En el partido bonaerense de San Vicente, delincuentes ingresaron en el campo de Natalí Spala y se llevaron animales por más de $1 millón
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El clima festivo de fin de año para la productora Natalí Spala y su marido, Francisco Camagno, se desmoronó en un segundo cuando el domingo por la mañana fueron al campo de 30 hectáreas que alquilan, a unos 15 kilómetros del pueblo bonaerense de San Vicente, y lo encontraron totalmente vandalizado.
Le robaron 97 lechones, tres corderos, siete chivos y aun no sabe cuantas gallinas. Asimismo, se llevaron todos los alambres eléctricos, los boyeros y una garrafa. Si bien intentaron juntar la hacienda en el corral y llevarse vacas, los delincuentes no pudieron.
Nacida y criada en la zona, con sus 29 años, la técnica en producción agropecuaria y también comisionista de hacienda expresó no puede creer lo que vivió. “Hace cinco años, con mi marido decidimos arrendar un pequeño establecimiento mixto ubicado en un camino rural llamado Once bocas para hacer ganadería, agricultura, criar cerdos y huevos orgánicos. También tenemos una huerta familiar. Era una gran ilusión pero ahora se derrumbó todo”, indicó a LA NACION.
“En una noche, hemos perdido más de un millón de pesos en animales, sin contar los eléctricos, los boyeros, el alimento de los animales, el alquiler del campo, las vacunas para sanidad. Pero lo más doloroso es que nos robaron el trabajo y el sacrificio de más de un año”, añadió.
Según describió, la noche del sábado pasado, estuvieron en el campo hasta las 21.30 y todo estaba perfecto. “Era el día de franco del casero y, claramente, estaban controlando nuestros movimientos. El domingo a las 9, al llegar al campo, la tranquera estaba partida, en un principio pensamos que era un animal que había roto pero después cuando vimos el candado golpeado y la cadena suelta entendimos que nos habían entrado”, detalló.
El matrimonio comenzó a recorrer el lugar. Primero fueron a ver los tres corrales donde estaban criándose los lechones: “Solo quedó la sangre en el suelo, ningún lechón listo para faena nos dejaron, se llevaron nuestro esfuerzo de todo un año”.
Luego se dirigieron al corral de las ovejas. Como no era la primera vez que tenían un robo para estas fechas, habían decidido largar la majada al campo para que si entraba gente a robar al menos se les dificulte: “Las encontramos encerradas y se llevaron tres corderos. Siempre tomamos precauciones pero nunca alcanza”.
También describió que años atrás sumó otra actividad más: instaló un gallinero con 100 gallinas ponedoras. Por peligro en la noche a animales depredadores, siempre las encierran. “Cuando llegué, el gallinero estaba abierto y aun no pude rejuntar y contar las gallinas y saber cuantas me faltan”, dijo.
Si bien rescató la ayuda de los vecinos que le prestaron eléctricos y colaboraron para arreglar la tranquera y acomodar los boyeros, Spala no entiende el daño por el daño mismo. “Hay cosas que fueron de pura maldad. Rompieron una mesa que teníamos, abrieron la puerta de la huerta que tenemos y entraron todos los animales y la destruyeron. También se llevaron las siete chivas que tenían mis dos hijos de mascotas, que cada una tenía su collar que la identificaba”, indicó.
Por otro lado, resaltó la ayuda brindada por los dirigentes de la Sociedad Rural local y de Carbap, quienes rápidamente se movilizaron. “La patrulla rural solo tiene un móvil para recorrer no solo este partido sino también otros. En está fecha es zona liberada, es imposible así, es una vergüenza. Nosotros nos encargamos de traer a la policía científica porque no tenía forma de venir”, remarcó. Según se pudo constatar, solo se encontraron huellas de neumáticos pequeños por lo que se supone que realizaron más de una entrada al campo.
La productora recordó otro hecho ocurrido el año pasado alrededor de la misma fecha: el 24 de noviembre del 2020, cuando le robaron unos 80 lechones, dos vacas y boyeros. “Yo le dije en esa oportunidad a mi marido que teníamos que duplicar el sacrificio. Crecimos y ahora otra vez al piso. El año pasado los habían agarrado pero los largaron a los tres días. Tengo la esperanza de que los agarren aunque no creo que se recupere nada”, señaló.
Spala está cansada de tanta inseguridad en la zona, porque si bien ella denunció el hecho, muchos productores del lugar tienen robos de hacienda a diario pero no lo dicen.
“Es algo que ocurre y nadie hace nada. Trabajamos en familia. Es la primera vez que lo veo llorar a mi marido. Siento un vacío enorme, me duele el desamparo, nuestro sacrificio y la sociedad en la que vivimos. Ahora me levanto a la mañana y me pregunto si vale la pena volver al campo pero somos gente de trabajo y es lo único que sabemos hacer. Fue todo a pulmón: mucha inversión, pusimos molinos, alambrados, corrales y manga; en definitiva comenzamos de cero y ahora no nos quedó nada”, finalizó.
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