Se trata de ganaderos que tienen sus campos linderos con el río Paraguay y señalan que desde hace tiempo son el blanco de delincuentes que cruzan en barcazas e ingresan en los establecimientos armados para llevarse los vacunos faenados
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Tierra de nadie. Ese es el sentimiento que tienen desde hace tiempo los productores agropecuarios formoseños que tienen sus campos linderos con el río Paraguay. A las grandes sequías y los devastadores incendios de los últimos tiempos, se suma la crónica matanza de vacunos y el robo de su carne por parte de personas que, desde Paraguay, cruzan el río para delinquir. El miércoles a la noche se produjo un fuerte tiroteo entre la policía provincial y los delincuentes cuando estos se aprestaban a cruzar el río con la carne recién faenada y fueron interceptados.
“Es una catástrofe de nunca acabar. Es un flagelo para los que tenemos establecimientos en la frontera con el Paraguay. Es eterna nuestra lucha por esta causa”, explicó a LA NACION, Laura de Hertelendy, propietaria de la Estancia Clarín, ubicada sobre la ruta 11, que une la capital provincial y Clorinda y a la vera del río Paraguay.
Con 75 años, la productora conoce al dedillo la zona porque hace medio siglo que vive en ese campo familiar. Tiempo atrás, junto a su marido, hoy fallecido, armaron una cabaña Brangus, allí también hace cría bubalina y otras razas. En la actualidad, con sus dos hijos lleva adelante la producción ganadera.
Según contó, muchas de las quemazones las originan los mismos delincuentes que vienen a robar del otro lado de la orilla para “abrirse camino y que sea más fácil encontrar a los animales en el campo”. “Incluso con la bajante de las aguas del río, se les facilitó aun más el delito”, dijo.
“El año pasado en la zona hubo cerca de 200 animales que nos han faenado a distintos productores. Vienen en barcazas, entran, matan, roban y se van. Así de simple es para ellos y para nosotros una inseguridad que no para. La semana pasada hasta trajeron una moto en la canoa para andar más rápido dentro del campo y después la usaron para arrastrar las bolsas de carne hasta la orilla”, añadió.
El problema principal, explicó, es la falta de equipamiento que tiene el personal de Prefectura: “Las distancias para recorrer son largas y los efectivos carecen de medios para moverse tanto en tierra como en agua y sobre todo les falta armamento. Nosotros somos los que le damos la carne para su sustento. Por más que tengan buenas intenciones es imposible combatir el delito sin ayuda. No sabemos si es por un tema de presupuesto de las fuerzas armadas pero están desguarnecidos”.
Para de Hertelendy, es una cuestión de seguridad federal y entonces la frontera entre países la debe resguardar el gobierno nacional. “Lo más grave de todo es que en el 2020 y 2021, cuando estaban las restricciones por la pandemia que no se podía entrar y ni salir a Paraguay, esta gente entraba como si nada y nadie los detenía. A este gobierno no le importa y no vigila ni cuida sus fronteras “, remarcó.
En este contexto, describió que hace unos días nuevamente entraron a robar hacienda y por enésima vez hicieron otra denuncia policial. El miércoles por la tarde, la policía se hizo presente en el campo y como encontraron rastros y huellas frescas dentro del campo, llamaron refuerzos y los esperaron al caer la noche a que salieran cerca de la orilla. Cuando los delincuentes se aprestaban a salir con la carne y vieron que estaban rodeados, se enfrentaron a los tiros con los efectivos para luego huir a territorio guaraní.
“Uno de los paraguayos le pegó un tiro en el pecho a un oficial, pero gracias a Dios tenía chaleco antibalas y no lo mató. Eran siete y escaparon, dejando todas las bolsas de carne y sus mochilas tiradas en el suelo”, detalló.
La productora señaló que “esto atenta directamente contra la libertad de trabajo de todos”. Y añadió: “Temo por la seguridad de mis empleados que están en los puestos. Encima que son lugares inhóspitos, los puesteros están solos. Antes estaban con sus familias, pero las mujeres ya no quieren quedarse por miedo a que los maten”, afirmó.
Con la falta de respuestas, está cansada de hacer las denuncias y que la Justicia no haga nada. “Es una pintura costumbrista. Es desesperante seguir viviendo así y ver el daño a la producción y al país que hacen cosas como estas, la pérdida de oportunidades que dejamos, abandonando pedazos de campos que ya no podemos cuidar. Soy una ciudadana que cumple, que produce y paga todos sus impuestos. Quiero que el Estado me devuelva algo de lo que aporto y que nos proteja a mi, al personal y a mi producción que después es parte de la riqueza del país”, finalizó.
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