El ex presidente de Carbap acusa a la agencia de recaudación provincial por su proceder con los inundados
Ante el crítico panorama por las inundaciones en la provincia de Buenos Aires y las dificultades que enfrentan los productores por la aplicación de las leyes de emergencia agropecuaria, el ex presidente de Carbap y abogado especializado en temas agropecuarios Juan Pedro Merbilhaa cree que "en muchos casos, el gobierno de la provincia de Buenos Aires aplica fuertemente las malas y hasta ilegitimas regulaciones que dejó la gestión anterior".
-¿Podría dar algunos ejemplos?
-La provincia de Buenos Aires tiene un régimen de emergencia basado en la ley 10.390, que declara al Poder Ejecutivo la autoridad de aplicación de la norma. A su vez, éste la delega en el Ministerio de Agroindustria bonaerense, por lo tanto aquello que ordena esa cartera luego lo aplican el Banco de la Provincia de Buenos Aires en lo crediticio y Arba en lo fiscal. Además, existe una ley de emergencia complementaria, la 12.368, según la cual cada vez que el Minagri declare la emergencia en 31 partidos, ARBA debe otorgar beneficios adicionales. Sin embargo, ARBA se hizo dueña de la regulación de la emergencia y anuló los beneficios de la ley 12.368; además está llevando a juicio de apremio a los productores que recibieron los paliativos de la ley, los está ejecutando y embargando, a los mismos productores que hoy, además, están de vuelta en emergencia. Lo mas grave es que el ministro Leonardo Sarquís mira para otro lado cuando es el responsable de que esa ley se cumpla. ARBA se hizo dueña de la ley y la declaró no vigente, no respetó la autoridad de aplicación, que es el Minagri, y está derogando una ley y anulando un propio acto con efectos de derogación. Además, el director de Arba no atiende a las gremiales.
-¿ARBA tomó esas atribuciones con este gobierno?
-Esto comenzó con Scioli, que siempre tuvo tironeos de financiamiento con la Nación, entonces ARBA, en ese momento conducido por Santiago Montoya, inventó postergar todo tipo de reconocimiento de los derechos de los contribuyentes. Si a un contribuyente le liquidaron mal, ARBA hace lugar al reclamo, pero el expediente duerme años; es una de las formas en que ARBA se financia. Lo mismo sucede al no reconocer la ley 12.368, al negar los beneficios que ARBA mismo otorgó.
-Usted es también muy crítico de la Autoridad del Agua (ADA).
-Sí. Es que en la provincia de Buenos Aires, respecto de la aplicación de las normas sobre el agua, tenemos una conducción bicéfala. Los técnicos están en Hidráulica, que depende del Ministerio de Infraestructura, y los burócratas están en ADA. ADA es un monstruo burocrático monumental localizado en lo que era antes el gremio de Obras Sanitarias. Hoy ADA reconoce 700 empleados, sin embargo el edifico está virtualmente vacío durante el día.
-¿Qué hay de cierto sobre incorporar un canon por el uso del agua a actividades del campo?
-Hace unas semanas hubo una reunión en Azul de la que participaron el titular de ADA, asociaciones de regantes y la Asociación de Semilleros (ASA). Si bien el Código de Aguas prevé el cobro del canon del agua, se había consensuado que no se iba a cobrar. Sin embargo, existen presiones aparentemente desde la industria -que ya paga el canon- para que el campo también lo pague. Pero, entre otras razones por las que no se debería cobrar, en el riego el Estado no es quien provee el servicio, tal como sucede en las casas particulares o en las fábricas. Cuando un productor tiene un equipo de riego, es de su propiedad, y el mismo se provee el servicio.
-¿Qué habría que hacer para mejorar el manejo del agua en la provincia?
-Hay que ponerse de acuerdo entre todos, asumir las responsabilidades y hacer las grandes obras de retención. La teoría de Florentino Ameghino sigue absolutamente vigente. Hay que retener en las cuencas altas, aguantándose un poco más la retención del agua para no perjudicar masivamente a las cuencas bajas. Todos tenemos que hacer un rosario de retenciones. Ahora, cuidado que lo que estamos haciendo es convertir todo en una sola cuenca. Porque a la cuenca del Salado le tiramos las aguas del noroeste de la provincia que no debieran llegar al Salado. Hay que preservar los suelos evitando que el agua avance en forma indiscriminada.