Y el frío apareció nomás, cuando muchos ya especulaban con la posibilidad de un invierno templado. Pero una seguidilla de heladas en la primera semana de julio, que incluyó una de -5,9 durante 6 horas, dijo basta a la "primavera" en el sudeste cordobés. Lo mismo pasó en otras regiones.
El frío y el clima seco eran esperados por gran parte de los productores. Por un lado porque un importante número de lotes de maíz sembrados en la última campaña se realizaron en fechas de mediados y fines de octubre por falta de lluvias que ocasionaron humedades elevadas en grano al momento de su recolección. Situación que en base a la gran cantidad de maíz, y los altos costos de secada, permanecían en los lotes aun sin cosechar esperando que les baje la humedad.
Por otra parte, también esperaban frío los trigos, ya que en la zona se optó por sembrar muchos ciclos largos con requerimientos de vernalización en base a la experiencia de la afección de heladas en la campaña pasada sobre materiales de uso generalizado.
Si bien el trigo desde emergencia a macollaje resiste muy bien el frío, ya tuvimos experiencias en campañas anteriores en lotes situados en bajos o sobre rastrojos de maíz donde las heladas sacaron de la cancha a algunos materiales.
Riesgos
El problema de esta seguidilla de heladas radica hoy, justamente, en aquellos lotes donde como consecuencia de una mala elección del cultivar, o por atraso de fecha, hayan quedado expuestos a este estrés, ya que por exceso de humedad numerosos lotes que tenían asignado sembrar materiales largos sobre maíz, por ejemplo, se les pasó la fecha de siembra óptima y tuvieron que cambiar a genotipos de ciclo corto sin requerimiento de frío.
La inestabilidad de nuestros inviernos hace que la toma de decisiones por parte del productor tenga que ser cada vez más precisa. Si bien la prioridad es obtener el mayor rinde posible, la historia de estas últimas campañas nos dice que no todos los años se presentan con un clima similar al anterior.
Por eso, el análisis del ambiente, el clima y el margen al que se aspira son pilares fundamentales a la hora de definir qué variedades utilizar.
Como siempre, la primera decisión para plantear una estrategia es la elección del genotipo en cuanto a ciclo, fecha de siembra y ambiente a implantar. Hay dos factores que determinan el ciclo: la vernalización (suma de horas de frío) y la respuesta al fotoperíodo (duración del día).
En los ciclos largos, y principalmente los más elegidos esta campaña en la zona, es importante asegurar que cumplan con los requerimientos de horas de frío y para eso las siembras no se pueden prolongar demasiado en el tiempo, a riesgo de que se desfase la espigazón.
La posibilidad de retrasar la siembra para genotipos de ciclo largo dependerá del umbral de vernalización del cultivar, siendo solamente las variedades de ciclo largo con un umbral bajo de vernalización las que permitirán mayor flexibilidad de siembra. No siendo así para los materiales con mayor requerimiento de frío, que verán restringidas sus fechas de siembra a tempranas solamente.
Es vital que tanto el productor como el asesor estén informados de las características de los materiales del mercado para así poder ubicar cada variedad en su fecha correcta, ya que también existen ciclos intermedios con necesidad de frío y sin sensibilidad al alargamiento de los días que acotan su ventana de siembra entre aproximadamente 20 y 25 días.
En cambio otras, sin requerimientos de frío, son más flexibles y pueden tener entre 30 a 35 días para ser sembradas.
El autor es asesor y jefe del INTA Corral de Bustos