Un día como hoy, el 11 de marzo de 2008, el Gobierno de la expresidenta Cristina Kirchner fijó, con la resolución 125, un sistema de retenciones móviles que abrió una disputa con el campo
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SAN NICOLÁS.- “Había una guerra no declarada y se declaró con la 125″. A 15 años del inicio de lo que fue el conflicto por las retenciones móviles, Exequiel González Guerrico, de General Belgrano, sintetiza con esa frase lo que, a su entender, se terminó convirtiendo esa pelea con el gobierno de la expresidenta Cristina Kirchner.
La 125 fue una creación del entonces ministro de Economía y hoy senador nacional Martín Lousteau nacida en un momento de altos precios internacionales. Para los productores, que ya venían con una alta carga tributaria, principalmente por los derechos de exportación, fue como la gota que rebalsó el vaso. La resolución, que se oficializó justamente el 11 de marzo de 2008, cayó como una bomba y no era para menos. Entre otros cultivos, en el caso de la soja se aumentaban las retenciones del 35% a casi un 44,1%, alcanzando luego un tope de 48,7%. Si la soja se ubicaba por encima de los US$600 por tonelada, el Gobierno pasaba a quedarse con un 95%, algo que fue entendido en el acto por el agro como una confiscación.
La “guerra” que para el productor se había declarado aludía precisamente a que el Estado venía por más ya que las retenciones, que volvieron a ponerse en 2002 con el expresidente Eduardo Duhalde, venían con una curva ascendente. “La política siempre vio al sector como una fuente de recursos y con eso [por la 125] se puso de manifiesto que era para extraerlos, no como una política de generación de riqueza”, añadió el productor de General Belgrano, que participó de Expoagro y habló con este medio.
De las charlas con los productores surgieron las vivencias de esa época y la conexión con el presente: un vínculo que no es alentador. “La 125 fue un intento de instalar una ley nefasta que, por suerte, logramos que no sea”, recordó Alfonso Bustillo, productor y presidente de la Asociación Argentina de Angus. Bustillo agregó un comentario crudo: “A 15 años, seguimos con un impuesto tan distorsivo y sin vistas de ser sacado”. Y trazó una comparación: “Con esta sequía, si un productor saca tres quintales de soja [un rinde muy bajo respecto de promedios de 30 quintales], como puede pasar, el Estado se lleva uno”.
Muchos productores, miles, fueron a las rutas durante 2008. Como González Guerrico, que estuvo en la zona de Cañuelas e incluso en una gran manifestación que se hizo en el barrio porteño de Palermo. “La sensación era que empezamos a dudar de nuestros derechos, como la propiedad, la seguridad. Fue una gran decepción con la clase política”, apuntó.
Para Gastón Rinaldi, de Limay Mahuida, de la provincia de La Pampa, lo vivido hace 15 años fue “una situación estresante ya que se cortaba el panorama del largo plazo de la noche a la mañana”. El horizonte de los productores, que suele ser de largo plazo según la actividad, pasó a ser de pocos meses. Más allá de la angustia, para el productor todo dejó una enseñanza y, en cierto modo, una muestra de que se logró una consolidación como sector. “Me sorprendió la fuerza del sector, que le puso un freno a la política”, afirmó.
No obstante, tras trazar un paralelismo con Brasil, donde el agro “marca tendencia” en el Congreso, para el productor en la Argentina “falta gente coordinando al sector”. Vale recordar que, luego del conflicto de 2008, en las elecciones legislativas de 2009 el campo logró que ingresaran al Congreso once “agrodiputados” que tuvieron directa o indirectamente una participación en lo que fue la pelea con Cristina Kirchner.
Cuando la batalla en contra de la 125 ya estaba en marcha, a Pablo Voinea-Delast, de la zona de Olavarría, se le fue un empleado del campo. Se tuvo que meter de lleno él mismo en el establecimiento y vivir ahí.
Al ser consultado sobre qué temor lo desvelaba, recordó “cómo la palabra propiedad empezaba a enflaquecer”. Y señaló: “Daba miedo de que te tomaran la propiedad. Había un avance político con una situación social complicada”.
Voinea-Delast vivió la experiencia del momento cúlmine cuando los productores esperaron en la madrugada del 17 de julio en Buenos Aires la votación en el Senado que, con el “no positivo” del entonces vicepresidente Julio Cobos terminó por enterrar a la 125.
A 15 años del conflicto, el productor considera que él pudo seguir progresando, pero que no es la generalidad del sector. “Muchos, muchos salieron de la actividad. Ahora, hace tres años estamos en sequía y lo único que me impulsa es la vocación”.
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