A los 85 años falleció Ignacio Corti Maderna, que tenía una habilidad única para elegir los mejores animales de una exposición
- 6 minutos de lectura'
Un hombre de bien, un apasionado de la ganadería, con una gran vocación de trabajo. Querido y respetado por colegas y por la gente de campo, con un ojo para seleccionar animales como pocos. Un gran dolor causó en la ganadería argentina el fallecimiento ayer de Ignacio Corti Maderna, “Don Ignacio”, a los 85 años. Todos recuerdan su paso cansino, su tranco corto, su sombrero de ala ancha, su pañuelo de cuello bataraz, su poncho de vicuña sobre los hombros, su bastón, su mirada atenta por sobre sus anteojos y su sonrisa franca. Así recorría las filas de Angus y de Hereford o juraba estas razas británicas en la pista central de Palermo, porque era un conocedor experimentado sobresaliente.
Quien más sino Octavio Caraballo, dueño de las Lilas y su amigo desde hace más de 60 años, para recordarlo. “Antes que nada fue un gran amigo. Muy respetado por esa rectitud y querido por los colegas y por la gente en el campo. Por años, nos llevó de la mano en un camino de éxitos para conseguir muchos Grandes Campeones en Palermo. Fue un gran referente de las razas bovinas, un tipo de una lucidez única para elegir animales”, dice a LA NACION.
“Le debo mucho, fue un gran compañero de ruta que me mostró muchas cosas que yo desconocía en eso de hacer toros de cabaña. Él era un gran conocedor, como pocos”, agrega.
Pese a no tener vinculación directa con el campo, desde chico soñaba ser “veterinario para poder cuidar toros y vacas” y, luego de un paso muy cortito por la facultad, en 1957 consiguió un empleo en la compañía Comega y la Estancia Bellamar, en la zona de Mar del Plata. Ese fue su primer destino.
“Hacia allí me fui con lo puesto. Comencé barriendo la despensa, era lo que en los viejos esquemas de las estancias se llamaba practicante y, como tal, siempre me tocaba la peor parte”, relató en una entrevista a LA NACION 15 años atrás.
Así fue creciendo y adquiriendo experiencias, con una meta clara: clasificar y seleccionar animales. En Pasteur, provincia de Buenos Aires, junto al apoyo incondicional de “Tato”, su mujer y su gran sostén, se afincó y crió a Ignacito, Regina y Simón, sus tres hijos.
“Por una decisión de su dueño, en esa época don Mario Hirsch, se hizo una cabaña que vendiera reproductores y que participara de las exposiciones. Y a finales de 1959, la gente de Las Lilas, que sabía de mi gusto por realizar esas tareas, me trasladó a sus campos. Ese fue el nacimiento de Las Lilas como cabaña que salía al exterior”, señalaba.
Con el tiempo, los viajes al exterior para visitar cabañas en los Estados Unidos y en Inglaterra, se hicieron frecuentes. El propósito era adquirir conocimientos y poner en práctica lo que veían en el exterior. Y en ese andar, comenzó a ser muy conocido en el ambiente y las cabañas extranjeras lo empezaron a contactar para ser jurado en Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Canadá.
En el campo, su labor nunca se terminaba, era un verdadero 24x7, que solo encontraba su momento de descanso verdadero en “Veranada Catriel”, su campo en Cacharí, provincia de Buenos Aires, donde lo esperaba Tato, en la galería de la mayoría, con su mate surero de boca chica, sus dulces caseros o un buen chorizo seco; o los veranos en el sur, en su lugar en el mundo, a orillas del río Chimehuin, en Junín de los Andes.
Los años fueron pasando y su generosidad inmensa lo hacía compartir su sapiencia con los más jóvenes que de a poco se iban incorporando a la ganadería. Siempre se lo buscaba en las tribunas para ver si el veredicto del jurado en pista era el correcto. Hoy, mientras se lleva a cabo la Exposición de Palermo, todos lo recuerdan con un gran cariño por haber contagiado a lo largo de la vida su pasión por la ganadería, su compromiso y responsabilidad por el trabajo bien hecho y “por ser un tipo derecho, frontal y sin dobleces”.
Para el genetista Norman Catto, es una gran pérdida para la ganadería argentina: “Fueron 20 años como grandes compañeros de trabajo y me dejó trabajar y fue así que logramos tantos éxitos en Las Lilas. Me duele en el alma, se me fue ‘el gordo’. Son cosas que pasan pero es muy triste para mí”.
Para Alfonso Bustillo, presidente de la Asociación Argentina de Angus, “Ignacio fue para todos un referente”. “Para los que criamos Angus, con su personalidad campechana, su humildad, sus conceptos tan claros y precisos de la selección de ganado fue un gran jurado. Fue un lujo para mí el haber compartido con él la pista de Palermo en el 2002 como jurado. Siempre lo tendré en mi memoria como un señor del campo. Mis honores a quien tanto hizo por la ganadería argentina”, recordó.
Titi de Larminat, presidente de la Sociedad Rural de Neuquén y amiga de la familia, destacó su nobleza de bien. “Un tipazo, muy generoso con su enorme experiencia en genética de varias razas y un jurado de excelencia que siempre estuvo a disposición cuando lo convocamos durante años a nuestras exposiciones en Junín de los Andes”, dijo.
“Lo recordaremos siempre con su cálida sonrisa, sus ojos pícaros, su andar tranquilo y su distinguida presencia que engalanaba todas las pistas en las que juró. Deja una lindísima familia que ya es parte de la nuestra desde siempre y a quien acompañamos afectuosamente en este momento de tristeza”, añadió.
Al final de la entrevista realizada por LA NACION en 1999 dijo algo que lo pinta en su sencillez y simpleza: “Yo me siento un privilegiado, lo digo sinceramente a mis sesenta y un años, porque he podido canalizar mi voluntad y pude vivir intensamente esa vida de campo. Cuando me tomen examen arriba me van a preguntar: ‘¿Qué hiciste vos de bueno?, porque todo lo demás lo tuviste’”. Hasta siempre, “Don Ignacio”, acá quedan los frutos que sembraste.
Otras noticias de Exposición Rural de Palermo
Más leídas de Campo
En Italia. La maquinaria agrícola argentina reforzó su potencial exportador en una feria internacional
“Que nunca se implemente”. El agro argentino celebró la prórroga de Europa de una normativa contra la deforestación
Revuelo. En un municipio se aprobó una controvertida tasa que, según el sector privado, significará el pago de unos $16.000 millones
“Los partidos se juegan en la cancha”. Los expertos analizaron el portazo del Gobierno de la cumbre climática COP29