El negocio se ve afectado por los daños que provocaron las heladas a las pasturas; por el encarecimiento de las reservas, y por un valor del ternero que refleja la caída de la demanda
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Las heladas de la primera quincena de julio provocaron efectos diversos en los campos de la región pampeana. Obviamente, constituyeron un misil para la ganadería al aniquilar la oferta forrajera de campos naturales y pasturas.
“En la Cuenca del Salado no hay pasto porque llovió tarde y porque los verdeos de invierno están muy atrasados”, observa un productor con campo sobre la ruta 226.
Por eso, el precio de las reservas se fue a las nubes: “Esta semana me pidieron 140.000 pesos por tonelada de rollos, por la demanda combinada de los feedlots y de los ganaderos pastoriles”, se queja el productor, que ve que, frente ese valor, es preferible comprar maíz, que consigue a 140.000 pesos por tonelada en la zona.
El grado de complicación de la ganadería en esta época se puede comprobar con un indicador muy sencillo: el precio del ternero está clavado desde hace varios meses perdiendo terreno frente a la inflación porque la demanda está imposibilidad de comprar.
El otro efecto de las heladas interminables fue “la liquidación de las malezas en los barbechos, lo que reducirá la necesidad de aplicaciones de herbicidas”, adelanta el consultor Julio Lieutier.
El trigo, en carrera
En los trigos hay diferentes situaciones. “En los lotes sembrados con variedades de ciclo largo en el norte de Buenos Aires solo se ven algunas hojas afectadas y menor desarrollo”, observa Lieutier. “Nacieron bien, se beneficiaron con 10 días seguidos de temperaturas de 20° y están con buena población”, añade. Las semillas en germinación de los cultivares de ciclo corto estuvieron 20 días bajo tierra y recién están dando inicio a la emergencia.
En síntesis, no se ve una gran pérdida de plantas de trigo, ni fuertes daños por el efecto de las heladas, sino que los cultivos están más afectados por la escasez de lluvias. La falta de humedad determina que muchos productores no completen la dosis de nitrógeno programada para alcanzar un rinde objetivo alto.
“Por ahora no se ven amenazas importantes de roya ni de insectos; si lloviera bien en los próximos días, los productores se animarían a tomar posiciones a término para una parte de la producción potencial y aprovechar los US$210 por tonelada que se ofrecen para fines de año”, proyecta el técnico. Son precios inferiores a los del otoño, cuando arañaron los US$250, pero permitirían alcanzar una rentabilidad atractiva si se obtienen rindes de tendencia.
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