Leonardo Hernández pasó por varias actividades, entre ellas empleado de una casa de remates y contratista rural, antes de destacarse como uno de los cabañeros más eficientes de una raza ganadera
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Leonardo Hernández es el titular de una cabaña de Limangus que bate todos los récords de precios de venta de sus reproductores en concursos y exposiciones. Pero el éxito no fue producto del azar sino de un trabajo constante partiendo de cero, con objetivos claros.
Es que Hernández es un emprendedor nato e incansable. A lo largo de su vida desarrolló más de 16 actividades. Empezó su vida laboral los 15 años. En el colegio secundario, les pidió a sus padres pasar al Comercial nocturno, para poder trabajar de día. Hizo trabajos de imprenta, fue empleado en una casa de remates feria, operó como contratista rural...y la lista continúa.
El vínculo con la actividad agropecuaria comenzó con la compra de máquinas para picado de forraje integrando una sociedad, para ofrecer servicios de ensilado. El negocio anduvo bien y Hernández buscaba donde depositar los ahorros. En un momento, apareció la oportunidad de alquilar 150 hectáreas de un familiar de su esposa. Hernández tomó el campo y empezó a hacer invernada pastoril de terneros comprados en la cuenca del Salado, con miras a producir novillos trazados para exportación con el programa Pampa Mía.
El tiempo fue pasando y el empresario enfrentaba problemas durante la comercialización de la hacienda: en las liquidaciones de los frigoríficos surgían discusiones por el rendimiento, el porcentaje de grasa etc. que lo impulsaron a producir sus propios terneros para engordar.
Empezó a averiguar con conocidos -ingenieros agrónomos, veterinarios, genetistas- quienes le aconsejaron que se inclinara por animales que tuvieran alguna proporción de sangre continental, con más músculo y menos grasa en la res, como Limangus.
“Compré 80 vaquillonas Limangus Puras Controladas preñadas para empezar la producción propia de terneros. Al llegar al destete, el veterinario me aconsejó dejar algunos ejemplares para toritos, en virtud de la calidad de los animales”, recuerda Hernández, quien puso en marcha un programa con gran presión de selección para lograr alta consistencia genética en sus animales.
En esa etapa de su vida, Hernández vendió a sus socios la parte del equipo de maquinaria forrajera e invirtió el capital en comprar 132 hectáreas en Victorino de la Plaza, en el partido de Guaminí, en el oeste de Buenos Aires. En esta superficie propia fundó una cabaña de Limangus.
La decisión de convertirse en una cabaña partió del convencimiento de la calidad genética de la raza y del diferencial de valor que existe entre un novillo terminado y un toro, sobre todo en una empresa de escala productiva chica. Un toro Puro Controlado se puede vender en el equivalente a 1200-1400 kilos de novillo. Uno de Pedigrí, a 1500-2000, según la calidad. Una vaquillona Pura de Pedigrí puede venderse 1000 a kilos de novillo.
A las 80 vaquillonas originales, en los servicios siguientes Hernández les dio semen de toros de punta y seleccionó a su descendencia por fenotipo, fertilidad, mansedumbre y otros rasgos positivos para la producción.
Nutrición
La nutrición de los rodeos de Hernández incluye pasturas, verdeos, cultivos diferidos y suplementación estratégica. Con un esfuerzo de varios y años, hoy dispone del 50% de la superficie ganadera implantada con pasturas de alfalfa y festucas mediterráneas, de mejor la calidad y palatabilidad que las que se conseguían años atrás.
Las especies de la mezcla se complementan muy bien a lo largo del año: la festuca mediterránea produce muy bien en otoño e invierno, cuando la alfalfa entra en reposo, mientras que la leguminosa se hace fuerte en primavera y verano. La festuca mediterránea no es invasora y permanece en producción hasta la salida del invierno, cuando genera una consociación temporaria que reduce los riesgos de empaste.
Los terneros nacidos de los vientres de la cabaña se destetan a los seis meses. Permanecen 15-20 días en corral, con rollos de buena calidad y suplementación, para pasar luego a verdeos de invierno y pasturas. Al destete se identifican los animales más destacados, que son destinados a reproducción. Los rechazados se engordan para faena.
Los toritos de año continúan su recría en pasturas y comienzan a suplementarse 120-150 días antes de la temporada de ventas. La terminación es a corral en los últimos 60-90 días.
El proceso de mejoramiento de los animales de la cabaña siguió en desarrollo, lo que permitió que el empresario comenzara a participar en exposiciones zonales de animales Puros Controlados, para agregar la hacienda de Pedigrí que se comenzó a presentar, luego, en la Exposición Rural de Palermo. Esta presencia porteña permitió el despegue de la cabaña, su crecimiento y visibilidad.
En “la Rural”, Hernández participó desde 2016 hasta la última edición presencial en 2019. En 2017 obtuvo la Gran Campeona hembra de la raza Limangus. En 2018, el Gran Campeón macho. En 2019, el Gran Campeón macho y el Reservado.
“Hoy la raza Limangus está en pleno crecimiento y tiene reconocimiento de todos los eslabones de la cadena de ganados y carnes, sobre todo de los matarifes y de los frigoríficos”, observa el cabañero. Esta realidad lo encontró muy consolidado con su oferta de productos genéticos.
Al crecer en cabezas, Hernández alquiló 400 hectáreas adicionales. En las 132 propias tiene el rodeo de Pedigrí, integrado por 100 madres. En la superficie arrendada hay 250 vientres Puros Controlados.
En una pequeña proporción de la superficie se desarrollan planteos agrícolas de apoyo a la cabaña. Leo desarrolló una rotación que incluye el girasol (de muy buenos rindes en la zona y con la virtud de entregar el lote temprano para sembrar verdeos de invierno) y maíces (para picado y producción de granos para consumo de la hacienda).
Exposiciones
Además de las exposiciones zonales y de Palermo, Hernández participó del Concurso de Novillos de frigoríficos de Tres Lomas y Salliqueló, en los que obtuvo los primeros premios. También intervino en el Concurso Nacional de Hacienda del Mercado de Liniers organizado por Sáenz Valiente, Bullrich y Cía, donde consagró los Grandes Campeones compitiendo con miles de animales.
En 2021 realizó el primer remate propio de la cabaña, con muy buenos valores por los reproductores. El año pasado también participó en el remate de Genética de Elite, de Carlos Ojea Rullán con dos hembras que obtuvieron buenos precios.
El reconocimiento de la campaña generó oportunidades de llevar la genética de Hernández a otros países. “Hace tres años se formó la Sociedad de Criadores de Limangus en Uruguay y un integrante me propuso llevar animales de Pedigrí para armar un núcleo genético en la otra margen del Río de la Plata”, cuenta Hernández. El objetivo es que los siete animales enviados se reproduzcan y se presenten en la exposición de El Prado para darle impulso a la raza en un país importante en el comercio mundial de carnes.
Una combinación virtuosa
La Limangus es una raza sintética creada en la Argentina, estabilizada en 5/8 Angus Y 3/8 Limousin. Es una genética con un objetivo netamente carnicero: lograr la mayor cantidad de carne de la mejor calidad posible. “Quienes idearon la raza buscaron el volumen de carne del continental Limousin y la calidad de carne, adaptabilidad distintos ambientes y la fertilidad del Angus”, sintetiza Hernández.
“Se consiguió un animal moderado en tamaño, de frame intermedio, con vacas de 430 a 480 kilos, pelo colorado o negro, corto y liso, y toros de 600 a 900 kilos , con importante desarrollo muscular.
Dan muy buen rendimiento en gancho y en la mesa de desposte por tener un engrasamiento justo y excelente relación hueso/músculo. Esto último quiere decir que tiene suficiente hueso para mantenerse, pero lo más fino posible, lo cual evita que se desperdician muchos kilos. Por otro lado, la res de Limangus tiene un excelente corte pistola, la sección de mayor valor en términos comerciales.
Según Hernández, estas características determinan que los terneros de invernada se paguen 10-20% más y que los novillos gordos tengan un premio de dos o tres puntos, pagados por matarifes y frigoríficos, por el mayor rinde esperado.
Las claves de la cabaña
Servicio corto: las vaquillonas entran a servicio en otoño durante 60 días. Las vacas reciben servicio primavera durante 75 días. Los vientres son inseminados artificialmente a tiempo fijo y repasados con toros
Selección rigurosa: la identificación de los machos más destacados se realiza en dos momentos: hay una primera clasificación al destete y una segunda al año de edad. Las hembras se evalúan al destete y al momento del primer servicio.
Fertilidad estricta: en la cabaña son muy estrictos con la fertilidad del rodeo: vaca que queda vacía luego al tacto se va del campo. Esta selección permitió tener porcentajes de preñez por encima del 95
Trasplante embrionario: a pedido, en la cabaña se venden embriones para trasplantar a otras hembras. Para ello, se seleccionan como donantes las mejores vaquillonas y vacas, para asegurar excelencia genética en la progenie
Implementos modernos: una herramienta importante en la cabaña es la ecografía de carcasa. Proporciona datos de área del ojo del bife y del engrasamiento dorsal, intramuscular y de cadera. Con esos datos se avanza en el mejoramiento para producir más carne de calidad
Esta nota se publicó originalmente el 26 de junio de 2022
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