Con una vasta obra, reconocida en el país y en el exterior, el músico nacido en Huanguelén mantiene una relación especial con su público
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“Mi pampa la llevo adentro y he de llevarla hasta que muera”, escribió el músico y poeta José Larralde. En su honor, fue instituido el 22 de octubre, fecha de su nacimiento en 1937, el Día Nacional del Cantor Orillero.
Su niñez, en Huanguelén, provincia de Buenos Aires, estuvo cargada de estímulos. Era una vida pobre, pero sana y digna en aquel pueblo y zonas camperas. Los hombres mayores habían nacido en el Siglo XIX y le trasmitieron al niño y joven vivencias de épocas lejanas. Fueron muchos los “Segundos Sombras” que conoció Larralde. El pequeño iba a la escuela, hacía algún trabajito para aliviar la economía familiar, ya escribía, tocaba la guitarra y cantaba, aprendiendo de su padre el amor a la patria.
Cuando creció físicamente le fue fácil ser un buen peón, pues era fuerte y sabia trabajar. “Pión”, como suele cantar.
Por esas cosas del destino, llegó a manos de Jorge Cafrune algo de la obra de Larralde y la grabó inmediatamente. A mediados de la década de 60 estos dos criollos se conocieron. Más tarde, en 1967, Larralde fue la revelación en el festival de Cosquín y en ese mismo año grabó su primer disco.
Antes que Larralde apareciera en la consideración masiva y siendo aun peón, ya estaba prohibido, pues su obra cantada por Cafrune, junto con el repertorio del Jujeño, eran víctima de la censura.
Larralde es un gran intérprete de obras propias y ajenas, lo gauchesco aflora naturalmente en él, compositor talentoso de nuestra música de raíz folklórica. Recibió grandes premios, es famoso en muchos países y vendió millones de discos.
En 1985 al ser entrevistado por Hugo Guerrero Marthineitz en su programa televisivo “A solas”; comentaba que, a veces, se preguntaba a quién les cantaba frente a los cambios, la tecnología y el progreso, pues ciertas cosas no cambian verdaderamente, solo se adornan, parece que cambian, pero en el fondo son lo mismo, por lo que la obra de Larralde, que le canta a esas cosas, está siempre vigente.
Por lo que ha cantado Larralde y en la forma que lo ha hecho, más lo que ha dicho y dice, más de uno se ha sentido molesto. Al respecto, escribió: “...que el que tuvo cola e’paja/ solito le broto el humo.”
“Permiso” su acaso primer éxito concluye con esta expresión; “... Seré horcón de una cumbrera de patria y hombres contentos.”, y esa pues ha sido toda la intencionalidad de nuestro guitarrero y cantor. Larralde ha sido arcilla blanda en las manos del fenómeno gaucho y la región pampeana misma.
“Algún rubí de brasas en las cenizas se biseló/ candente en un soplido.” escribió y canta Larralde, pero no se considera poeta ni escritor, dice que es escribidor.
Tiene con su público lo que él denomina guitarreadas, algunas suelen ser de muchas horas, son encuentros que el veterano tiene con su gente, encuentros que tienen algo de retiros, son “Un alto en la Huella” como se llamaba el programa de Miguel Franco.
Es asombrosa la sencillez que tiene. Solo tiene sexto grado, pero más de una universidad lo estudiara a él, pues es de los hombres que contribuyen al alma de un país.
Ha dicho que se considera libertario, no se considera anarquista, es un hombre libre y siempre ha hecho lo que le diría a algún patrón en sus tiempos mozos; “O me paga más o me voy”; así el paisano se ha ido de muchos lugares donde no se lo ha respetado y/o considerado como el merece.
Sus incomparables milongas siempre se han escuchado en toda la geografía nacional, en los lugares más recónditos a través de las radios durante más de medio siglo. Por la dignidad de los criollos y la suya propia nunca torció su destino artístico por ganar más dinero. Es merecedor, acaso, de un monumento imponente como ha sido su conducta de caballero de otros tiempos y su obra.
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