Aldo Antonutti y dos socios invirtieron US$120.000 en una planta en Tigre donde se procesa la compra de maíz pisingallo para pochoclo; apuntan al mercado interno y la exportación
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Hace 25 años su familia puso en marcha el primer tambo orgánico de la Argentina en Tandil (provincia de Buenos Aires) y, sobre ese antecedente, Aldo Antonutti decidió ahora lanzarse con socios a la producción de “pochoclo” orgánico dulce y salado, sin el uso de agroquímicos en la producción. “Bamboo”, su producto, recién salió al mercado y el objetivo, una vez “acomodado” en el mercado interno, es exportar.
En su luna de miel en Nueva Zelanda, Antonutti encontró unos “pochoclos” orgánicos que se vendían en diferentes puntos. Inmediatamente se preguntó “cómo la Argentina, siendo la primera exportada mundial de maíz pisingallo” no tenía un producto similar.
La Argentina exporta unas 200.000 toneladas anuales de pisingallo. Lidera el ranking mundial seguida por Estados Unidos con alrededor de 120.000 toneladas anuales y Brasil, con unas 60.000. Para el mercado interno se destinan hasta 9000 toneladas por año que se reparten entre cines, venta ambulante y centros comerciales. Es una economía regional importante en Córdoba, Santa Fe y Salta.
Antonutti subraya que en Estados Unidos y China el “pochoclo” es el primer snack, en cambio en la Argentina ese concepto no está desarrollado. “Parte de nuestra estrategia es posicionarlo a ese nivel, como un producto sano y liviano que se puede comer en cualquier lugar y momento”.
Con sus socios Pablo y Cristian –no dan los apellidos- destinaron US$120.000 a las dos líneas de producción que instalaron en la planta de Tigre. Tienen una capacidad de 80 kilos/hora y la idea es ampliar esa infraestructura cuando el mercado vaya creciendo (los envases son de 60 y 80 gramos). Compran pisingallo orgánico, aceite de coco importado de Asia, sal marina de Chubut y azúcar orgánico argentino.
Antonutti, de 33 años, tomó el mando del negocio familiar hace cuatro años y, como el crecimiento del tambo está limitado por su escala, decidió incursionar en este rubro: “Con el know how orgánico que ya teníamos, elegimos agregarle valor al pisingallo”.
Desarrollo y objetivos
El desarrollo le llevó dos años. Comenzaron la distribución usando la cadena de Santo Padre, pero apuestan a sumar más puntos de venta para estar “al alcance de los consumidores en diferentes circunstancias”.
Impulsar el consumo interno del “pochoclo” tiene diferentes intentos en la Argentina. Por ejemplo, a fines de 2019 dos rosarinos abrieron Hank´s, un bar ubicado en esa ciudad con una carta dominada por los “pochoclos gourmet”. Tienen formatos dulces y salados.
La idea la tomaron de una tienda en Chicago (Estados Unidos), de donde trajeron las máquinas para instalar y también el asesoramiento de profesionales para conseguir los sabores que los distinguen.
Respeto del negocio del tambo, la familia del emprendedor tiene 90 vacas que producen 1800 litros diarios de leche que se procesan en una fábrica de queso familiar. Hacen las variedades Gouda, Provolone y Parmesano y ya tienen montada una logística propia. Comercializan en 400 puntos de venta y en la cadena de supermercados Carrefour.
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