CÓRDOBA.- La recolección y venta de hierbas serranas constituyen una economía de subsistencia para muchas familias de las sierras de Córdoba aunque en los últimos años hay luces de alerta. La peperina, sin dudas una suerte de ícono de la provincia, está en riesgo de "extinción económica". No alcanza para cubrir la demanda. Para el resto el problema es el rendimiento del negocio por eso el cultivo tiene ciclos aunque los clientes existen: yerbateras, laboratorios, especieras y fabricantes de golosinas.
Los incendios que alcanzaron a 340.000 hectáreas en el 2020 son otro factor de riesgo para la producción de las hierbas, este año habrá menos oferta disponible porque se perdieron zonas enteras donde crecen de manera natural.
Marta Ojeda, exdocente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba, explica que hay aromáticas que se cultivan como el cedrón, el burro o el orégano y, por otro lado, las nativas que se usan más para herboristerías (paico, llantén). "Hay algunas que las tomaron empresas grandes por su sabor, como el tomillo de las sierras, y entonces encontrarlas en las sierras se hace cada vez más difícil", agrega.
La economía de las nativas es diferente de las que se cultivan porque dependen de recolectores que, generalmente, son oportunistas. El problema es que si se las "arranca" de raíz se las pone en riesgo. Años de ese tipo de prácticas hizo que haya especies que cada vez son más difíciles de encontrar fuera de espacios de cultivos.
La peperina, en crisis
Esta situación pasó con la peperina y el tomillo de las sierras y entonces, aseguran las fuentes, se reemplazan por otras hierbas como la muña muña y distintos tipos de menta en el mejor de los casos y por versiones químicas en otros.
"La menta es una figurita fácil, no así la peperina. Por eso la prédica es cultivarla –agrega Ojeda-, se hizo en la facultad con buenos resultados aunque a veces su aroma o sabor no es el mismo porque hay menos interacción con el ambiente". Lograron inscribir las semillas de la peperina "Champaquí" en el Instituto Nacional de Semillas (Inase).
La peperina también está en Salta, Tucumán y La Rioja, pero el aroma característico de las sierras es el que buscan las yerbateras. En Córdoba hay una empresa yerbatera que está cultivándola; es un caso excepcional. Una clave es lograr productores que hagan plantines de peperina porque es el inicio de los eslabones. Ojeda admite que cultivar una nativa "mucho esfuerzo porque no tienen domesticación".
La cadena de las hierbas está muy atomizada y tiene alto grado de informalidad; recién en el acopio los jugadores son menos. Los actores admiten que la demanda es creciente pero también reconocen que no hay forma de responder garantizando la continuidad.Como en todas las economías regionales la brecha entre lo que cobran recolectores y cultivadores y el resto de la cadena es "enorme".
Por ejemplo en Traslasierra (oeste provincial) en una década se perdió el 90% de las hectáreas destinadas a cultivos como el orégano y la menta (los más abundantes), romero, tomillo de cocina, perejil, cedrón, toronjil, melisa e isopo. En cambio Salsacate y Taninga, en el departamento Pocho, eran el núcleo productivo de la peperina; de unas 450 hectáreas de recolección se pasó a unas 30. Copacabana, otra zona de mucha peperina, fue arrasada por el fuego.
Un emprendimiento que trabaja con recolectores es el laboratorio HqA comenzó hace pocas semanas en Villa de Soto (noroeste cordobés) con una inversión de US$30.000 para procesar unos 500 kilos mensuales de hierbas aromáticas y 50 kilos de jarilla, un arbusto de uso ancestral en la Argentina de la que se extrae la resina para disolver en un aceite base.
El proceso de extracción de aceites es a base de vapor de agua y no emplean químicos para garantizar la calidad de los aceites esenciales orgánicos que producen. El laboratorio se provee de recolectores de la zona e incluso Héctor Arguello, su responsable, plantea que incentivan cultivar aromáticas.
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