La familia Gruber, productora forestal, le dio un giro al negocio con un sistema silvopastoril donde producen carne, madera y, además, aportan soluciones al cambio climático
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POSADAS.- La familia Gruber, de la localidad misionera de Eldorado, se dedicó toda la vida a la madera y en su aserradero siempre dieron trabajo a entre 300 y 400 personas, dependiendo del nivel de actividad. “Somos madereros, siempre tuvimos muchos empleados”, explica a LA NACION Aldo Gruber, uno de los tres hermanos que arrancó con la firma Don Guillermo SRL.
Guillermo era un tío solterón al que los tres hermanos, Aldo, Alfredo y Gerardo fueron a pedirle dinero prestado para comprar un tractor a mediados de los años 70. “Como no tenía familia que mantener, podía permitirse ese préstamo”, cuenta Gruber, entre risas.
Los años de esfuerzo convirtieron a Don Guillermo en una de las empresas forestales familiares más grandes de Misiones. Pero eso no fue todo, en 2004, cuando la economía aún no se había recuperado de la crisis y el estallido de la Convertibilidad, la familia Gruber tuvo una idea de esas que solo pueden ser “made in Argentina”. Esas que al principio arrancan como un rebusque para salir del paso y, combinando pragmatismo, iniciativa y una cuota de ingenio, termina alumbrando un rumbo nuevo.
Como el aserradero no estaba tan bien para pagarle los sueldos a sus empleados, decidieron poner vacas en los campos con forestaciones para producir carne destinada a sus colaboradores. “En la crisis del 2001 la verdad fue muy difícil, siempre fuimos y somos una empresa con mucha gente. Nos costaba pagar sueldos, aportes y gastos fijos, entonces dijimos ¿por qué no hacemos ganadería, así le podemos dar carne a la gente? Cuando se para la construcción (y eso pasó tras la crisis) todos tienen madera y nadie tiene plata”, relata Gruber.
“Decidimos invertir en una parcela donde tenemos buen acceso, parcelas grandes de varios miles de hectáreas con forestaciones y ahí hicimos ganadería. Porque los muchachos comen todos los días, no es lo mismo darle un paquete de madera, que 20 o 50 kilos de carne para la familia”, sintetiza.
Un sistema que es el futuro de la ganadería
Hoy, casi 20 años después y merced a la dedicación y al aporte de la siguiente generación familiar, el campo La Emilia se transformó en un modelo de producción que puede ser el futuro de la industria cárnica argentina. Allí se produce carne, madera y también oxígeno. Es un predio carbono positivo, como se denomina cuando sus actividades capturan más dióxido de carbono del que generan, ayudando a mitigar el calentamiento global y el cambio climático.
“El inventario de gases de efecto invernadero argentino marca que una cabeza de ganado bovino, en promedio, genera 1,37 toneladas de CO2 equivalente (la unidad de conversión). En Misiones una forestación de densidad baja de sistema silvopastoril con entre 100 y 120 árboles por hectárea captura 300 toneladas de CO2 equivalente en 20 años”, explica Diego Chiafarelli, extensionista de INTA y profesor en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM).
“Si dividimos esas 300 toneladas en 20 años, nos está dando 15 toneladas de CO2 equivalente capturados por año”, agrega.
Para la ganadería argentina, demostrar que no solo no es parte del problema sino que puede aportar soluciones al cambio climático, cada día más presente en la vida cotidiana de todos, es uno de los grandes objetivos. Y, en ese contexto el sistema silvopastoril, como se conoce a la combinación de una forestación con la cría de ganado, está empezando a ser revalorizado por todo el sector. Antes se veía como la combinación de madera y carne, con dudosos rendimientos.
Hoy el sector lo ve como la combinación de madera, carne y captura de carbono, con rendimientos que demuestran el alto potencial del sistema. “Por años se pensó que el sistema silvopastoril es tirar vacas en medio de los árboles, pero es mucho más que eso”, dice Jorge Grimberg, presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (Ipcva).
El Ipcva decidió salir de la pampa húmeda y hace poco organizó una jornada a campo para visitar La Emilia, el predio de los Gruber, en la localidad de 9 de Julio, a pocos kilómetros de Eldorado. Con cinco paradas, incluyó también el campo de la familia Weber, con muchas menos hectáreas, pero rendimientos similares. También colaboraron con la organización Fabio Wyss, director del INTA regional Misiones; Darío Bruera y Adrián Luna Vázquez de FARM y; Valentín Kurtz, titular de la Asociación Foresto Ganadera.
“Queremos demostrar que el sistema sirve para productores grandes y chicos. Teníamos temor por la asistencia y al final quedamos muy sorprendidos”, indica Grimberg.
La nueva generación
Una de las claves es el gran interés de los jóvenes en encontrar nuevas formas de combinar la producción ganadera y forestal con el costado sustentable. Sin dudas una tendencia que caló fuerte en los sub-40 y mucho más en los sub-30. Una muestra más de que, desde Misiones, una provincia tradicionalmente yerbatera, tealera o forestal, las nuevas generaciones están moldeando el futuro de la ganadería argentina.
“Fue muy lindo ver a tantos jóvenes, muy interesados y compenetrados. Hay un gran interés de las nuevas generaciones con el sector agropecuario, necesitamos gente con vocación y estas jornadas son importantes para conocer todas las realidades, salir al campo; vamos a tener mejores profesionales”, describe a LA NACION Lorena Gruber, ingeniera agrónoma y sobrina de Aldo Gruber. Los tres hijos de Gruber también son ingenieros: Andrea, ingeniera civil; Cristian, ingeniero industrial y que fue presidente de la Asociación Maderera, Aserraderos y Afines del Alto Paraná (Amayadap), y Fabio, ingeniero electromecánico.
“Como familia estamos trabajando ahora de forma integrada entre la primera y la segunda generación. Es un hermoso desafío, está el entusiasmo de los más jóvenes, que queremos innovar y la experiencia, a veces conservadora, de los más experimentados”, sintetiza la ingeniera.
“Queremos demostrar también que las empresas familiares son una realidad en muchos establecimientos agropecuarios. Sabemos que no es fácil, hay mucho trabajo y requiere de tiempo y energía, pero se puede”, completa.
La jornada
La visita a los campos de las familias Gruber y Weber contó con la recepción a más de 500 productores, profesionales, estudiantes en el Club Trajes Típicos de 9 de Julio, en el kilómetro 20,5 de la ruta provincial 17.
Adrián Bifaretti, jefe del departamento de Promoción del Ipcva, arrancó con una charla sobre las nuevas demandas de los mercados, cómo incorporar sustentabilidad y el “Storytelling de la carne argentina”. Un contexto que aporta otra mirada al sistema silvopastoril.
Después se recorrieron los campos, primero La Emilia (Gruber), con una charla de Chiafarelli sobre captura de carbono y otra de Rubén Costas, profesor de la Facultad de Ciencias Forestales y director de Infopro, quien se refirió a las especies arbóreas nativas como pata forestal del sistema silvopastoril. También hubo charlas sobre el componente forrajero y el manejo de pasturas del sistema, a cargo de Valentín Kurz (INTA-AFoGA, la Asociación Forestal y Ganadera) y Félix Melgarejo (AFoGA y La Emilia).
La tercera parada fue para mostrar el feedlot. Aldo Gruber habló de la terminación de los novillos y su hija Lorena expuso sobre la integración de la producción de carne y el costo de los productos de La Emilia, que cuenta también con una carnicería.
La cuarta parada estuvo dedicada al componente animal del sistema silvopastoril: manejo reproductivo, sanidad del rodeo y recría a campo con suplementación. Y la última estación fue para el campo de la familia Weber, donde los hermanos Daniel y Alex Weber se refirieron al sistema silvopastoril (SSP) como aliado de un sistema de producción.
“Nosotros somos productores de ciclo completo y como solo tenemos alrededor de 200 hectáreas hacemos énfasis en el valor agregado y por eso se trata de no vender un animal en pie sino solo carne en una carnicería que tenemos”, explica Weber a LA NACION.
“Lo que es recría y terminación la hacemos bajo sistemas silvopastoriles y la cría en sistemas a cielo abierto. En la jornada mostramos una recría de vaquillas para entore que están en el SSP con pastura diferida (clausura entre marzo y mayo) y sobre eso se hizo pasar a las vaquillas desde mayo hasta la fecha con una suplementación con maíz molido más urea (1 kg/an/día) que nos permitió llevar las vaquillas desde los 250 kg hasta 300 kg con una ganancia diaria de 450 gr/día”, detalla el ingeniero agrónomo.
Para Grimberg, fue importante demostrar que el sistema silvopastoril puede servir para un campo grande como La Emilia (10.500 hectáreas de las cuales 3000 están dedicadas al SSP) y otro de 200 hectáreas. “Hay un productor grande y uno chico, los dos realizan la cría silvopastoril de la misma manera con las mismas tecnologías, no se necesita ser un productor muy grande para poder hacer esto”, señala el titular del Ipcva.
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