La fotografía fue considerada como el invento más importante del siglo XIX en términos de cultura visual. Permitió crear y reproducir imágenes como las escenas gauchescas que se hubiesen perdido en el tiempo.
Un libro de reciente aparición titulado Estos débiles papeles son más fuertes que los ladrillos, de Abel Alexander, pone en conocimiento que llegó al Río de la Plata en 1843, después que fuera presentado el invento de Niepce y Daguerre en París en 1939 tras largos años de investigación. Como el país enfrentaba conflictos bélicos retrasó su divulgación, pero el atractivo fue tal y tan lucrativo que se desarrolló rápidamente con la llegadas de fotógrafos europeos. El inglés Alejandro S. Witcomb radicado en Buenos Aires, (1867), incorporó a Lorenzo Bennazar, muy vinculado con la Sociedad Rural a fotografiar las estancias pampeanas y sus rebaños que luego se exhibieron en las vidrieras y en álbumes.
Formó una alianza con la revista Caras y Caretas y produjo grandes coberturas a través de la técnica de impresión fotomecánica. El italiano Antonio Pozzo, (1850) fue quien le tomó el daguerrotipo a J.J. de Urquiza ataviado con poncho y galera. Tuvo el privilegio de dejar documentado la inauguración del primer ferrocarril argentino el 29 de agosto de 1857 y fue el fotógrafo oficial de la empresa Ferrocarril Oeste. Acompañó a Julio A. Roca en la Expedición al Río Negro. Se trasladó en un carruaje que hacía de laboratorio, con cuarto oscuro, donde transportaba sus equipos técnicos y vivienda para él y su ayudante. A su regreso se dedicó a comercializar ese importante relevamiento en su estudio de la calle Victoria 590 (H.Yrigoyen)
Importante fue obra del portugués, Christiano Junior (1867). Tenía un marcado interés hacia la agricultura, en especial al mejoramiento de los productos de la tierra a través de la tecnología. Era socio activo en la Sociedad Rural Argentina. Documentó la Exposición Rural, en 1875, dejando retratados a los caballos premiados, Bayard y Sultán. Tenía su estudio en Florida 208 que luego ocupó Witcomb. El italiano Samuel Rimathe, (1888), fue un cronista de su tiempo, retrató a mendigos, vendedores ambulantes, lecheros vascos, aguateros, nada escapó a su mirada.
La fotografía fue importante en los pueblos del interior, iban los novios a retratarse, también las familias con sus mejores atuendos, imágenes que luego se exhibían en las vidrieras para la observación del público. Alexander propone recorrer algunos pueblos bonaerenses como Balcarce en el sudoeste de la denominada Pampa Serrana y evocar al primer fotógrafo, E. Alcaraz, valioso por la calidad de sus trabajos.
Francisco “Paco” Ayerza en Benito Juárez, se dedicó a dejar en imágenes la vida y costumbres de los hombres de campo, favorecido porque su familia los poseía en zona. Ilustró el poema del gaucho Martín Fierro y le sumó sus fotografías que no pudo completar por su prematura muerte.
De Austria en 1926, arribó Franz Froch, quien vivió alternativamente en Suipacha, Dolores, Bahía Blanca y Benito Juárez pegado a su “eterna” valija viajera. Fue un activo corresponsal del vespertino Noticias Gráficas y un fotógrafo de plaza o chasirete en Mercedes. Falleció a los 98 años dejando un buen aporte iconográfico.
En la estancia Los Yngleses de la firma Gibson &Co, partido de General Lavalle, existen ambrotipos con la vida y costumbre del campo, tomadas en la década de 1860 por el administrador George Corbett. Se ven a unos peones esquilando, haciendo un asado alrededor del fuego, con damajuanas de vino y el mate pasando de mate en mano, etc. Sorprendido, Alexander pudo observar esas seis imágenes, que son las únicas que aún se conservan en el país. En Saladillo, Juan Erniest promovía la realización de retratos “con todo esmero y bien parecido iguales a los que se hacen en Buenos Aires”.