En medio de serias limitantes de infraestructura zonal, donde todo está por hacer, Ricardo Roquette y Luis Petracchi, de Agrobari, producen novillos para exportación y el mercado local; las claves de la alimentación y la sanidad
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Solo algunos consumidores conocen el esfuerzo empresario que hay detrás de cada bife que llega a un plato. Y son menos, todavía, los que conocen el sistema de producción de carne desarrollado en zonas extrapampeanas, como en el norte argentino en los últimos años, que deben sortear los innumerables inconvenientes de infraestructura de la zona.
Un caso que refleja ese enorme esfuerzo es Agrobari SA, un emprendimiento mixto de 35.200 hectáreas ubicado en el departamento de Anta, a 60 kilómetros de Las Lajitas, al este de Salta. Del total, 15.000 se dedican a ganadería, 5000 a agricultura y el resto se encuentra en desarrollo.
El planteo arranca con la habilitación de tierras y la siembra aérea de pasturas, sigue con la incorporación de rodeos de cría que aportan los terneros para el desarrollo posterior de los novillos que se terminan a corral y cierran un ciclo completo.
El campo pertenece a capitales portugueses y fue comprado en 1998, con solo 900 hectáreas habilitadas; el resto era monte sin mejoras. “Ni siquiera había accesos al campo; solo una picada para aprovechamiento forestal”, rememora Ricardo Roquette, gerente general de la empresa. “Los caminos eran destructores de camionetas y en el casco sólo había una casa sin luz eléctrica. Había que armar un planteo productivo en una zona donde no había nada, porque a 20 kilómetros de Las Lajitas terminaba todo”, abunda.
Tampoco había información sobre las prácticas ganaderas más recomendables para la región: “había que probar y ver los resultados, y tomar otro camino si resultaban errados”, rememora.
Luego de las primeras inversiones que permitieron algunas campañas agrícolas en la superficie limpia, la dirección de la empresa decidió incursionar en la ganadería habilitando tierras del monte. El objetivo era incorporar una actividad más estable, para compensar los años malos de la agricultura “y poder aprovechar toda la superficie del establecimiento, que tiene sectores con suelos con menos potencial agrícola”, explica Roquette. El proyecto se diseñó para poder realizar una ganadería de ciclo completo, con cría, recría, terminación a corral y cabaña.
Con un proceso progresivo y respetando las normas existentes en ese momento, se habilitaron las 15.000 hectáreas ganaderas, que fueron sembradas con semillas de gatton panic (90% de la superficie) y grama rhodes para sectores más salitrosos. El gatton es una especie megatérmica de gran crecimiento, prácticamente perenne si se remueve el suelo periódicamente para favorecer la aireación. Fue una inversión importante, porque el costo de habilitación para un proyecto ganadero en esa zona está entre 750 y 1200US$/ha según tipo y calidad de los materiales.
Roquette cuenta que costó mucho poner en marcha el planteo porque no había personal que conociera a fondo el trabajo con hacienda en la zona. Otros problemas para poblar una superficie ganadera importante fueron los sanitarios: había que comprar vacas de distintos orígenes sin la correspondiente información reproductiva. No obstante, el trabajo de muchos años permitió tener el campo libre de brucelosis y controlar las enfermedades venéreas. También fue necesario controlar la garrapata causante de la Tristeza Bovina, que puede llevar hasta la muerte a los animales.
Al hacer un balance de lo realizado en los últimos años, Roquette afirma que el desarrollo ganadero iniciado en 2005 da trabajo a 55 personas en la actualidad versus las tres que había en el campo original. Los puestos del personal tienen radio e Internet satelital y los empleados viven de manera digna, con capacitación permanente.
Por otro lado, la habilitación de nuevas tierras permitió el aprovechamiento forestal del monte, al obtener la madera necesaria para los alambrados y los corrales. En la actualidad hay 360 kilómetros de alambrado convencional, cinco juegos de corrales, cuatro perforaciones para agua de bebida y siete viviendas para personal distribuidas en el campo.
En el año 2006 se compraron las primeras 1892 vacas Brangus. A partir de ahí y en forma sostenida, la empresa fue incorporando vientres al rodeo, tanto de propia producción como de compra. Así se llegó a 2021, un ejercicio en el que se entoraron 5824 hembras, de las cuales 2000 fueron vaquillonas de primer servicio.
Según describe Luis Petracchi, gerente de Ganadería de Agrobari, “el período de servicio es de tres meses y va de enero a marzo, para aprovechar la época de mayor producción de forraje”. Las vaquillonas reciben servicio un mes antes. El período de parición transcurre desde septiembre hasta diciembre, con destete en junio.
Las vacas reciben, previo al parto y en el último tercio de gestación, la vacuna contra diarrea neonatal y una dosis de cobre. En el caso de las vaquillonas, la vacunación contra diarrea es con doble dosis.
Al momento del parto, los terneros son atendidos por los recorredores. Se los identifica con una caravana de color de acuerdo a la quincena de nacimiento.
Los lotes en los que se realiza la parición tienen como recurso forrajero al gatton panic. Son de aproximadamente 120 hectáreas, incluidas las cortinas de reserva remanentes del monte y están armados con alambre convencional. Por lo general, las vacas rotan en cuatro lotes durante el año, organizados en forma de módulos.
El manejo de los terneros a partir de los dos meses incluye vacunación con doble dosis contra enfermedades del complejo respiratorio y clostridiales, y una dosis contra rabia paresiante.
A medida que avanza la parición, se van clasificando los rodeos por “cabeza”, “cuerpo” y “cola de parición”. Esto permite que los movimientos en la manga se hagan con terneros de edad y tamaño similares, lo que ayuda a no tener animales golpeados o aguachados. A su vez, sirve para definir el inicio de los servicios y la posibilidad o no de inseminar. Previo al destete, se vacuna a las hembras contra brucelosis y se les aplica una dosis de vacuna contra el complejo de Tristeza Bovina.
Al momento del destete, se realiza una aplicación de un complejo vitamínico y mineral orientado a mejorar la transición entre el pie de la madre y el inicio de la recría, el momento de mayor estrés. El destete se realiza a culata de camión porque los terneros son llevados a otra sección del establecimiento distante 17 kilómetros.
Manejo del servicio
Previo al servicio, a las vacas se les aplica una dosis de vacuna reproductiva. Las vaquillonas reciben doble dosis, más la vacuna contra diarrea viral bovina y una dosis de cobre. En ambos casos se aplica una dosis de iodo. Además, antes de comenzar el servicio se controla que todas las vacas presenten ternero.
Durante este período, “los recorredores se encargan de controlar que los toros monten sin inconvenientes, que no se vean problemas de impotencia anatómica y que el rodeo esté sexualmente activo”, indica Petracchi. Con el correr del almanaque, previo al tacto rectal, se destetan todos los terneros.
Durante la palpación, se apartan las vacas que crían el último por problemas de dientes, locomotores o de ubre.
La carga animal estimada de la cría es de 0,7 cabezas por hectárea. El porcentaje de preñez del servicio de 2019 fue 80,9; el de parición, de 73,4 y el de destete, de 71,8.
Recría y terminación
En Agrobari, la recría es a campo con suplementación. La base de la alimentación es el gatton panic complementado con grama rhodes. Las ganancias alcanzadas durante esta etapa, tanto en el invierno como en el verano, oscilan entre 350 a 500 gramos por día.
El pastoreo se dispone en una parte del campo que está dividida en potreros de 50 hectáreas con alambrado convencional. Otra parte está dividida en parcelas de 6 a 12 hectáreas mediante alambrado eléctrico, que a su vez se subdividen con electropiolín para realizar pastoreos que no superen los dos días por parcela. La carga de la recría es de aproximadamente dos cabezas por hectárea
Los novillitos que salen del pasto en el otoño siguiente al destete se terminan en corrales hasta los 440 kilos y las vaquillonas siguen su ciclo para entorarse con 22/24 meses y 360 kilos. Los novillos son comprados por matarifes de Salta, Tucumán, y Jujuy y por frigoríficos de la provincia.
Como la recría es de la propia producción, se simplifica en gran medida el manejo sanitario. No obstante, en esta fase se aplica una dosis de cobre cada tres meses a todos los animales.
“El principal punto a tener en cuenta son los parásitos, tanto internos como externos, como la garrapata. Para controlar a ésta, se realizan aplicaciones pour on e inyectables, con alternancia de drogas para no generar resistencia”, aclara Luis Petracchi.
Claves
- Igual que en otras provincias norteñas, la ganadería muestra un crecimiento sostenido en Salta los últimos años, por “desembarco” de productores de la región templada y para diversificar planteos ante el alto costo de flete de granos hasta el puerto de Rosario
- Salta cuenta con 1.064.362 de cabezas distribuidas en 13.838 establecimientos ganaderos
- La ganadería se desarrolla principalmente en los departamentos de Anta, San Martín, Rivadavia, Rosario de la Frontera y Metán, que cuentan con el 71,2% del stock bovino
- Las fortalezas de la región son un extenso territorio con posibilidades productivas, con estatus sanitario libre de aftosa con vacunación y libre de BSE
- Entre las oportunidades figuran el amplio margen de crecimiento, con un mercado local demandante de carne vacuna
- Está todo por hacer “tranqueras adentro” y hay que realizar fuertes inversiones en habilitación de tierras, alambrados, mejoras y hacienda para llegar a una empresa rentable
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