Luego de ocho meses de precios ganaderos planchados frente a una inflación de tres dígitos, en el primer trimestre de 2023 será inevitable una actualización de valores. Sin embargo, el momento de cambio de tendencia sigue estando muy ligado a la evolución del clima, al bache de oferta y a la recuperación de la economía mundial, afectada por la guerra y el Covid 19.
Terminó un año que fue de mayor a menor para la ganadería argentina. La hacienda tuvo un primer cuatrimestre muy bueno en precios, pero luego los valores se estabilizaron para finalmente retroceder.
Las variaciones interanuales de diciembre dan cuenta del terreno perdido: un ternero de 160-180kg logró una suba del 15%, en moneda corriente, respecto de diciembre 2021. El novillo solo creció en precio un 26% en los últimos 12 meses. Los costos en el mismo período se alinearon con la inflación, que superó el 90%.
El mercado ganadero es muy afín a la ley de oferta y demanda, y en 2022 ambas variables coincidieron en un precio de equilibrio muy inferior al necesario para hacer viables los negocios. El derrumbe fue consecuencia, por un lado, del crecimiento de las existencias y de la producción, que se adelantó por la seca.
Sin agua no hay pasto; sin pasto no hay refugio de valor o expectativa positiva que permita mantener los precios. Por otro lado, influyó el desplome del poder de compra del consumidor argentino: a fines de 2022, un salario mínimo compraba 40 kilogramos de carne vacuna, 20 kilogramos menos comparado con el promedio de los últimos 10 años.
Por otro lado, es conocido que en 2022 el mercado internacional se “argentinizó” con aumento de la inflación y suba de tasas, a lo que se agregó el fortalecimiento del dólar y menor actividad económica. El contexto bélico en Europa y las estrictas políticas de Covid 0 en China fueron algunos de los factores que mejor explican el enfriamiento de precios. El Rump and Loin Hilton se llegó a pagar 17.000US$/t en abril, pero en diciembre cayó a 10.000US$/t.
Las variaciones interanuales de diciembre dan cuenta el terreno perdido: un ternero de 160-180kg logró una suba del 15%, en moneda corriente, respecto de diciembre 2021. El novillo solo creció en precio un 26% en los últimos 12 meses. Los costos en el mismo período se alinearon con la inflación, que superó el 90%
Novillitos y vaquillonas para consumo
En un año electoral, impar, como 2023 suele suceder que los precios de la carne para consumo interno suben hasta mayo, para luego estancarse hasta octubre y finalmente recuperar todo lo perdido en noviembre-diciembre. Para los políticos la carne es un bien electoral; consideran que hace al bienestar de la gente y que esto contribuye a definir el voto. No es necesario estar de acuerdo con esta visión; sólo sirve para entender lo que piensan los que manejan las reglas de juego.
No obstante, en un contexto de alta inflación que continuará en 2023, inevitablemente serán necesarios ajustes en los precios ganaderos. El feedlot que encerró terneros a principios de diciembre necesita un salto de precios del 50% al momento de venta para volver a ser rentable. Sucede que los resultados económicos del corral hoy arrojan un margen bruto negativo de 20.000$/cabeza.
Con ese panorama, la mejora previsible de precios de hacienda liviana se podrá dar por reducción de oferta, sobre todo a partir de la normalización del clima, y no por mayor demanda. No obstante, en el escenario más optimista se podrá empatar el partido contra los costos y el dólar que viajan al ritmo del 6% mensual.
Novillos y vacas para exportación
El contexto internacional seguirá siendo complicado para las categorías que se exportan. La Comisión Europea prevé un crecimiento de la economía en la zona Euro del 2,3%, muy por debajo de proyecciones previas que habían llegado al 4%. La inflación se reducirá al 2,7%, factor positivo, luego de alcanzar 6,2% en 2022 por la suba de las materias primas.
En ese contexto, para el mercado de novillos se prevén mejoras de precios para febrero/marzo cuando el viejo continente comience a dejar atrás el frío. El primer invierno dentro del contexto bélico ajustó los precios de compra de los importadores. La inflación y el aumento del costo de la energía redujeron el poder de compra de los consumidores y los servicios gastronómicos sufrieron una importante merma en su actividad.
La estacionalidad del precio marca que en febrero/marzo la cuota Hilton alcanza uno de los puntos más altos del año. Por otro lado, en esa época habrá una menor disponibilidad de novillos, producto de la seca que adelantó la llegada de las recrías a los corrales. Finalmente, momentos puntuales, como las faenas Kosher, marcarán mejoras de precios, aunque en 2023 no se espera un escenario de valores equivalentes a los máximos de la serie.
En China todo es más incierto: las compras para el Año Nuevo Lunar ya están realizadas y los importadores están a la expectativa de las ventas durante los siete días de vacaciones que otorga la celebración a partir del 22 de enero. Como positivo para los precios tenemos la flexibilización de las restricciones por Covid 0. También, del lado alcista, aparece el sostenido volumen importado por China durante todo el año; es decir la demanda está, pero ajusta por precio. Entre los factores bajistas, sobresale la poca certeza de cómo impactará el aumento de contagios en una población que hasta ahora se defendió del virus esquivándolo.
Hacia adelante
Bajo este panorama hay que prepararse para un año donde se producirá una recuperación de valores, pero seguramente la ganadería correrá de atrás a los costos y al tipo de cambio. A partir de esta posibilidad, los planteos intensivos con alta proporción de grano en la dieta serían los más afectados por su elevada exposición a costos dolarizados.
Para los políticos la carne es un bien electoral; consideran que hace al bienestar de la gente y que esto contribuye a definir el voto
Los esquemas pastoriles más extensivos se podrían defender mejor, con costos por kilogramo producido muy inferiores a los de los corrales, pero con el condicionamiento climático y altos costos financieros por delante. En ese marco previsto, el buen manejo del pasto y de la hacienda, y la buena genética, serán claves para explotar al máximo el potencial productivo y defenderse, así, de eventuales escenarios adversos.
A principios de 2023 no se ve intención de reducir la inversión en ganadería, aunque tampoco se observa intención de crecer, porque la herencia de 2022 y la incertidumbre sobre 2023 insertan demasiado riesgo a los negocios. En la mayoría de los casos, las estrategias apuntan a ser conservadores, no resignar los logros obtenidos durante años de buen nivel de inversión y a la experiencia, al entender que las oportunidades siempre pueden presentarse en Argentina.
Invernada y cría
A partir de este mes los efectos de La Niña irán perdiendo intensidad pero se extenderán hasta febrero para recién en marzo pasar a condiciones neutrales, cual no significa una normalización inmediata de las precipitaciones.
La escasez de forraje está obligando a destetes anticipados y dará lugar a terneros de menor kilaje, entre 10-20kg por debajo de lo normal, en la zafra 2023. La cantidad de terneros se verá afectada recién en 2024 por la caída en el porcentaje de preñez.
Serán claves las precipitaciones de enero/febrero para la siembra de verdeos/pasturas y para ayudar a recuperar precio en los terneros de invernada considerando que la cotización del maíz estará muy firme durante el primer semestre de 2023.
Además, será necesario que la hacienda para faena de su salto de precios en el primer trimestre de 2023. Ocho meses de precios de venta congelados achican los márgenes, reducen el poder de compra de los invernadores y, sobre todo, deprimen las expectativas. En este sentido, la posibilidad de un cambio hacia un gobierno de mayor afinidad hacia la producción y los mercados podría ser una inyección positiva para los valores de la invernada y la cría.
El autor es analista de ganados y carnes de AZ-Group
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