Hace días que observo como la discusión agropecuaria se centra en las retenciones a las exportaciones y sus altos costos, pero poco y nada se escucha de la ganadería.
El stock ganadero de nuestro país está estancado en promedio en 54 millones de cabezas hace décadas. Las diferentes sequías, el avance la frontera agrícola, y las sendas intervenciones mal realizadas, no dejaron que creciera y expresara su potencialidad.
Ganadería es sinónimo de federalismo, de rotación de cultivos con pasturas y verdeos, de sostenibilidad ambiental; pero sobre todo es sinónimo de ocupación territorial y generación de empleo genuino, directo e indirecto.
A la ganadería solo se le pide, solo se le saca, y nunca se le aporta, no hay un Programa Ganadero Global que promocione y ayude a mejorar la eficiencia de la misma. Un Programa que busque incrementar el stock, pero sobre todo logre mayor eficiencia en nuestro rodeo, con eje en la promoción de forraje y sanidad, genética, entre otros aspectos. A la ganadería siempre se le pide, se le exige; y las lonjas salen del mismo cuero.
En los últimos meses se ha instalado como principal medida y propuesta del gobierno el avanzar con el chipeado de todo el rodeo. Una propuesta a mi criterio innecesaria y riesgosa.
Uno de los fundamentos de quienes quieren avanzar con el chip es que la Unión Europea lo estaría pidiendo, lo cual no es cierto. La última auditoría de la UE de carne bovina del año 2020 (DG Sante 2020-6935), en su informe final avala el sistema actual de identificación y trazabilidad, y concluye: “a nivel de producción primaria, la organización y la implementación de los controles proporcionan garantías fiables sobre la identificación, los movimientos y la trazabilidad de los animales que entran en la cadena de producción a la UE”.
Nuestro sistema fue discutido muchos años, me tocó participar del equipo de coordinación cuando en el marco de la cadena en su conjunto decimos dar un salto de calidad y garantías, definiendo la identificación individual y la trazabilidad grupal como eje de nuestra propuesta. Claro que es mejorable y que últimamente están faltando más controles de campo y cierres en plantas, pero nada indica que estemos ante una necesidad de pasar al chip. Un nuevo costo innecesario para la ganadería. Tampoco sería apropiado plantear que es una medida en la búsqueda de nuevos mercados. En ese caso sería oportuno que las autoridades defiendan nuestro sistema actual, en vez de pensar en un cambio. Y en todo caso, si fuera una exigencia de algún mercado de interés, sería factible armar un circuito particular para el mismo si su potencialidad lo amerita.
Sin justificación
Seguimos sacándoles a las vacas, a las subas de los valores de las guías y permisos de marcación sin justificación alguna, se suma el cobro del Ipcva, que en plena emergencia agropecuaria por sequía indexó por encima de la inflación su tasa, sin saber bien a dónde van a parar esos cuantiosos recursos.
Hace años la Argentina definió como estrategia sanitaria el avanzar paulatinamente en un proceso de dejar de vacunar contra fiebre aftosa. El programa definía iniciar con los novillos, luego las vacas madres (quizás regionalmente), y manteniendo la misma en animales menores, hasta evaluar regionalmente la situación epidemiológica producto de la eliminación de la inoculación iniciada por nuestros países vecinos. Nada de eso sucedió, priman intereses particulares, o de los entes de vacunación, por sobre los recursos del sector ganadero en su conjunto.
Nos acordamos de la ganadería cuando el precio de la carne impacta en el IPC, pero en momentos como estos, donde la hacienda en pie y los precios internacionales no ayudan, sería el momento de eliminar las retenciones a la carne, para fortalecer las exportaciones y dar competitividad al sector.
Hay problemas más importantes en la cadena que el chipear el rodeo. La informalidad, donde gran parte de los negocios minoristas no reciben la mercadería facturada, los dobles estándares sanitarios, ambientales y laborales, son todos temas que algunos los reconocen pero llevamos décadas sin abordarlo.
Es momento de dar señales y avanzar con medidas de promoción y competitividad para la ganadería: solo así se podrá lograr de una vez por todas un salto de crecimiento y mejora de su eficiencia.
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El autor es productor ganadero y exvicepresidente Senasa