Además de los temas productivos, en Maizall, que integran Estados Unidos, Brasil y la Argentina, se abordan aspectos como las regulaciones y la conservación del ambiente
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“Nosotros no solo somos países diferentes, sino que somos competidores de un mismo mercado, pero compartimos muchos de los problemas y nos unimos para trabajar juntos sobre esos problemas”.
Esa fue la referencia que hizo Paulo Bertolini sobre la forma de trabajar que tienen en Maizall, entidad que preside. Se trata de una alianza de los tres principales productores de maíz del mundo, Estados Unidos, Brasil y Argentina, que se unieron con el objetivo de comunicar asuntos claves relacionados con la seguridad alimentaria, la biotecnología, la edición génica, la protección del ambiente y el comercio.
En el marco del XVI Congreso Maizar 2022, en el Goldencenter de la ciudad de Buenos Aires, Bertolini, que además es presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Maíz (Abramilho), dialogó con la prensa junto a Deb Keller, expresidenta del Consejo de Granos de los Estados Unidos (US Grains Council); Glauber Silveira, director ejecutivo de Abramilho, y Cary Sifferath, VP of the US Grains Council. Son las otras dos asociaciones que integran la alianza junto a la Asociación Maíz y Sorgo Argentino (Maizar).
Estos tres países son los responsables del 50% de la producción mundial y el 70% del comercio internacional del maíz.
En este contexto, Bertolini indicó que las dificultades que afrontan están principalmente vinculadas a regulaciones, que muchas veces no están basadas en ciencia, sino en “diferentes visiones del mundo” o cuestiones de “retórica” o “narrativa”.
Por esa razón, tienen diversas misiones para transmitir que toda vez que existe una regulación excesiva, sin base en la ciencia, se encarece el curso de la producción, perjudicando principalmente a las personas más pobres.
“Todo regulación y barrera comercial es muy dañina, principalmente para las poblaciones más pobres, y esa es nuestra misión. No sólo producir alimentos seguros, respetando el medio ambiente, sino también que sean económicos, para que puedan ser accesibles a otros países más pobres”, dijo. Destacó: “Cuanto más se atrase el proceso de renovación tecnológica, más impacto en el medio ambiente tenemos, menos productividad”.
En tanto, Silveira remarcó que cuando se hace referencia a las nuevas tecnologías no se habla solamente de transgénicos, sino también de biológicos. Se busca innovar con nuevos fertilizantes compuestos por otros minerales que pueden ser más baratos, productos para que se use menos nitrógeno, entre otros puntos.
Por otro lado, Bertolini dijo que la agricultura moderna va a exigir cada vez más la interacción de los agricultores con las personas que están en la ciudad, que no conocen lo que se hace y cómo se hace.
“Nosotros estamos interesados en la preservación del medio ambiente, en una agricultura moderna, con mayor productividad, utilizando menos insumos, generando menos emisiones y con una barrera comercial cada vez menor”, dijo.
Por su parte, Keller señaló: “La alianza ofrece acceso o ayuda a eliminar las barreras del comercio, las tecnologías que tenemos en estos momentos ya están antiguas, así que tenemos que empezar a planificar para el futuro y Maizall es una manera de hacer eso. Tira abajo las barreras de manera que los productores tengan más acceso a la tecnología moderna”.
“Tenemos que ver temas como la edición génica y lograr que se acepten antes de poder lanzarlos al mercado. Tenemos que estudiar cómo viene la aceptación. Como productora no puedo plantar un cultivo que no se va a aceptar a nivel internacional”, dijo.
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