Así se desprende de un informe de 45 investigadores que se presentó en el marco de un seminario del IPCVA
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“La ganadería argentina contribuye solo en un 0,15% a los gases de efecto invernadero de todo el mundo”.
El dato lo brindó el presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), Juan José Grigera Naón, durante la presentación del relevamiento “Carne argentina, carne sustentable”, un estudio elaborado por 45 científicos con la participación de la Red de Seguridad Alimentaria del Conicet, investigadores de las universidades nacionales, provinciales, el INTA y el INTI.
El documento busca pone en valor la contribución de la ganadería argentina. “Solo dos países son responsables del 50% de esa generación de gases. Esa es la diferencia de la ganadería argentina con respecto de los países que más contaminan a nivel internacional”, señaló.
Para el dirigente, no todos los países tienen las mismas responsabilidades, “sino que las responsabilidades respecto al cambio climático y mitigación de los efectos ambientales tienen que ser proporcional con la contaminación de cada país y no todos por igual”.
“Esto muchas veces no es respetado, esto provoca discriminación en el acceso de mercados y barreras arancelarias para nuestros productos”, aseguró.
La cría, con un gran desafío
Por su parte, Anibal Pordomingo, investigador del INTA Anguil, destacó que hoy los sistemas ganaderos tienden a ser integrados y ser insumo-eficientes.
“Son adaptables y buscan adaptación permanente a los mercados, al tipo de producto. Ahora, los sistemas de recría y engorde utilizan como casi en ningún lugar en el mundo, la cantidad de kilaje de plantas enteras de maíz y de sorgo para darle base a los procesos de recría y engorde”, dijo.
Según Pordomingo, la plataforma de producción de carne argentina “es un vaso medio lleno, es una oportunidad”.
“De lo que es recría en adelante, hay una plataforma de producción diversa en el país, a su vez con la impronta geográfica, se pueden terminar animales a corral, hacer recría y terminaciones a corral, que hoy es más visible en el imaginario público”, destacó.
Para el científico, la ganadería del país, en sus sutilezas regionales aun en el ambiente de corral, “tiene un alto componente ambiental, una alta impronta del forraje”.
“Cualquiera sea la eficiencia de la cría para producir un novillo terminado, la mayor parte del consumo del sistema para producir ese animal ya sea vaca, toro, torito, cría, todo su consumo en la etapa de recría la ganadería sigue siendo un componente pastoril, es una producción altamente pastoril”, describió.
“Tenemos en esta plataforma la posibilidad de hacer carnes más livianas o más pesadas, más engrasadas o algo menos engrasadas, sin tener que preocuparnos por los atributos finales de calidad del producto o del otro, porque la ganadería utiliza mucha genética británica y además hay faena de animales jóvenes que están más cerca de los 24 o 27 meses y no en los 30 o 40 meses de edad como en épocas anteriores”, añadió.
Igualmente, destacó que “la cría tiene grandes deberes para hacer, luego depende de la naturaleza, del negocio”.
“Pasamos de un 65% de preñez a un 80%. La herramienta de manejo a nivel regional, prácticamente está. Hay oportunidades de aplicar herramientas que hablan de producir con una vaca un poco más gorda, con un poco más de oportunidad que se preñe. Podríamos discutir cuáles son las estrategias para que esa vaca tenga mejor condición todo el año. Esa es la gran debilidad hoy por hoy del proceso de cría”, afirmó.
Para Pordomingo, se puede potenciar la eficiencia, “no solo del proceso de cría sino de los procesos posteriores”.
“La mejora en la cría tiene un impacto importante en la emisión global de emisiones de carbono, que hoy tanto nos ocupa en nuestros días. Las oportunidades de mejora están en todas las etapas tanto en la recría pastoril como en el engorde de corral. Pero donde hay mayor oportunidad son los procesos pastoriles, de cría”, dijo.
En este contexto, explicó que por unidad de kilo producida, el sistema de cría es el más lento, el menos eficiente. “Ahí tenemos posibilidades de mejora de un 40 o un 50% o más. Entonces, la cría puede pasar de un 60% de destete a un 85%. No deja de ser la cría el componente mayoritario en la emisión pero el número puede cambiar sustancialmente. Lo mismo es lo del aumento de peso en la etapa de recría con todos esos componentes pastoriles altos”, indicó.
Por último, destacó que la ganadería en la actualidad no está viendo la ganancia solo en kilos de carne, sino en kilos de carbono o materia orgánica final.
“Hay un rol ecosistémico importante y otra contribución que hoy no es indiferente al diseño de sistemas ganaderos. Probablemente veamos una ganadería requerida más allá de la carne, para regular ambientes. Es muy difícil inventar máquinas que exploren ambientes complejos, retiren biomasa en forma autónoma, no existen esos robots todavía. Si existen las vacas”, describió.
“Es una ganadería que puede ser súper eficiente, que tiene esas habilidades para adaptarse a los mercados y los sistemas y que puede ofrecer servicios sin tener que olvidarse de la integralidad”, cerró.
LA NACIONTemas
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