El desarrollo de la producción de papa para industria (empresas como McCain y otras), el comercio minorista de productos de alta calidad (empresa Majirena en Dolores, provincia de Buenos Aires), o la producción de peras para mercados internacionales no puede hacerse sin recursos humanos adecuados. Desgraciadamente, sin embargo, limitantes de distinto tipo conspiran contra la atracción de estos recursos al sector agroindustrial. Uno de ellos es especialmente importante en zonas extra-pampeanas: el sector público provincial como fuerte "competidor" con el sector agroindustrial por los trabajadores disponibles.
Para muchos trabajadores, el empleo público resulta más atractivo que el privado. Esto se debe, en especial, a la estabilidad de empleo y las condiciones de trabajo que el Estado ofrece. Estos "diferenciales" elevan la compensación efectiva que la empresa agroindustrial debe ofrecer si quiere atraer trabajadores.
Algunas empresas agroindustriales tienen "margen" para poder pagar estos diferenciales, otras en cambio no pueden hacerlo. Estas últimas o bien languidecen o finalmente terminan cerrando. Pero existen también proyectos "en carpeta" - especialmente pequeños, pero también medianos y aún grandes - que nunca nacen por complicaciones asociadas a disponibilidad, calidad y costo de recursos humanos.
El grado en que el sector público "aspira" recursos humanos que podrían estar abocados al sector privado (incluyendo en este al sector agroindustrial) varía. En las provincias pampeanas (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe) casi uno de cada tres empleados pertenece al sector público (provincial y municipal).
En Tucumán y Salta casi la mitad de los trabajadores son empleados públicos. La cifra es mayor aún en Santiago del Estero (60 %), La Rioja (67 %) y Formosa (69 %). Todas estas provincias cuentan excepcionales condiciones para el desarrollo de agroindustrias. Sin embargo, gran parte de la población vive en la pobreza, en algunos casos extrema.
La alta participación del sector público en el mercado de trabajo subsiste gracias a transferencias que la Nación envía a las provincias. Sería imposible de otro modo, ya que un sector privado minúsculo no puede solventar este nivel de gastos. Estas transferencias son entonces una efectiva traba para el desarrollo local: en el corto plazo, el empleo público encarece los costos laborales, mientras que en el mediano y largo plazo impide que trabajadores adquieran habilidades con valor de mercado. El exceso de empleo público a nivel provincial conspira contra inversiones necesarias en infraestructura y en servicios necesarios para el desarrollo de mercados. El resultado es un segmento de la población con bajas o nulas calificaciones para empleo en emprendimientos privados.
A modo de resumen: el desarrollo económico requiere acumulación de habilidades y actitudes genuinamente productivas. Estas se adquieren trabajando en organizaciones - como las agroindustriales - que crean valor.
El enorme incremento de empleo público a nivel provincial ocurrido en el período 2002-2015 no solo resulta en drenaje de recursos financieros sino también - y lo que es tal vez más importante - dificulta el aprendizaje y el aprovechamiento de oportunidades por amplios segmentos de la población.
El autor es profesor de la Universidad del CEMA
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