En Pehuajó, en el noroeste bonaerense, afirman que cada vez hay una mayor presencia de estos animales que son de difícil control y rompen silobolsas
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El jabalí se ha convertido en uno de los mayores problemas para muchos productores agropecuarios debido a las significativas pérdidas que causan en los cultivos, especialmente en los campos de maíz. Esta especie ha avanzado y se la encuentra cada vez más en lugares donde antes su presencia era poco común o inexistente. Este fenómeno es notable en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo en el partido de Pehuajó donde los productores aseguran que desde hace una década su crecimiento fue exponencial.
Esto quedó en evidencia con las imágenes que un productor de la zona compartió en redes sociales de un silobolsa completamente roto por estos animales. Según contó el productor, que prefirió resguardar su nombre, en lo que va del año estos depredadores ya le han roto ocho bolsones.
En diálogo con LA NACION, el presidente de la Sociedad Rural local, Lucas Fernández Long, explicó que el problema se agravó hace aproximadamente una década, principalmente en el sur del partido, donde comenzaron a aparecer más jabalíes. “Hacen mucho daño a los sembrados de maíz, todas las noches hacen un dormidero, un círculo de 20 a 30 metros dónde tiran todas las plantas y hacen noche. Luego, al otro día, hacen otro y así sucesivamente”, describió.
Destacó la dificultad para controlar a estos animales ya que carecen de depredadores naturales y se requieren armas de gran calibre para cazarlos. “Es un problema porque para cazarlos se usan fusiles que son armas cuyas balas recorren unos dos kilómetros y es un riesgo enorme”, dijo.
Indicó que así el problema es que carecen de herramientas y mecanismos para combatirlos. Agregó que ahora se sumó otro problema que es la creciente población de pumas, principalmente en el norte de la región, como así también de carpinchos. “Los pumas se comen los terneros y los carpinchos producen accidentes de autos a la noche porque se encandilan y no se corren; cómo son grandes hacen volcar o despistarse a los autos”, señaló.
Esta situación fue planteada por un productor de la zona que contó a LA NACION que en lo que va del año los jabalíes ya le rompieron ocho bolsones. El productor estimó que en el campo hay al menos entre 40 y 60 de estos animales. “Todos están escondidos en los maíces tardíos que comenzaré a cosechar mañana. El problema es que se van desplazando; pasan del maíz tardío al trigo, luego a la soja en enero y así sucesivamente. Es muy difícil sacarlos. Así que tenemos que empezar a pensar qué hacer para convivir con ellos”, señaló.
El problema, indicó, es que por una cuestión logística no puede concentrar todos los silobolsas en un solo lugar. “Antes, como no teníamos este problema, donde necesitábamos hacíamos un bolsón; había silobolsas esparcidos por todo el campo. Pero ya con todos los que me rompieron vamos a tener que ver cómo hacemos”, expresó.
Los jabalíes
Los jabalíes, originalmente del norte de África, se dispersaron por Europa y Asia antes de ser introducidos en la Argentina en 1905 por Pedro Luro desde Francia a su finca en La Pampa con propósitos cinegéticos. La fuga y reproducción descontrolada de estos animales facilitó su adaptación como especie silvestre, cruzándose con cerdos domésticos para convertirse en cerdos cimarrones.
Estos animales, según el Senasa, pueden ser vectores importantes de enfermedades como la peste porcina africana y clásica, amenazando la industria porcina. A pesar de que el país se mantiene libre de la peste porcina africana, la presencia de jabalíes y cerdos cimarrones sigue siendo un riesgo debido a su susceptibilidad a otras enfermedades como la fiebre aftosa, además de ser considerados una de las especies exóticas invasoras con mayor impacto negativo en el ecosistema y la economía local.
En rigor, los números sobre los daños económicos que produce el jabalí por año en la Argentina son preocupantes y hablan por sí solos. En detalle, esta especie exótica causa una pérdida económica de US$1380 millones, según alertó un proyecto realizado por el exMinisterio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El estudio en cuestión, llamado “Fortalecimiento de la Gobernanza para la Protección de la Biodiversidad mediante la Formulación e Implementación de la Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras”, fue publicado en 2022 y dio ese dato contundente.
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