A los animales se los higienizaba diariamente.
Los granaderos estaban provistos de rasqueta y cepillos de cerdas fuertes. Todas estas acciones eran puntillosamente controladas y se hacían metódicamente todos los días a la misma hora. "Allí todo se manejaba por toques de cornetas, ni una voz se hacía para ninguno de estos actos? los animales estaban tan acostumbrados a esta exactitud que cuando se acercaba la hora, ellos mismos lo anunciaban, piafando, dando patadas y relinchos" así lo cuenta el doctor veterinario Gregorio Brejov. De esta manera el ganado se mantenía robusto. Por un tema de economía, solo una parte de los equinos permanecían en el cuartel, al resto se lo llevaba a una estancia en los pagos de Magdalena. Permanecían en pastoreos, bien cuidados y listos para partir, si se los necesitaba que estuviesen en dos horas en Retiro.
San Martín dijo que era imposible marchar sin las bestias herradas, so pena de quedar el ejército a pie y se ocupó para que cada compañía contara con su herrador, sus útiles y con un albéitar. La palabra proviene del árabe y este del griego compuesto de caballo y médico. Otra versión: el término hippiatrós tuvo su origen en Grecia y deriva al-bay´ar, que castellanizado en albéitar, pasó a designar al veterinario. El vaso del animal crece y se desgasta por eso es necesario frecuentemente herrarlos para su protección. En la época de los romanos se les colocaban una especie de sandalias. No se escatimaron clavos, herraduras ni limas de puntas romanas. Por entonces, el inglés Robert Jackson fue quien proveyó 7500 herraduras y 77.000 clavos. En diciembre de 1813, marcharon hacia el Perú, tres herradores que San Martín había solicitado. Eran esclavos libertos que habían comprado por 400 pesos, para el herraje de los caballos. Y fue bajo la condición que a los seis años de buen servicio, deberían quedar libres, gozando todo ese tiempo de gratificación de dos reales diarios. Para el cruce de los Andes, el herraje fue un tema importante a resolver. Se forjaron herraduras por millares. Se trabajaba día y noche en los talleres de las fábricas de armas de Buenos Aires y de Mendoza con la dirección de Fray Luis Beltrán.
El 18 de febrero de 1926, se creó la Fanfarria Militar "Alto Perú" en el Regimiento de Granaderos a Caballo. Es una organización musical que cuenta con instrumentos que se manejan con una sola mano, la izquierda se necesita para llevar las riendas de los animales. Hubo un caballo que quedó en la historia. Se llamó Chupete (1959/1992). pasó a retiro con el grado simbólico de Suboficial Principal. Después estuvo habilitado para circular libremente por el cuartel. Cuando oía los acordes de la Fanfarria que se aprestaba a partir para algún acto, salía raudamente a reunirse con la comitiva tomando su lugar de timbalero, sin jinete y lamentando que no era de la partida. Fue honorable y disciplinado como le gustaba a San Martín. En el lugar donde cayó para morir una placa lo recuerda así: "Aquí descansan los restos de? Chupete, último exponente de la raza Orloff, que prestara sus servicios en esta unidad durante 30 años interrumpidos de timbalero".
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