Versus la forma tradicional, es posible avanzar en una mayor producción de carne
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Los forrajes tropicales y subtropicales, entre ellos, el gatton panic y el mijo perenne han revolucionado la producción forrajera en el centro norte de la Argentina y en el resto de América Latina.
En estas regiones se busca, en general, mayor producción de forraje por hectárea independiente de su calidad. Lamentablemente, esta situación muy común limita la producción de carne y los ingresos económicos.
Este artículo propone hacer un cambio de paradigma, reemplazar el manejo tradicional por un manejo mejorado. El manejo tradicional de estos forrajes, tanto en pastoreo directo como por corte, se compone, en la mayoría de los casos, de tres principios básicos.
- No se elimina el material viejo (por sequía o heladas).
- Se empieza a pastorear o cortar cuando las plantas alcanzan más 1,20 m de altura.
- No se hacen “pastoreos intensivos” ni tampoco “cortes periódicos” cada tres a siete días de intervalo.
Mientras que el manejo mejorado consta de:
- Cortar el forraje viejo del período anterior hasta 20-25 cm de altura unos 45-60 días previos al inicio de la nueva campaña (octubre-noviembre) con una desmalezadora o directamente con animales para facilitar un rebrote sano y de alta calidad.
- Hacer pastoreos intensivos (cada tres a siete días por parcela) con alta carga animal y altura de pastoreo entre los 0,4 a 1 m de altura (estirando las hojas superiores).
- Desmalezar el forraje remanente en caso de ser necesario.
- Suministrar, cuando la calidad del pasto lo requiera, una baja proporción o nada de un concentrado proteico adicional.
Con el manejo tradicional las plantas tropicales y subtropicales tienen los parámetros energéticos-proteicos muy desbalanceados. Esto provoca menores producciones de carne o leche (menor de 0,5 kg de carne/cabeza/día o de 12 litros de leche/vaca/día).
A continuación, se presenta un trabajo experimental realizado con vaquillonas Angus Colorado en Tornquist (Bs As) en el campo de la Familia de Leandro y Marcos Mazzarini, durante 93 días.
En este trabajo se evaluó la respuesta productiva y económica de vaquillonas angus en pastoreo directo de mijo perenne, comparando un manejo tradicional (tratamiento testigo) respecto al manejo mejorado. Este último tuvo dos tratamientos: a uno se le agregó 2,5 kg/cabeza/día de pellet de cebada, como concentrado proteico, y al otro, nada.
Los tres tratamientos ocuparon una superficie de 25 ha de mijo donde se distribuyeron 28 vaquillonas de 275,6 kg peso vivo/cabeza y 2 cabezas/ha de carga animal.
El aprovechamiento intenso del forraje que caracteriza al manejo mejorado incrementa los niveles de proteína (12-16%) y la digestibilidad (65-75%) en los rebrotes de las plantas. Debido a una mejor calidad del forraje aumenta el consumo de MS digestible y con él, la producción de carne o leche.
Mientras que, bajo manejo tradicional, existe mucho forraje alto (mayor de 80 cm de altura) con material viejo y muerto. Todo ello, produce niveles bajos a moderados de proteína (8-12%) y digestibilidad (45-65%).
Con este tipo de forrajes se reduce el aprovechamiento del pasto, los consumos y las ganancias de peso (menores de 500 g/día). En esta situación los animales se terminan más tarde (menor flujo de fondos).
En este trabajo las ganancias y producción de carne en el manejo tradicional fueron de 0,45 kg/cabeza/día y 26,5 kg de carne/ha, respectivamente. En tanto, el costo de producción y margen bruto de 0,93 US$/kg producido y 41 US$/ha, respectivamente.
Mientras que, con el manejo mejorado se obtuvo 1 kg/cabeza/día y 188 kg de carne/ha cuando se le agregó pellet de cebada y 0,6 kg/cabeza/día y 131 kg/ha sin ningún concentrado proteico, respectivamente. El costo de producción y margen bruto de estos 2 últimos tratamientos fueron de 0,4 y 0,68 US$/kg producido y 234 y 342 US$/ha, respectivamente.
- La respuesta en producción de carne y el resultado económico del manejo mejorado fue significativamente superior al manejo tradicional.
- El tratamiento “sin suplemento proteico” del manejo mejorado tuvo menor costo de producción y margen bruto que el del pellet de cebada porque este último tuvo mayor ganancia de peso y producción de carne por hectárea.
El autor es doctor en ciencias veterinarias especializado en nutrición animal de INTA Bordenave. Centro Regional Buenos Aires Sur (CERBAS). afmayer56@yahoo.com.ar o fernandez.anibal@inta.gob.ar
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