La inducción farmacológica del celo en vacas que redujeron su condición corporal por la sequía posibilita mejorar los índices de preñez y parición
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La prolongada sequía de otoño, invierno y primavera que se desarrolló en casi todas las zonas ganaderas ha provocado una desmejora generalizada en la condición corporal de las vacas de cría, muchas de las cuales se encuentran en anestro (ausencia de celo) en plena época de servicio. “Levantar” la condición de esos rodeos llevará semanas hasta que se alcance el pleno rebrote de las pasturas y exigirá otras semanas más para que la mejor nutrición se refleje en la recuperación del estado general de las vacas, que tienen las cría al pie en la actualidad.
En las condiciones descriptas -condición corporal menor de 3 en una escala de 1 a 5- cabría esperar que, en el corto plazo, los vientres no presenten ciclicidad normal y se postergue el desarrollo de la preñez atrasando todo el ciclo productivo de la actividad. Un misil para la rentabilidad de la empresa de cría.
¿Qué hacer en esas condiciones para no perder preñez ni terneros? Una posibilidad probada en distintos países es la estimulación y sincronización del celo y posterior inseminación artificial a tiempo fijo. Julián Bartolomé, médico veterinario que brinda apoyo técnico a los productores en Select-Debernardi, afirma que “ambas técnicas permiten devolver la ciclicidad al rodeo, elevar el porcentaje de concepción, aumentar la cabeza de parición y mejorar la calidad genética de los rodeos”.
Explica que, en rodeos de condición corporal adecuada, estas técnicas permiten alcanzar alrededor del 50% de preñez en la primera inseminación, valor que puede complementarse con una segunda estimulación o con repaso con toros. En rodeos de baja condición corporal, los resultados pueden ser menores, pero superadores respecto de una situación en la que no se implemente la técnica
Técnicas empleadas
Las estrategias de inducción del celo por medios farmacológicos tienen como base la utilización de un dispositivo intravaginal con progesterona, acompañado de la aplicación intramuscular de sales de benzoato de estradiol, GnRH (factor liberador de gonadotrofinas), eCG (gonadotropina coriónica equina) u otros compuestos. Luego de la aplicación, según la técnica, se produce la aparición concentrada del celo en los vientres, que son inseminados artificialmente de manera conjunta.
La implementación de estas herramientas “se apoya en protocolos de sincronización -y resincronización cuando resulta necesario- específicos para vacas y vaquillonas”, aclara el técnico. Desde hace varios años, se vienen utilizando con éxito en rodeos comerciales de distintas zonas del país.
“Un beneficio adicional de la inseminación artificial consiste en la mejora genética del rodeo: la fecundación con semen de toros con atributos que mejoran la conformación y los rasgos vinculados a la productividad de las vacas es un activo que se refleja en la clase y en el ritmo de crecimiento de los terneros de la siguiente generación”, subraya Bartolomé.
No obstante, hay productores que entienden que la implementación de estas herramientas es cara y que complica el manejo de la hacienda. Bartolomé rebate esa impresión al decir que “el costo de llevarlas a cabo se paga ampliamente al evitar la tarea de detección de celo, conseguir mayor peso de los terneros al destete y acortar del periodo parto-siguiente preñez”.
Las herramientas descriptas pueden complementarse con la aplicación de parches o pintura en la base de la cola, que permiten determinar la ciclicidad del rodeo. Una alternativa sería realizar una primera IATF con un protocolo que induzca celo en vacas en anestro tratando de maximizar el porcentaje de preñez. Luego, colocar parches que se pegan en la región lumbar (entre la cadera y la base de la cola). Estos parches cambian de color luego de la monta y permiten detectar aquellas vacas que, no quedando preñadas al primer servicio, continúan en anestro. Los parches, combinados con el diagnóstico de preñez por ecografía a los 26-28 días posteriores a la primera inseminación, permitirían resincronizar las vacas vacías y ver si es necesario tratar nuevamente el anestro. Entre primera y segunda inseminación se podría utilizar servicio natural -si el objetivo es la cantidad de terneros- o esperar para que todas las vacas vacías vayan a una segunda inseminación priorizando el mejoramiento genético.
El diagnóstico del anestro por palpación y ecografía transrectal del tracto genital en manos del veterinario es otra herramienta importante al momento de decidir cada una de las estrategias.
Finalmente, para implementar estas tecnologías en la práctica, Bartolomé aconseja la consulta a médicos veterinarios “para evitar errores y evaluar la tecnología más conveniente para su empresa”.
El profesional también recomienda que la inducción artificial del celo en situaciones de déficit nutricional pueda ser complementada con el destete temprano de los terneros y con la suplementación con heno, silaje o concentrados, de manera que las vacas puedan ganar peso una vez inseminadas. “Bajo un manejo nutricional aceptable, el 80% de vacas en anestro comienza a ciclar dentro de 10 días de retirados los terneros por destete precoz”, asevera Bartolomé, quien aclara que la separación temprana tiene un costo importante en alimentación del ternero.
A su vez, vacas en anestro con cría al pie que reciben tratamiento de inducción y sincronización de celo como los descriptos, han mostrado tasas de concepción 10 a 15% superiores que vacas no tratadas.
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