El valor promedio pagado por animales con 180 kilos alcanzó los 1300 pesos por kilo, con casos aislados de hasta 1600 pesos; las haciendas de cría también vieron repuntar sus cotizaciones
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Mil trescientos pesos por kilo. Eso es lo que vale hoy, como promedio, un ternero de invernada de 180 kilos. Y hubo casos aislados que llegaron a 1600 pesos durante la semana pasada. Es un comportamiento “que se veía venir, porque el segundo semestre es de muy escasa oferta estacional y este año la tendencia se acentuó con las ventas anticipadas en plena zafra por la seca”, explica el consultor Julio Boutet.
Los valores recargados también se justifican porque los invernadores que venden gordo no quieren quedarse en pesos frente a la inflación. “Buscan vender y calzarse en terneros o vacas y no perder capital en carne, ya que no pueden invertir los pesos en muchos insumos porque no hay oferta o porque no se sabe la cotización”, diferencia.
Además, aunque cuando llueve no se produce pasto inmediatamente, se adelanta al rebrote de campos naturales y de pasturas comprando antes de que se masifique la demanda. La caída de la oferta es considerada “dramática” por Boutet, que entiende que solo puede haber lotes de terneros baratos en alguna feria de las zonas que sigan con sequía, en las que los engordadores pastoriles no tienen campo para descargar hacienda.
Las vacas valen
La demanda compradora también presiona sobre la hacienda de cría. A fines de octubre una vaquillona preñada de buena clase y estado, en la cuenca del Salado, se cotizaba a 500.000 pesos y bajaba a 350.000 pesos cuando se trataba de animales más sufridos, según datos de Boutet. En ese momento, una vaca usada preñada valía de 350.000 a 400.000 pesos. Con cría, se pagaban 200.000 pesos “lo que pisa”.
Javier Lafuente, de la consignataria Melicurá, justifica que se paguen 1300 pesos por kilo de ternero “porque el gordo vale 1000 pesos y se conforma una relación de compraventa de 1,30 a 1, cercana a la histórica para esta época del año”.
También alerta que hay muy poca hacienda para invernada en los últimos remates, lo que puede ser por retención, esperando a ver quién resulta electo en los comicios o directamente porque no hay terneros. “Los compradores son los invernadores pastoriles y los feedlots; estos últimos enfrentan cuentas ajustadas por el encarecimiento del maíz y de los subproductos agrícolas, pero tienen los corrales vacíos luego de cargar en septiembre la camada de terneros encerrada en otoño”, advierte Lafuente.
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