La vacunación y la desinfección se vuelven la base fundamental para reducir el peligro de entrada y propagación de las enfermedades de origen animal
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Los casos de viruela del mono confirmados en las últimas semanas en países no endémicos han vuelto a poner sobre la mesa la importancia de considerar el impacto de la salud animal en la salud de las personas y el ecosistema, y la necesidad de prevenir enfermedades infecciosas -sean estas de mayor o menor grado de contagiosidad- para evitar su ocurrencia y eventual diseminación.
La reemergencia y el surgimiento de nuevas zoonosis plantean hoy un desafío que va más allá de las fronteras y del mundo animal. Con la globalización y la alta movilidad de las personas, en la actualidad se multiplica el riesgo de que las enfermedades alcancen nuevos territorios y evolucionen hacia nuevas formas. El impacto de estos eventos provoca, a su vez, consecuencias socioeconómicas que trascienden el ámbito de la salud y el rango geográfico de un patógeno.
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA, antes conocida como OIE) aporta datos que sustentan el riesgo global que representan las enfermedades infeccionas de origen animal para la salud humana, la economía y los ecosistemas. De acuerdo con el organismo, el 60 % de los agentes patógenos que causan enfermedades en las personas provienen de animales domésticos o silvestres. Al mismo tiempo, otras enfermedades de transmisión entre seres humanos también circulan en la fauna o tienen un reservorio animal identificado.
Tener presente esta indiscutida interrelación entre animales, ecosistema y personas es clave a la hora de actuar en cualquiera de los tres ámbitos y prever sus potenciales impactos o consecuencias, tantos negativas como positivas.
Existen muchos ejemplos actuales que muestran cómo la sanidad de los animales y de los ecosistemas dependen en gran medida del comportamiento de los seres humanos y, a su vez, determinan su salud. La viruela del mono, por caso, se logró erradicar con la vacunación, pero reemergió ahora en un nuevo contexto y condiciones. Entre otros factores, el hecho de que las personas se trasladan más permitió que se extendiera rápidamente a varios países.
Sin embargo, hay otra enfermedad que nos afecta a todos y que es un claro ejemplo del impacto que pueden tener las medidas de prevención para evitar, o minimizar, el contagio de enfermedades entre animales y humanos. La rabia, una de las zoonosis más peligrosas y extendida -presente en más de 150 países- es otro ejemplo del margen de acción que los humanos tenemos para generar un impacto positivo.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la rabia causa 59.000 muertes humanas por año. Sin embargo, es 100% prevenible con la vacunación anual de perros y gatos. Aplicar dosis al 70% de los perros en áreas de alto riesgo, rompe el ciclo de transmisión de la rabia, ya que, si bien potencialmente los animales salvajes también pueden contagiar a las personas, lo cierto es que el 99% de los casos que se detectan en humanos son resultado de la exposición (generalmente por mordedura) a un perro contagiado, según Global Alliance for Rabies Control (GARC).
Es fundamental entender que la implementación de medidas estrictas de bioseguridad, entendida como una estrategia de salud conformada por herramientas de prevención como pueden ser la vacunación y la desinfección, entre otras, se vuelve la base fundamental para reducir el peligro de entrada y propagación de las zoonosis.
En la producción ganadera, por ejemplo, se recomienda aislar a los animales infectados y limpiar y desinfectar tanto las instalaciones como la ropa del personal involucrado en el manejo. Además, es fundamental ejercer una extrema vigilancia en el ingreso de nuevos animales para evitar que con ellos también se introduzcan enfermedades. Todo esto debe realizarse en combinación con un plan de vacunación efectivo, método por excelencia para prevenir la ocurrencia de enfermedades y la transmisión de posibles zoonosis.
Ante esta realidad de estrecha interdependencia entre animales, seres humanos y ecosistema, desde Biogénesis Bagó trabajamos desde hace más de 20 años acompañando a productores y veterinarios en la implementación de medidas de bioseguridad para contribuir a la prevención de enfermedades y el bienestar de los animales, entendiendo esto como esencial para favorecer una salud: la de todos.
La autora es gerente de Producto en Biogénesis Bagó
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