Según un informe de Agrocultura, en la Argentina hay plantadas casi 100.000 hectáreas con olivos donde la gran mayoría son para la obtención de aceite; las ventajas del producto
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En los extensos paisajes de la Argentina, un árbol de notable longevidad ha prosperado silenciosamente durante siglos. Su fruto versátil ha cautivado paladares y enriquecido la industria local. Es la olivicultura argentina.
Según un informe de Agrocultura, en el corazón de Europa, en la región de Puglia, Italia, se encuentra un olivo que ha desafiado al tiempo durante más de 3000 años. Este venerable árbol, apodado “Il Millenario”, se erige como el más antiguo del mundo, una verdadera reliquia viviente. Su tenacidad ejemplifica la naturaleza resiliente de los olivos, que a menudo superan varios siglos de vida y generaciones de cuidadores. En la provincia de La Rioja, en Aimogasta, se encuentra el ejemplar vivo más añoso del continente con más de 400 años y fue declarado “árbol histórico nacional” y que sigue dando aceitunas.
La versatilidad de la aceituna es un secreto bien guardado. De su pulpa y piel se extrae un aceite de sabor exquisito, que se ha convertido en un pilar de la dieta mediterránea. Pero su magia no termina ahí. La aceituna en sí misma es un tentempié delicioso y, adicionalmente, sus extractos se utilizan en la creación de cosméticos naturales y cremas hidratantes. “La apreciación global por esta pequeña joya gastronómica se traduce en un mercado en constante crecimiento”, destaca Agrocultura.
En la Argentina, la olivicultura abarca diversas prácticas de producción, cada una con su enfoque particular. Se producen con agricultura convencional y orgánica, además, en las últimas décadas, ha emergido la producción biodinámica, que busca armonizar la interacción entre la tierra, las plantas y los seres humanos. Esta diversidad de modos de producción convive en armonía pensando en mercados diferentes y ampliando la oferta de aceite, aceitunas y otros productos derivados. Todas las formas de producción se basan en el cuidado del ambiente, especialmente el recurso hídrico como base, y los suelos como sustento de la biodiversidad, señala el reporte.
De la Argentina al mundo
En el país, hay plantadas casi 100.000 hectáreas con olivos, donde la gran mayoría son para la obtención de aceite. Por cada litro de aceite, se necesitan de 4 a 5 kilos de aceitunas. Las provincias con más superficie en plantaciones son: Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza. También existen siembras en menor escala en Córdoba, Buenos Aires y la Patagonia. “Como en el caso del vino, existen diferentes calidades según la zona. Las características de la textura, el sabor y el olor varían según el suelo y la forma de producción”, indica el trabajo.
En este escenario, hay numerosos concursos para premiar los mejores aceites. En los últimos años, la calidad de los productos argentinos ha trascendido las fronteras, y las exportaciones de aceite de oliva y aceitunas han encontrado un lugar privilegiado en los mercados internacionales. Europa, Estados Unidos y Brasil son algunos de los principales destinos de estos productos, contribuyendo al renombre de la aceituna argentina.
“La olivicultura argentina es una joya multifacética en el mundo agrícola, un arte ancestral que ha abrazado los avances modernos sin perder su esencia. Desde la longevidad del olivo hasta la magia culinaria y cosmética de la aceituna, la Argentina teje una historia de pasión por la tierra y un fruto que sigue sorprendiendo y deleitando a personas de todos los rincones del planeta”, afirma Agrocultura.
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