Pese a los esfuerzos del ministro-candidato Sergio Massa, la generación de confianza no logra hacer pie en el agro. Lo demostró esta semana cuando involucró al campo en una serie de medidas para corregir los efectos de la devaluación post-PASO. Con la más importante, una mejora del tipo de cambio para que la soja de la campaña pasada que aún está en stock se vuelque al circuito comercial, todavía hay más dudas que certezas. Al cierre de esta edición esperaban ser aclaradas. La incógnita que persiste es si las medidas sirven para que la industria mejore la capacidad de pago a la producción local o serán una vía para que aumenten las importaciones de poroto desde Brasil y Paraguay en una campaña caracterizada por la falta de volumen por la sequía.
En un contexto de incertidumbre, donde dos de las tres fuerzas más votadas en las PASO dijeron que van a bajar los derechos de exportación, o al menos un mecanismo para su reemplazo paulatino, y frente a la posibilidad de una nueva devaluación, las dudas entre lo que se anuncia y lo que se aplica no contribuyen a tomar decisiones.
Respecto de la baja de los derechos de exportación para las economías regionales, el propio Massa ya las había adelantado en su presentación en la Exposición Rural. Al respecto, el consultor Ernesto Ambrosetti, destacó que la medida va en un sentido adecuado, pero alertó que “hay que ver si esta mejora en los ingresos de las industrias se traslada efectivamente al productor”, y consideró que “las retenciones deberían eliminarse en todas las posiciones arancelarias, independientemente de su valor agregado”.
En el caso de los fertilizantes, el Gobierno anunció un programa para productores que hayan sembrado hasta 150 hectáreas de trigo o maíz y que fueron afectados por la sequía. Se entregarán cinco toneladas de urea mediante un programa del Banco Mundial, según anunció el secretario de Planificación del Desarrollo y la Competitividad Federal, Jorge Neme.
Esto sucede en un contexto en el que se mantienen las trabas para importar insumos mediante las SIRA y la dificultad para acceder al mercado de cambios con medidas tan complejas como el análisis de la capacidad financiera de las empresas. Así, se suman más sectores a las voces de alerta sobre inminentes frenos de las cadenas de producción: desde la industria de chacinados hasta la de alimentos para animales, entre otros.
Otra señal de alarma la dio la industria de semillas forrajeras que, en un informe, alertó que por el freno a la importación se pone en riesgo la producción de carne y leche para el próximo año. “La ventana de siembra de las especies forrajeras es muy acotada, las semillas deben estar disponibles para los productores en tiempo y forma, y ahora es el momento de asegurar el abastecimiento de la demanda para la próxima campaña”, expresó un documento de la Cámara de Semilleristas de la Bolsa de Cereales.
En definitiva, toda la cadena productiva, desde las entidades de productores hasta las cámaras agroindustriales, reclama medidas de largo plazo. La Mesa de Enlace reaccionó frente a los anuncios del Gobierno y sostuvo: “en lugar de estas medidas temporales, creemos que el camino sensato a seguir es la implementación de políticas integrales, de fondo y duraderas”. Los ruralistas dijeron que “es necesario aplicar políticas antiinflacionarias sólidas, abordar el crónico déficit fiscal y fomentar la producción, la libre comercialización y las exportaciones”. Esto podrá quedar para una próxima administración.
En ese contexto, más allá de los pronósticos de inminente llegada de un fenómeno Niño, hay numerosas zonas del país en donde falta agua. La Guía Estratégica del Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destacó que en la categoría “casi sin agua útil en el primer metro del perfil del suelo” están prácticamente todo Córdoba, Santiago del Estero, Chaco, norte de La Pampa, noroeste y sudoeste bonaerense y zonas del sudeste santafesino. La única buena noticia es la que traen los modelos de predicción climática para la primera semana de este mes que proyectan precipitaciones.
La cuenta regresiva es crítica para la siembra de maíz y para la evolución del trigo, salvo en el sudeste bonaerense bonaerense. En ese escenario complejo desde lo económico, político y climático, cualquier gesto de precisión y generación de confianza es bienvenido. Esperar que el campo sea el “maná” de la economía en 2024 no es lo más recomendable.
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