Pese a los valores nominales elevados no habrá una siembra récord en los principales países productores
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El dicho popular en el campo dice que cuando los precios de los granos son muy buenos, “se va a sembrar hasta en las macetas”. No obstante, la mirada errante hacia la temporada 2022/23 deja un sentimiento casi de nostalgia.
Esta vez, los precios nominales son muy altos, pero el resultado económico esperado dista mucho de lo versado por el dicho. Por lo menos desde el punto de vista de la intención de siembra. La primera versión de los hechos la tenemos con los datos oficiales de área a implantarse con maíz, soja y trigo en Estados Unidos.
En este sentido, el pasado 31 de marzo, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés), dio a conocer por primera vez sus estimaciones de siembra para el ciclo 2022/23. Para no dar demasiadas vueltas, con un área total entre los tres productos de 92,22 millones de hectáreas, solo se incrementarían 210 mil hectáreas respecto a los datos del ciclo previo. Es decir, el 0,22%. Claramente no sería un “boom” de oferta.
Los primeros sondeos en nuestra región muestran resultados similares a lo comentado más arriba. “Los márgenes proyectados para la campaña 2022/23 son peores que los de la temporada 2021/22″, era el comentario de un productor del oeste de la provincia de Buenos Aires. A lo que agregaba: “Entre el alquiler que ahora se va a tener que pagar con una soja más cara y la suba de los insumos, la mejora en los precios no logra mejorar los márgenes”. Ergo, en nuestro país tampoco vamos a tener un crecimiento del área sembrada.
Brasil por su parte tiene además la apreciación del real en relación al dólar desde que comenzamos el año. Para un país cuya población vive, gasta y ahorra en reales, que su moneda se haya apreciado casi un 18% en lo que va del año, compensa -en parte- las mejoras de los precios internacionales. Si bien falta mucho todavía, con la foto de hoy en Brasil tampoco va a haber una explosión en área.
Y, finalmente, está el caso de Ucrania que me exime de mayores comentarios, pero que algunas estimaciones informan sobre la imposibilidad de sembrar más del 50% de la zona agrícola. En donde además existen denuncias de los propios productores respecto a que los soldados rusos estarían minando los campos agrícolas para que no puedan ser sembrados.
Así las cosas, la presunción global de que a estos precios el negocio de la agricultura es millonario, resulta falaz. Sólo se requiere hablar con los actores de la producción para tener las ideas un poco más claras. El futuro resulta incierto, en tal sentido, por cuanto nuevamente la producción mundial de alimentos va a ser altamente dependiente del clima.
El contexto también es delicado, los últimos datos de FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) muestran que los precios de los alimentos se ubican en los niveles más altos desde principios de la década del 60. Y este último tema preocupa y mucho a los principales lideres mundiales. Ni Europa ni Estados Unidos quieren una nueva “primavera Árabe” como la ocurrida en el Norte de África y Medio Oriente, luego de los altos precios de los granos en 2008 y que terminara con el derrocamiento del presidente Mubarak en Egipto y el asesinato de Muamar el Gadafi en Libia.
El autor es socio de Nóvitas SA.
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