Frente a los cuestionamientos hacia los sistemas de producción que comenzaron a hacerse en las Naciones Unidas, los países de la región exhiben sus argumentos para demostrar que pueden contribuir a enfrentar el cambio climático
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La ganadería es parte de la solución, no el problema. En momentos en que es común levantarse a la mañana, mirar las noticias por el celular y descubrir que una celebridad decidió no comer carne porque no quiere destruir al planeta, en los países del Cono Sur se está dando a conocer un mensaje diferente.
La cuestión ya no se concentra en la frivolidad mediática sino que empieza a escalar en las decisiones de los gobiernos. Las Naciones Unidas han decidido hacer una cumbre global sobre sistemas alimentarios en septiembre próximo en Nueva York con el objetivo de acelerar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 en los que los temas de la alimentación y la salud ocupan un lugar central.
Hasta allí habría que celebrarlo. El problema es que los supuestos sobre los que se basa la convocatoria del organismo internacional ponen a los sistemas de producción como “fallidos” y, por lo tanto, necesarios de modificarlos de raíz. El foco negativo está puesto en las proteínas animales y particularmente en la carne bovina.
Sin embargo, un documento elaborado por Gabriel Delgado, representante en Brasil del Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) y Diego Gauna, coordinador del área de Prospectiva del Centro de Investigación en economía y Prospectiva del INTA, echa luz sobre la realidad de la producción de los sistemas ganaderos en los países del Cono Sur y cómo ya se están transformando para adaptarse a los nuevos tiempos.
En el trabajo, elaborado para el Consejo Agropecuario del Sur (CAS) que comprende a la Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia y Chile, se explica que el enfoque de la intensificación sostenible en los sistemas de producción de carne bovina, que ya tiene ejemplos en la región, es el camino adecuado para cumplir con los ODS.
Delgado y Gauna destacan que los avances científicos y tecnológicos “que aparecen como prometedores en el horizonte de corto y mediano plazo” en ese horizonte son los siguientes:
Aceleración del mejoramiento genético del ganado: esto, explican, se logra “vía incorporación de información genómica, técnicas avanzadas de reproducción y métodos de mejoramiento de precisión; es decir, avances que combinan los nuevos desarrollos en biotecnología animal con la agricultura digital, que pueden resultar en rumiantes con menores emisiones de metano y óxido nitroso”.
Mejoramiento genético de forrajeras adaptadas al cambio climático: esto se da por “la naturaleza pastoril de la ganadería de la región del Cono Sur, que resulten en menor intensidad de emisiones o mayor captura de carbono orgánico del suelo”.
Avances en nutrición animal: “producto de los desarrollos en alimentación de precisión, la exploración del microbioma de los animales y la examinación e incorporación de nuevos insumos para la alimentación del ganado”. Como ejemplo, citan el caso de un trabajo científico que se publicó recientemente sobre la “inclusión en la dieta de los animales de una macroalga roja denominada Asparagopsis taxiformis, que “genera una reducción consistente y considerable de la producción de metano, así como tiene el potencial de lograr menores costos de producción”
Avances en ganadería de precisión (Precision Livestock Farming): en el documento destacan que este criterio está avanzando “a través del uso de sensores, drones, inteligencia artificial e internet de las cosas, entre otras innovaciones, para realizar monitoreos, controles y trazabilidad en tiempo real, de manera continua y automatizada del ganado doméstico”. Recuerdan que “los datos recolectados por sensores (tales como cámaras, micrófonos, acelerómetros, espectrómetros), junto con técnicas analíticas avanzadas producto de los avances en la ciencia de los datos, proveen herramientas eficientes para el monitoreo de los animales con el objeto de incrementar el bienestar animal y optimizar el uso de los recursos”. ?Producción silvopastoril: en el documento destacan “la expansión de los modelos integrados entre la producción agrícola, la producción pecuaria y la forestación, basados en esquemas de economía circular, y que promuevan una mayor captura de carbono”.
Hay otros ejemplos que citan como válidos como las tecnologías para evaluar la calidad de la carne, las que promueven el bienestar animal y el equipamiento que reduce la emisión de metano en las vacas, entre otros.
En el cambio climático
¿La ganadería es la mala de la película en la emisión de gases de efecto invernadero (GEI)? Según se desprende de la lectura del documento, quienes creen que sí lo es están soslayando un conjunto de evidencia científica para sostener esa afirmación.
En primer lugar, repasan la confusión se generó de un trabajo de la FAO de 2006 que decía que la ganadería era responsable del 18% de las emisiones de GEI. Un estudio posterior del mismo organismo, realizado siete años después, llevó esa estimación al 14,5%. Sin embargo, el documento sostiene que esa cifra se ha “utilizado erróneamente” para compararla con la contribución del 14% que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) calculó para el transporte. “Ambos coeficientes no son comparables porque los cálculos de la FAO y el IPCC utilizan metodologías diferentes. El IPCC calcula emisiones directas con un enfoque sectorial, mientras que el modelo de la FAO calcula las emisiones utilizando la metodología del ciclo de vida”, destacan. Al corregirse “la contribución de la ganadería global se encontraría entre un 5,5% y 10% de las emisiones totales”.
Pero eso no es todo. Delgado y Gauna hacen hincapié en que se deberían calcular no solo las emisiones sino “también la potencial captura y secuestro de carbono de los diferentes sistemas de producción, especialmente por la naturaleza pastoril que posee la ganadería bovina en el Mercosur”.
Al respecto, cita las investigaciones realizadas por el experto Ernesto Viglizzo, que muestran que “las tierras de pastoreo estarían generando un excedente de carbono, es decir que las emisiones que producen los animales resultan más que compensadas por el secuestro de carbono que generan, en condiciones de pastoreo extensivo”. De acuerdo con ese estudio, “la relación entre secuestro y emisión es superior a uno para todos los países del Mercosur”. No obstante, los especialistas recomiendan profundizar las investigaciones para determinar correctamente el balance entre emisiones y capturas.
Con sabor a poco
La semana pasada se realizó en Roma la pre-cumbre al encuentro que mantendrán en septiembre próximo los países miembros de las Naciones Unidas. Asistieron 500 delegados de 108 países, incluidos 62 ministros, entre los que estuvo el ministro de Agricultura de la Argentina, Luis Basterra.
Los países de las Américas fueron con una posición común elaborada en un consenso de 16 mensajes que trabajó el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA). La ministra de Agricultura de Brasil, Tereza Cristina, fue la encargada de entregar ese documento al director de la FAO, Qu Dongyu.
En rigor, los diplomáticos y funcionarios de la región están viendo un entramado de intereses que operan sobre la ONU que incluye a los gobiernos europeos y ONG que apuntan contra los modelos productivos de la región.
Aunque observaron que hubo un clima de diálogo en los tres días de la cumbre, los negociadores regionales creen que se está dejando afuera de la conversación global la importancia que tienen el comercio y el papel de la ciencia y la tecnología en los sistemas alimentarios. También ven que está dejando afuera el papel central de los productores agropecuarios.
“Nos dejó sabor a poco”, dijo un negociador sobre la pre cumbre de Roma.
Impacto
- El ganado bovino en las Américas representa el 44% de las existencias ganaderas a nivel mundial; ascendería a 64%si no se considerara a la India en esta cuenta
- Las exportaciones de carne bovina del Mercosur más Chile y Bolivia representan el 38,6% del total mundial. Brasil es el líder con 23,5% de las ventas, seguido por EE.UU. y Australia
- En el Mercosur más Chile y Bolivia se producen 14,6 millones de toneladas de carne al año, lo que equivale al 24,2%c de la producción mundial. Brasil está en el segundo lugar del ranking detrás de los EE.UU.
- “El continente americano posee actualmente el mayor consumo per cápita de carne bovina del mundo, con alrededor de 28,6 kg./hab. al año”, dice el estudio.
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