Entre las causas de este comportamiento se destacan una abundante faena a lo largo del año y la reactivación de la actividad de los feedlot en mayo y en junio
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Entre abril y agosto, un promedio de cortes de carne vacuna de consumo masivo (asado, bola de lomo y nalga) se ubicó 16% por debajo de la inflación acumulada en el período. Además, en agosto la inflación fue del 7%, contra subas de la carne vacuna que solo en algunos casos pudieron superar el 1%. El asado, por ejemplo, aumentó un 0,4%. Naturalmente, los precios estancados de la carne al mostrador fueron los verdugos de los valores del novillito, que perdieron un 24% contra la inflación en el mismo período.
Entre las causas de este comportamiento figura, en primer lugar, una abundante faena a lo largo del año. En agosto se registró la matanza más alta de los últimos 22 meses, con un peso promedio de 236 kilos por res. “El creciente alargamiento de las recrías en los últimos años comienza a mostrar sus resultados. Además, los feedlots volvieron operar en mayo y en junio y sumaron oferta al mercado, frente a un consumo interno que está estancado en alrededor de 50 kilos por habitante y por año”, explica Diego Ponti, analista de Ganados y Carnes de AZ-Group. Hoy, con un salario mínimo se pueden comprar 20 kilos menos de asado respecto del promedio 2011/2021.
En la amarga espera
Por su parte, la exportación a China –el comprador número uno de carne vacuna en el mundo– se está complicando: venía importando a muy buen ritmo en otoño e invierno, pero últimamente comenzó ajustar los precios por la caída del crecimiento económico, la devaluación del yuan y por la política oficial de “Covid cero”.
En Europa también hay problemas. “Juegan en contra del valor de la carne exportada la apreciación del dólar contra el euro, la inflación, la suba de tasas de interés y la desaceleración de las economías de varios países”, observa Ponti.
Como resultado de este combo, el analista espera pocos cambios en el precio de la hacienda en los próximos dos meses, pero es algo más optimista para diciembre, cuando se combinen menor oferta por el vaciamiento de los corrales con una mayor demanda del consumo interno, motorizada por el aguinaldo y por las compras para el festejo de las fiestas de fin de año.
Sin embargo, advierte que “en la medida que pasan los meses, se amplía la brecha entre los precios ganaderos y la inflación, y cada vez se necesita un salto más largo para recuperar la rentabilidad perdida en la actividad”.
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