El año pasado, el Senasa logró decomisar un total de 15.012 kilos de productos de origen animal y vegetal en distintos aeropuertos y puertos metropolitanos
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Langostas y cangrejos directo de Japón; canarios de España; fémur de vaca envueltos en nylon de Brasil; calamares disecados de China, maletas repletas de granos de maíz, papas y hortalizas de Perú, cuises y patos carneados y crudos de Bolivia, una llama embalsamada, fueron algunas de las cosas insólitas que encontraron en valijas en el aeropuerto de Ezeiza; Batata, Layra, Merlín, Coco, Antón, Bocha, Greta, Kenia, India y Milo, los diez beagles que integran la Brigada Canina del Senasa.
En 2021, el organismo sanitario logró decomisar 15.012 kilos de productos de origen animal y vegetal que tienen su ingreso prohibido por ser posibles transmisores de enfermedades y plagas. Además de Ezeiza, el trabajo se completó en los aeropuertos de San Fernando y de Aeroparque y, en la terminal portuaria de Buquebus.
En detalle, el Senasa fiscalizó el equipaje de casi un millón de pasajeros que arribaron al país en 382 barcos y más de 15.000 aviones. Del total incautado, unos 13.335 kilogramos correspondieron al aeropuerto de Ezeiza; 654 kilos a Buquebus; 979 kilos a Aeroparque y; 44 kilos al aeropuerto de San Fernando.
Para la supervisora de Fronteras del Centro Regional Metropolitano del organismo sanitario, Gabriela Díaz González, estas acciones de control buscan mantener el estatus zoofitosanitario de la producción agroalimentaria del país.
“El punto crítico de control está en los equipajes de los pasajeros. Debemos preservar el estatus porque la Argentina exporta y somos libres de esas plagas. Si no lo hacemos, nuestras exportaciones caerían. Fuera de la pandemia, incautábamos hasta cuatro toneladas por día solo en Ezeiza”, indicó a LA NACION.
Díaz González conoce al dedillo las artimañas que tienen los pasajeros a la hora de tratar de ingresar productos prohibidos. Igualmente, con 19 años en esta repartición nunca deja de sorprenderse de los productos más extraños que los pasajeros intentar introducir en el país.
Si bien lo más común son los embutidos provenientes de España e Italia, y frutas de los países limítrofes, no comprende que alguien pueda traer canarios encerrados dentro de una valija tantas horas de viaje.
“Muchos de ellos, cuando abrimos la maleta, ya estaban muertos. Una vuelta recuerdo que en un equipaje nos encontramos con que las antenas de las langostas vivas se movían sin parar. Otra cosa que me acuerdo que unos brasileños me dijeron que traían esas patas de vaca para sus mascotas y carne fresca para hacer feijoada”, describió.
“Cada vez que llega un vuelo de Asia, ya sabemos que es de alto riesgo, que algo se va a decomisar. Lo más insólito es que cuando llegan y le encontramos algo que está al vacío y en un idioma que no entendemos, nos quieren convencer que se trata de caramelos y cuando lo abrimos hay un olor a pescado terrible. También incautamos mucha comida kosher de los vuelos provenientes de Israel“, detalló.
Desde el 2003 que Díaz González está en este sector, cuando entró a trabajar con Katty, una perra de la brigada; luego pasó como inspectora de escaneo; después a residuos regulados y ahora está como supervisora de los tres aeropuertos y del puerto. Durante su jornada laboral deambula por entre los aeropuertos y el puerto, de manera permanente: “Es la única forma que el trabajo sea efectivo”.
Tanto para los perros como para el personal la labor es ardua. Los animales entrenados caminan sobre las maletas sobre las cintas en movimiento, marcando los equipajes. Cuando detectan algún elemento de los encuadrados como prohibidos, se sientan o se acuestan sobre el equipaje.
Su rutina es compleja. De a pares, cada perro trabaja dos horas seguidas y luego tiene un momento de descanso de tres horas. Recién después de ese relax, están en condiciones de brindar otras dos horas de servicio.
Esos bolsos marcados son pasados por los inspectores por los escaners, donde se confirma si el producto es de ingreso prohibido o no al país. Muchas veces, el personal se trenza con los pasajeros que no quieren que les saquen la mercadería.
“Hay que tener una enorme templanza para explicarles que no se puede ingresar esos productos, sobre todos con las personas que pertenecen a distintas colectividades y que tienen otras culturas, porque se enojan y se ponen mal. Las peleas son tremendas cuando le decís que le vas a incautar los productos prohibidos. Hasta a veces debe intervenir la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) cuando la cosa se pone pesada”, indicó.
Para la funcionaria, para tener un control aun más eficaz, lo óptimo sería contar al menos con 20 personas más en cada lugar y los kilos decomisados por ende se multiplicarían. “Hoy es imposible controlar todo, nos falta material humano para hacerlo. Pero hacemos todo lo humanamente posible para hacer el trabajo de manera comprometida”, finalizó.
Según el Senasa no se puede ingresar con:
- Alimentos: productos de manufactura casera, carnes de cualquier especie animal, chacinados, embutidos, jamones, miel, productos y derivados lácteos, alimentos sin identificación o rótulo. En productos porcinos puede ingresar jamón serrano e ibérico, lomo ibérico, trozado o laminado, sin hueso, procedente de España, en envase al vacío o atmósfera controlada original de fábrica, debidamente rotulado e identificado y de libre comercialización en dicho país
- Vegetales: frutas y hortalizas frescas; flores y plantas de jardín; plantas frutales, ornamentales y forestales; vegetales y sus partes (semillas, raíces, yemas, etc.)
- Animales vivos: en caso de mascotas, hay que ver los requisitos para el ingreso
- Otros productos: alimentos para animales, productos apícolas (cera, propóleo, etc.), productos veterinarios (sueros, vacunas y otros), insectos, bacterias, hongos, material reproductivo y otros microorganismos para investigación
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