En una entrevista con LA NACION, el director Latam Sur de la compañía habló de los desafíos del sector, la situación actual de los productores, las necesidades que tienen las empresas de insumos, la propiedad intelectual en semillas, entre otros puntos
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Para Gustavo Portis, director regional de Basf, la agricultura argentina tiene enormes oportunidades de crecimiento y es la clave para el ingreso de divisas que se necesitan, pero se tiene que encontrar la forma para que el campo participe activamente en el crecimiento y del desarrollo del país. “No me cabe duda de que sin el agro va a ser muy difícil”, afirmó.
En una charla con LA NACION, el directivo analizó el rol de la compañía que dirige para Latam Sur, las oportunidades y amenazas del sector y el problema con las importaciones que se padecieron en el segundo trimestre del año. Además, analizó los mitos y verdades que surgen en las redes sociales sobre las aplicaciones de fitosanitarios.
–¿En qué momento está la empresa ahora?
–El grupo Basf el año pasado tuvo el año récord en los más de 160 años de historia y en agro igual. Crecimos fuertemente, un 11%, y ahora en lo que va del año, está creciendo 18% y en agro un 17%. Es un año muy bueno y está apalancado por una historia de inversión muy fuerte en investigación y desarrollo y, con una estrategia muy clara de ir acompañando las tendencias. Estamos con un lanzamiento de tres nuevas moléculas: una de herbicida, una de insecticidas y una de fungicidas. Soluciones realmente muy fuertes. Es una innovación al cuadrado. Ciertos productos tienen modos de acción, nosotros tenemos la suerte de poder traer una innovación en fungicidas que, además, es un nuevo modo de acción que nos va a permitir también darle una herramienta, no solo de buena protección ante una complejidad de diferentes enfermedades en diferentes cultivos como maní, soja, maíz. Es un producto, muy versátil, pero también con un modo de acción, que trabajan los hongos en la forma diferente a las actuales que ya hay en el mercado. Es una herramienta interesantísima para la defensa de la resistencia que muchas veces generan resistencias a ciertos productos. En este caso podemos aportar desde un buen producto y un modo de acción que nos va a dar las nuevas herramienta para el manejo de resistencia. Lo mismo con el insecticida que estaremos lanzando para uso del maíz. Eso es fruto de una inversión fuertísima que hacemos a lo largo de mucho tiempo y seguiremos haciendo un compromiso muy fuerte de invertir entre 10% y 11% de nuestra facturación en el mercado agrícola global, la reinvertimos en investigación y desarrollo. Para la Argentina en los próximos tres a cinco años tenemos 25 nuevos lanzamientos que hacer además de estos tres. Estamos en el mejor de los momentos en el agro.
–Habló de inversiones, ¿cómo está en este momento el productor? ¿Está apostando a invertir?
–El productor no está hoy preocupado, más allá de que es una situación de crisis con la política, sino que está viendo qué hacer y cómo hacer mejor la agricultura. Eso habla muy bien de nuestros agricultores. Tenemos los conflictos de siempre, conflictos globales de los que no podemos escaparnos, como la suba de costos pospandemia que es muy fuerte, con problemas logísticos que están afectando a las cadenas del agro. Sectores productivos con dificultades. La situación de la guerra en Europa que está afectando, sin dudas, tanto los insumos, como fertilizantes y productos fitosanitarios. La agricultura argentina tiene oportunidades enormes y Argentina en sí tiene una oportunidad de fortalecer aún más el sector productivo agrícola porque la demanda de alimentos sigue siendo fuertísima. Hoy, frente a la situación coyuntural, se puede potenciar aún más, producir más y con mayor tecnología. ¡Tenemos todas las herramientas! Hay agricultores que en la masa de profesionales tienen los mayores niveles de conocimiento a nivel mundial, en manejo de cultivos, pese a las adversidades que tiene la agricultura local.
–¿En 10 años, cómo ve el campo argentino?
–Hay un proyecto interesante que estamos visualizando que es cómo se están conectando las diversidades de tecnologías a través de la cocreación abierta entre universidades, instituciones, la economía del conocimiento, las empresas que estamos metidas en eso y, además, hoy el propio agricultor que es partícipe fuerte, está cocreando. Sumamos eso a las herramientas digitales que dan paso a la eficiencia de cómo hacer las cosas, con datos, con predicción de datos que te ayudan mucho más a tomar las decisiones de forma correcta y si sumas eso con las cadenas productivas que se están hoy engranando para hacer un modelo más sustentable y más efectivo para la agricultura. La Argentina en 10 años podría estar aprovechando esta capacidad tecnológica que tenemos de producir alimentos que puede impactar en el mundo de forma sustentable e inclusive capturar monetización de países desarrollados del mundo y pagarnos, entre comillas, la buena productividad sustentable.
–Y hablando de productividad sustentable, hay muchos países que están adhiriéndose a nuevas tecnologías y buenas prácticas. Paraguay, Uruguay y Brasil están creciendo mucho en la agricultura, ¿La Argentina podría quedarse atrás? ¿Hay amenazas desde ese lado?
–Tal vez hay algunas amenazas o desafíos que la Argentina tiene que llevar adelante para seguir estando, pero nos ordenamos, porque el productor y asesor argentino está en los niveles más altos en tecnología. Creo que va a seguir estando así. No creo que los países vecinos sean una amenaza, a nivel Mercosur tenemos la posibilidad de compartir lo que se está haciendo, hay congresos, fórum agrícolas que están manejándose en Brasil y aquí, y tenemos muy buena comunicación. Tal vez hay algunos desafíos que la Argentina tiene que llevar adelante, por ejemplo, la ley de semillas, que es muy antigua, del año 73. Más allá de la ley en sí es darle a las empresas que trabajan en investigaciones y desarrollos de semillas un ambiente de seguridad, de recuperar la inversión hecha en la Argentina, porque en esa área sí podemos encontrarnos que, en semillas como de algodón, en Brasil, están muy adelantados, más que nuestro algodón. Pasa por poder darle a las empresas de algodón un marco legal, reglas de juego que sean tranquilas, serias, que permitan invertir a 10 años y poder recuperar esa inversión. Eso está muy conectado con la ley de semillas o protección de la propiedad intelectual, patentes, que permitan los desarrollos del futuro, poder invertir acá, estar seguros y tener una retribución. Es un capítulo del desafío en el que tenemos que estar enfocados.
–¿Hay algún diálogo con el Gobierno en ese aspecto?
–Estamos en diálogo con el Gobierno y lo estábamos con el ministro de Agricultura anterior [Julián Domínguez]. Yo sé claramente que desde ASA (Asociación de Semilleros Argentinos) ya estamos abriendo los diálogos y conversaciones con el nuevo secretario de Agricultura [Juan José Bahillo] y con las entidades. Creo que ese es un punto que se tiene que colocar en el seno de los interlocutores del sector agro desde el agricultor, que no puede estar fuera de esa discusión porque para ellos es muy importante al final del día, para que tengamos una agricultura más moderna, con mayor potencial de productividad, sustentabilidad. La biotecnología es una de las herramientas claves para producir más y mejor y más eficiente en ambientes sustentables y la Argentina no puede quedar en atrás de estas situaciones. El mayor desafío que veo para no perder el tren de la innovación y de la sustentabilidad por ahí.
–Hablando del Gobierno y la Mesa de Enlace, ¿Cómo ve la relación con el campo?
–Ha habido un cambio de gabinete muy fuerte y me parece muy prematuro a una semana poder interpretar, creo que hay que dar el espacio al diálogo. Desde las asociaciones nuestras, ASA y Casafe (Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes) estamos tendiendo los lazos con los nuevos interlocutores, con el diálogo e incorporando las entidades que tienen que estar en la mesa, tenemos que encontrar la forma de que el agro participe activamente en el crecimiento y del desarrollo de este país. No me cabe duda que sin el agro va a ser muy difícil, con el agro tenemos muchísimas posibilidades y hablo de agro en el sentido amplio, con la agroindustria, los biocombustibles. El agro es el grupo más importante que incorpora tecnología y divisas al país, que es uno de los puntos clave. Si podemos llevar a la cadena agrícola adelante correctamente, mejor. La Argentina tiene la capacidad de producir alimentos para más de 400 millones de personas en el mundo y va a ser mucho más preponderante si está en el contexto de la sustentabilidad global. Es uno de los cinco países del mundo que puede exportar alimentos por lo menos en los próximos 10 años.
–¿Cómo están con las perspectivas comerciales para fin de año?
–Estamos a full con innovación, hemos hecho en los últimos años más de 20 lanzamientos en la Argentina, muy ambientados para las necesidades del país. Hicimos una inversión muy fuerte hace tres años para entrar en el negocio de semillas. Comenzamos con semillas de soja de la adquisición que hicimos del capital de Bayer en 2018 y el año pasado lanzamos híbridos en maíz, estamos lanzando híbridos clearfield en girasol. Pero, sin dudas, este es un momento clave para seguir creciendo.
–¿Tienen o tuvieron algún problema con el tema importaciones?
–El primer trimestre del año fue dentro de la normalidad, pero el segundo trimestres encontramos muchas dificultades en poder liberar en tiempo y forma los productos que tenemos en el puerto. El Gobierno ha ido modificando y sacando nuevos decretos y eso como en todos los casos va colocando momentos que tenés que analizar y cambiar las herramientas. Eso también es un desafío que tiene el país y es un desafío a los que tenemos que traer innovación, la innovación lamentablemente no la podés desarrollar localmente, sobre todo si hablamos de innovaciones químicas. Las semillas las podés trabajar localmente, pero productos químicos de innovación no, de los que tal vez tenés una planta en el mundo, indistintamente dónde esté situada. Basf es una empresa internacional totalmente abocada a la innovación y tenemos un portfolio con más de 60% de productos que han sido desarrollados en los últimos cinco años y consecuentemente tenés que importar desde allí. Hay productos de altísima necesidad en la Argentina y nosotros tenemos una planta en el mundo. Podemos trabajar para tener una puesta en la Argentina, pero no podemos tener 50 y esto es algo en lo que estamos trabajando desde la cámara con todo el gobierno para poder entender esa dinámica y poder apoyar. Estamos preocupados por las necesidades del Gobierno y estamos en diálogos para que no afecte a la cadena de importación ni al productor.
–A veces hay cuestionamientos que surgen más que nada en las redes sociales en cuanto a las aplicaciones de fitosanitarios, ¿desde su rol, cómo están manejando este tema desde la comunicación?
–Es un tema de preocupación de la sociedad y de nosotros. Desde la cámara, Casafe, volcamos todas las actividades para tener un músculo mucho mayor, nos asociamos para eso, justamente para generar valor en forma conjunta. Allí tenemos las actividades de Buenas Prácticas Agrícolas [BPA]. Estamos trabajando activamente, capacitando. Hace cinco años, recuerdo, yo tomé la presidencia de Casafe y hacíamos más de 25.000 capacitaciones. Este año estamos en 40.000, estamos incrementando constantemente, tenemos otra herramienta que es la de monitoreo y certificación de depósitos de nuestros puntos de distribución de negocios que comercializan en el interior del país. La mayoría de ellos tienen un sector para logística y embalaje o para mantener el producto y llevarlo. Tenemos un proceso de certificación por empresas, por manejo de uso, certificación en aplicadores aéreos y terrestres. Invitamos a personas de los municipios, concejales, los médicos y los llevamos al campo para mostrarles cómo es una aplicación y les mostramos lo que es una deriva. Con el Ministerio de Agricultura hemos hecho en los últimos cinco años muchísimas actividades, más de 50, mostrando las aplicaciones de los productos y que estamos entre 10 y 40 metros de deriva. Si las cosas se hacen bien, con herramientas digitales, no tenés nada de qué preocuparte, si el agricultor y el aplicador respetan nuestras indicaciones de BPA.
Es loable y es respetable que la sociedad tenga una preocupación, pero haciendo las cosas bien y como nosotros desde las empresas que investigamos, desarrollamos y aplicamos los productos e indicamos lo que son las buenas prácticas de manejo no deberíamos estar preocupados. El tema es que se hagan las cosas bien, estamos constantemente educando y capacitando a los productores y distribuidores. Los gobiernos tienen que aportar desde la legislación acorde, por ejemplo, la receta agronómica para que los productos salgan de la mano de alguien que realmente pueda indicar y respetar cómo se usan, acompañar las condiciones y que tengan una licencia de producir y aplicar. Sé que es una preocupación, pero si vas a las estadísticas del TAS (Toxicología Asesoramiento y Servicios) donde hay un 0800 y todos los primeros llamados recaen ahí, te muestra que solo un 17% de los llamados están conectados a las aplicaciones de campo. Los llamados por problemas de toxicología vienen lamentablemente en un 83% del uso doméstico, y no vienen del campo. Dentro del 17% de productos que están relacionados al campo, un 66%, dos tercios de estos, son lo que llamamos los domisanitarios, es decir, al que usan en el jardín el ama de casa para el problema de las rosas, al que le aplique a un aerosol, es mucho más el llamado de un problema toxicólogo allí y no de un problema de aplicación. Tenemos que darle conocimiento a la sociedad y llevarle esa tranquilidad a la gente, transmitir el conocimiento del campo y no digo no preocuparse, hay que ocuparse. Pero no es un problema que tengamos hoy en la Argentina.
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