Los años con fuertes inclemencias climáticas como el que nos toca vivir ponen de manifiesto la magnitud del valor agregado por el conocimiento aplicado a la producción agrícola de cultivos como el maíz. Este "saber cómo hacerlo" en todos los eslabones de la cadena hace difícil prever que el resultado de la sequía que hoy afecta a la producción de maíz pueda compararse con los daños ocasionados por secas similares que sufrieron generaciones pasadas, sin por ello dejar de reconocer la situación de extrema gravedad que viven hoy muchos productores agropecuarios afectados por la falta de lluvias.
La investigación de las temperaturas del océano Pacífico fue fundamental para pronosticar el clima en la pampa húmeda a través del fenómeno Oscilación del Sur El Niño y sus anomalías, que son las que definen la humedad y que permitieron anunciar con anticipación un año Niña similar al de las campañas 2008/09 y 2010/11.
Las lluvias y el uso eficiente del agua son claves en la definición del cultivo y sus rendimientos. Por lo tanto, las investigaciones relativas a la humedad del suelo son fundamentales para contar con las herramientas necesarias y tomar las decisiones acertadas.
El trabajo de los mejoradores, genetistas y biotecnólogos es la base de la creciente estabilidad de los nuevos híbridos de maíz, que toleran mejor el estrés hídrico y obtienen en esas condiciones mejores rendimientos que en el pasado. Además, el conocimiento de la adecuada cantidad y calidad de nutrientes que necesita la planta también ha permitido desarrollar cultivos con rendimientos potenciales más altos y estables en condiciones adversas.
Modernas técnicas
La producción agropecuaria aplica las más modernas técnicas. La más sorprendente de los últimos años fue la ampliación de la ventana de siembra. Hoy se popularizan las siembras tardías que, si bien tienen un menor potencial de rendimiento máximo, logran una mayor estabilidad para superar las inclemencias climáticas ya previstas.
La densidad de siembra o la cantidad óptima de plantas que deben lograrse por hectárea en años climáticos complicados es también fundamental. La agricultura de precisión es una de las últimas prácticas agronómicas y se desarrolla rápidamente, a través de fotos satelitales, mapas georeferenciados, equipos de densidad variable de semilla y dosis de fertilizante, entre otros, logrando un uso más eficiente de insumos y un mayor rendimiento por unidad de superficie, así como la difusión de la siembra directa que permitió comprender la dinámica del agua en el suelo.
La posibilidad de predecir una sequía ayuda a decidir la fecha de siembra óptima y el ciclo del maíz más adecuado según su período crítico. Este año, los potreros bien rotados y con mejores paquetes tecnológicos muestran más tolerancia a un evento dramático como es la sequía, que pone en riesgo los ingresos del productor y los del país.
El resultado final de la campaña actual es aún incierto. Pero las dificultades de hoy deben servirnos para mejorar las decisiones del mañana.
El autor es presidente de Maizar
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