Se trata de Grupo María Elena, que transformará los desechos de esa producción para abastecer a General Villegas y cubrir así un tercio de su necesidad
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Los productores agropecuarios no generan solamente materias primas como granos o carne. También aportan otros bienes y servicios con valor agregado, como electricidad para las ciudades y pueblos. Es el caso de Juan Martín Ospital (50), gerente general de una empresa que produce biogás a partir de purines de la producción de cerdos y de silaje de maíz, que se convierte en electricidad para aportar energía a la ciudad de General Villegas (16.000 habitantes), en el noroeste de la provincia de Buenos Aires.
El establecimiento San Marcos es integrante del Consorcio Regional de Experimentación Agrícola (CREA) América, tiene 6000 hectáreas y está ubicado entre la Estación Elordi y Villa Sauce. Desarrolla planteos agrícolas en siembra directa desde hace muchos años, con maíz, soja y trigo como principales integrantes de la rotación.
El 100% del grano de maíz producido es consumido en dos granjas de cerdos con 1100 madres (580 en General Villegas y 520 en Saladillo) y en un feedlot, en tanto que un tercio de la soja cosechada se canjea por harina con el mismo destino.
El campo también cuenta con 600 hectáreas de pasturas cultivadas para recría de terneros que vienen de otros campos de la firma, en San Luis y Trenque Lauquen, y son terminados en el feedlot. En la empresa trabajan 83 personas.
Un cambio de rumbo
“Luego de la sequía de 2011 decidimos hacer algo distinto que esperar que lloviera para alcanzar altos rindes agrícolas”, dijo Ospital. Y así fue que resolvieron inclinarse por la cabaña y la producción comercial de cerdos.
“Fuimos a Dinamarca para contactar a quien a nuestro juicio es la empresa líder en genética porcina: DanBred. Nuestra visita coincidió con la existencia de un plan de expansión en el nivel mundial y así se organizó un núcleo de genética con el propósito de multiplicarla en la Argentina”, recordó.
La justificación de la compra de esta genética tiene que ver con su productividad: las hembras muestran gran prolificidad y los reproductores y capones desarrollan una alta tasa de crecimiento y de conversión. “Se construyeron las instalaciones de la granja en el campo y en 2016 aterrizó un avión con los animales adquiridos”, agregó Ospital.
Los reproductores tuvieron buena aceptación en el mercado argentino y eso determinó que la empresa se asociara con otra de Saladillo, donde poseen otras 520 madres. Ambas granjas venden genética para alta producción y carne porcina. Las hembras son compradas principalmente por productores comerciales, lo mismo que el semen y los padrillos.
Producción de biogás
Inicialmente, los efluentes de la granja porcina se trataban a través del paso por distintas lagunas depuradoras, para luego ser distribuidos en el campo. Con la ambición de cambiar, en 2017 la empresa presentó un proyecto de producción de electricidad a partir del gas de la fermentación de los purines porcinos al programa Renovar II.
Y resultó aprobado. “Ganamos la licitación e iniciamos la construcción de dos biodigestores con tecnología de punta”, señaló el directivo. Están dimensionados para consumir el total de efluentes de la granja más la producción de 500 hectáreas de silaje de maíz. Tienen 23 metros de diámetro por ocho de alto.
La inversión en los biodigestores, generador y circuitos anexos para producir gas y electricidad demandó varios millones de dólares, que se financiaron con crédito. El período de repago se calcula en siete años.
El biodigestor se puede considerar un “rumen gigante”, según Ospital. Funciona con un tipo de bacterias anaeróbicas capaces de transformar los desechos porcinos y el silaje de maíz molido, mezclados en determinadas proporciones, en gas metano azufrado, en un ambiente con 37-40°C. El proceso químico es así: el silaje de maíz aporta energía y proteína para la nutrición de las bacterias y los efluentes de la granja proporcionan materia orgánica sin degradar y agua. El efluente llega al digestor mediante cañerías, impulsado por una estación de bombeo desde la granja.
Luego, otro tipo de bacterias aeróbicas elimina el azufre, un elemento perjudicial para los motores a explosión. Posteriormente, el metano se comprime y alimenta un motor que hace funcionar un generador de electricidad que la sube al Sistema Interconectado Nacional.
El contrato de provisión se firmó con Camessa, que compra la electricidad y se la vende a las distribuidoras minoristas. En San Marcos se producirán 1,5 megawatts por hora, que permitirán atender el consumo de un tercio del consumo hogareño de la ciudad de General Villegas. Esta localidad está siendo atendida por el Sistema Interconectado Nacional y por generadores a combustión. “La provisión de electricidad desde el campo permitirá reemplazar combustibles fósiles con energía renovable”, explicó Ospital.
La electricidad verde también puede atender otro pueblo cercano a General Villegas: Villa Sauce. Hasta ahora es alimentado por la red nacional, pero si se interrumpiera por algún motivo, se puede hacer un by pass desde San Marcos para darle energía de inmediato.
Los residuos de la fermentación en el biodigestor –el digestato- se sacan diariamente con bombeo y se los lleva hasta un tanque intermedio que separa los sólidos degradados de los líquidos. Los primeros se distribuyen con estercolera y los segundos van a una laguna de almacenaje antes de ser regados en el campo.
Estos materiales son ricos en nitrógeno, fósforo y azufre y permitirán ahorrar el 40% de los fertilizantes inorgánicos que se aplicaban históricamente. Así se cierra el concepto de Economía Circular en la empresa: “los nutrientes vienen del suelo y vuelven a las plantas después de haber generado valor como grano, carne y energía”, remarcó Ospital.
Nuevos materiales para fermentar
En San Marcos, junto con Aacrea, están estudiando nuevos materiales proveedores de biomasa de menor costo para reemplazar al silaje de maíz en el biodigestor. Ensayan con praderas polifíticas, que generan menos producción que el silaje, pero se siembran cada cuatro-cinco años. También evalúan sorgo forrajero, que se implanta con menor costo que el maíz.
Por otro lado, se podría recurrir a subproductos industriales como proveedores de energía: glicerol que se genera al producir biodiésel, suero de la fabricación de quesos, aceite de pescado, barrido de los frigoríficos, etc.
Producción porcina intensiva
La granja porcina de General Villegas tiene 13.000 metros cubiertos. El 100% de los animales está en confinamiento con clima controlado. Durante la cría, la mayor parte de las chanchas está libre dentro del galpón, para cumplir con las últimas demandas de bienestar animal. Tres días antes de la parición pasan a la sala de partos, donde alumbran un promedio de 18 lechones. Luego van a jaulas durante 28 días.
El destete se produce cuando los lechones alcanzan los 7 kilos y la recría los lleva a 27-30kg en 70 días aproximadamente. El engorde permite una ganancia del orden de 1kg/día, hasta llegar a 90 kilos el caso de los reproductores o 105-115 kilos para los capones que van a frigorífico. Estos pesos se logran con 19 y 22 semanas, respectivamente.
La alimentación es automática, por lo que los operarios atienden principalmente a los animales y se desentienden del reparto de la ración. Como el agua de General Villegas no es de buena calidad, se purifica con ósmosis inversa.
La ración no contiene antibióticos de ningún tipo, ni se dan en forma preventiva ni como promotores de crecimiento. “Solo se utilizan con fines terapéuticos y con la prescripción de un veterinario”, señaló Ospital.
Esta nota se publicó originalmente el 12 de septiembre de 2021
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