Eduardo San Agustín y Hernán Pellegrini crearon Smartfield y Dronescope, una startup ligada al agro que presta servicios de análisis de datos de la superficie agrícola en Brasil, Paraguay, Bolivia y la Argentina
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Eduardo San Agustín y Hernán Pellegrini son amigos desde el jardín de infantes. Si bien, en el medio hubo un lapso en el que la vida los llevó por caminos distintos, con el tiempo se enteraron de que vivieron una serie de coincidencias que los llevó a convertirse en socios y empresarios. A principios del 2000 fundaron Smartfield, una consultora especializada en aumentar la rentabilidad agrícola, y con el tiempo también sumaron Dronescope, como parte del universo de servicios tecnológicos de la empresa matriz.
En medio de la entrevista con LA NACION, San Agustín y Pellegrini, dos emprendedores de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, se permiten hacer un chiste sobre Feliz domingo, el programa de televisión que conducía Silvio Soldán, para reflejar el vínculo que los unió desde siempre y sin saberlo. Primero, se conocieron en el jardín de infantes, después se reencontraron en un viaje que hicieron ambos por separado por el sur, hasta que en 1998 el destino los reencontró terminando carreras ligadas con la ingeniería electrónica y la tecnología. Ese fue el puntapié que los llevó a ambos a materializar el proyecto de sus sueños y a convertirse más tarde en socios de una de las startups del agro, rubro al que ninguno de los dos está ligado.
“En 2004 hicimos el primer desarrollo con Smartfield. Comenzamos a trabajar mucho en la estandarización y la gestión de calidad de los procesos, atado a las herramientas tecnológicas para que el relevamiento de datos se realice siguiendo un procedimiento. Esto fue un desafío importante”, cuenta Pellegrini. En la primera etapa de su faceta como empresarios, desarrollaron aplicaciones para Pocket PC, un año antes, incluso que Microsoft lanzara la tecnología. “El primer desafío fue hacer que la gente pueda cargar un dato en un dispositivo electrónico y no en un papel para después pasarlo a formato digital”, completa.
Los emprendedores coinciden en que intentaron llevar una visión general de consultoría agropecuaria, en la que pudieran mezclar conceptos técnicos, económicos y de desarrollo en su emprendimiento. “El primer diagnóstico que hicimos fue ver qué grado de eficiencia tenían algunas operaciones. Nosotros estábamos acostumbrados a evaluar operaciones de campo, siembra, cosecha y pulverización. Encontramos excelente predisposición y voluntad, pero muchas veces vimos que no había métricas objetivas para decir si algo estaba bien o mal. Si estaba bien a quien le parecía que estaba bien o estaba mal”, relata San Agustín.
Lo que comenzaron los emprendedores hace 20 años con Smartfield, hoy dicen que lo hacen con Dronescope, la plataforma que les permite “contar las plantas, analizar la siembra y labranza” para la toma de decisiones a futuro y eficientizar la producción en cada metro cuadrado. Además, resaltan que en la actividad agrícola muchas veces se toman decisiones en función de lo que se ve. A través del uso de herramientas de gestión de procesos, los empresarios definen métricas y establecen valores de esas variables. Mediante esas mismas mediciones y evaluaciones, mejoran la calidad y eficiencia de las operaciones, según explican.
La búsqueda de eficiencia del negocio, por ejemplo, les permite manejarse con una gama de entre ocho y 15 clientes, de mediano o gran porte que buscan que el crecimiento sea sustentable para mantenerse eficientes y activos. “Empezamos a ver empresas o nuevos grupos que entraban a la agricultura porque era un buen negocio debido a los precios de los commodities y esas empresas también requerían procesos, evaluaciones y mediciones. Ahí encontramos el desarrollo de nuestro negocio, sobre gestión de labores y diagnóstico”, describe San Agustín, quien a su vez considera que ahora hay más tecnología de la que es posible procesar o utilizar adecuadamente.
“El inversor, técnico o el productor que adquiere nuevas tecnologías o nuevos procesos, a veces lo hace más rápido que el ecosistema de esa tecnología le permite aprovechar y después no encuentran qué hacer con esas imágenes tomadas por los drones. Esa fue nuestra motivación para desarrollar la compañía”, explica. Los empresarios, aseguran que con Dronescope apostaron a drones de tecnología de gama medio baja que cualquiera puede tener.
El mejor momento
“Empezamos como la típica empresa de garaje, en el altillo, con cero inversión, y con Smartfield se llegó a facturar US$3 millones al año solo con siete clientes corporativos. Manejábamos un millón de hectáreas al año”, afirman, aunque actualmente están en alrededor del 20% de ese valor máximo registrado. Además, aclaran que nunca recibieron inyecciones de capital, más que el tiempo destinado y la actualización de servicios permanentes para que la tecnología no quede obsoleta.
“Teníamos un kiosquito y lo manejábamos como si fuera una empresa grande. Si facturábamos $100 los dejábamos ahí. Nunca sacamos plata de la caja para pagar un gasto, jamás. Cuando facturábamos mucho, vivíamos igual que siempre y eso nos permitió manejar la vida independiente de la empresa. Inventamos una empresa que funciona. Seguimos siendo chicos de barrio, por más que la empresa tenga sedes en cuatro países”, afirman. En Brasil tienen operaciones de campo que se coordinan desde la Argentina. En el caso de Paraguay envían colaboradores argentinos, y también cuentan con sedes en Bolivia.
La empresa trabaja, dicen, con proyectos a tres años y uno de los inconvenientes es la proyección a largo plazo. “La Argentina es desafiante, pero es un gran banco de testeos de estrés porque todo el tiempo vas reinventándote y reconsiderando las pautas con las que vas haciendo tu negocio. Nosotros teníamos que adaptarnos a ciclos anuales, esperar 51 semanas para hacerlo, porque las cosas se hacen una vez al año”, relata San Agustín.
Por último, los empresarios rescatan el valor de la amistad y cómo esto los ayudó a desarrollar el proyecto. “Somos amigos antes que socios, y eso es un valor que el negocio nos lo permite. Siempre buscamos una manera de poder trabajar de lo que nos gusta y hacerlo de una manera distinta”, resume Pellegrini.
Esta nota se publicó originalmente el 12 de noviembre de 2022
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