Para Marcelo Regúnaga, se debe diseñar e implementar una estrategia de inserción internacional inteligente que contemple el agregado de valor y la diversificación productiva y negociaciones de diferentes tipos de tratados
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Con el lema de “El campo es mucho más que campo”, en la Jornada Ganadera organizada por la Sociedad Rural Argentina (SRA) durante la 136º Exposición Rural de Palermo el ingeniero Marcelo Regúnaga, exsecretario de Agricultura de Carlos Menem y hombre con Domingo Cavallo en la desregulación y quita de retenciones para el agro en ese momento, analizó las estrategias y políticas agropecuarias necesarias para abordar los desafíos que plantea el nuevo contexto nacional e internacional y, específicamente, el camino hacia una nueva inserción externa de la Argentina. Regúnaga hoy es coordinador General de GPS (Grupo de Países Productores del Sur).
En su exposición, destacó que “la nueva administración del país ha planteado una visión del desarrollo nacional que deja de lado la estrategia de sustitución de importaciones que orientó las políticas de las últimas ocho décadas, cuyos resultados muy negativos están a la vista, basada en el hecho de que el mercado interno no es suficiente para promover el crecimiento de largo plazo del país, por lo que el desarrollo económico sostenible debe basarse en la inserción internacional con las actividades que resulten competitivas”.
Una nueva oportunidad
En este nuevo contexto, Regúnaga indicó que la estrategia productiva y comercial debe crear las condiciones para el desarrollo de una estructura económica competitiva sin discriminaciones intersectoriales, en la que la agroindustria y otras áreas con alto potencial de crecimiento competitivo (software, minería, energía y turismo) deben constituir los pilares de la nueva estrategia.
Pero destacó que estos conceptos deben ser consensuados y compartidos con los actores principales, en particular la mayor parte de los economistas, según dijo, que están muy influenciados por las políticas y teorías económicas prevalecientes en la Argentina por muchas décadas: “Necesitamos trabajar para inducir este cambio cultural, también en quienes dirigen hoy las actividades económicas, lo que plantea un enorme desafío para los dirigentes del sector”.
Dijo: “El potencial de crecimiento de la producción de carnes y su generación de empleo es muy grande y las tecnologías están disponibles para aumentar la productividad”. Regúnaga mostró que además hay amplias posibilidades de aumentar la participación en los mercados a los que se vende actualmente y abastecer otros de mayor valor agregado (carnes, bioproductos, servicios ecosistémicos para los que la ganadería es uno de los pocos sectores económicos que pueden capturar carbono y monetizarlo), si se implementa una estrategia productiva y comercial proactiva e inteligente que no ha estado presente durante muchos años.
Precisó que el punto de partida presenta un gran potencial, pero también debilidades resultantes de las políticas macroeconómicas, fiscales y comerciales, que discriminaron contra la producción y las exportaciones del sector ganadero mediante gravámenes al comercio exterior, controles de precios, prohibiciones de exportaciones, altos impuestos a las importaciones de otros bienes y otros desincentivos fiscales y financieros, que limitaron el crecimiento de la productividad y la competitividad de la cadena cárnica en su diferentes eslabones.
Destacó que las exportaciones agroindustriales están muy concentradas en pocos mercados y pocos productos de bajo valor unitario (por ejemplo, se exportan pocos porcentajes de carnes cuando se compara con Brasil y EE.UU.). “Además, las exportaciones de carnes también están muy concentradas generando una alta dependencia de la UE en las carnes enfriadas y de China en las congeladas, lo que también es de alto riesgo y exige cumplir con los requisitos unilaterales que define la UE, que en muchos casos no tienen bases científicas y generan altos costos de producción y comercialización”, explicó.
Frente a un escenario internacional que plantea altos riesgos geopolíticos, comerciales y regulatorios, para Regúnaga, se debe diseñar e implementar una estrategia de inserción internacional inteligente que contemple el agregado de valor y la diversificación productiva; y una estrategia de negociaciones de diferentes tipos de tratados (de acuerdo a los países) para mejorar el acceso y disminuir los riesgos, complementada por una estrategia de promoción comercial con una agencia de promoción de inversiones y comercial relevante (similar a la que tienen Australia o Brasil), que permita apoyar la comercialización de productos diferenciados y de alto valor agregado, dado que las commodities los exportan la empresas multinacionales o nacionales competitivas que operan en el país.
Una aspecto central de la estrategia para el especialista “es crear las condiciones macroeconómicas, comerciales y sectoriales de carácter estable (políticas de Estado) necesarias para mejorar la competitividad de las actividades ganaderas, tanto en la etapa primaria, en la que las brechas tecnológicas (entre los productores de punta y los promedios) son del orden del 100% a diferencia de los que ocurre con los cultivos donde las brechas son del 30%, como en la etapa industrial, cuyos costos unitarios son sustancialmente mayores a los de los competidores”.
“La estabilidad macroeconómica, la reducción de la presión impositiva, la eliminación de las cuotas y prohibiciones de exportación, la eliminación de los impuestos a las exportaciones y otras discriminaciones sectoriales (incluido el financiamiento), la eliminación de la competencia desleal son los componentes clave para crear la competitividad necesaria para que la ganadería pueda crecer de manera sostenida”, expresó.
“Dichas políticas deben ser acompañadas con políticas sectoriales en tres aspectos clave: un aumento de las inversiones públicas y privadas y la redefinición de las prioridades de la investigación y desarrollo, atendiendo a los nuevos desafíos que plantean los mercados internacionales; la definición de estándares, marcas y sistemas de certificación que incentiven el agregado de valor en la cadena cárnica, incluyendo también la producción de bioproductos y servicios ecosistémicos para su venta en mercados internacionales muy dinámicos y la asignación de alta prioridad a las inversiones en infraestructura física, comercial y de comunicaciones, claves para dar competitividad a las zonas alejadas de los puertos”, finalizó.
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