A partir de las recomendaciones de la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, un grupo CREA desarrolló un manual con recomendaciones de manejo para los establecimientos ganaderos
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En las últimas décadas, la sociedad comenzó a poner una lupa sobre las prácticas de producción de granos, principalmente por sus efectos sobre el ambiente y la salubridad de los alimentos, en un marco de sostenibilidad ecológica, económica y social. En la década actual está llegando el tiempo de observar críticamente también a la producción ganadera en temas referentes a bienestar animal, manejo de purines en tambos y feedlots o emisión de gases al ambiente, entre otros. Estos aspectos generan interrogantes entre los habitantes del planeta.
Francisco Corte es gerente general de ADB Agropecuaria SA y coordinador del grupo de Buenas Prácticas Ganaderas de CREA, un grupo que incluye productores de varias regiones que buscan ordenar y mejorar sus procesos internos utilizando registros y protocolos aprobados en sus campos. Así, pueden diseñar sistemas de producción responsables ante la mirada de la sociedad, al ofrecer productos inocuos y de calidad, generados con eficiencia y transparencia de procesos.
En 2020, más de 90 instituciones públicas y privadas lograron llegar a un consenso para elaborar una Guía de Buenas Prácticas Ganaderas (BPA). El documento -de 53 páginas, elaborado por la Comisión de Ganadería de la Red BPA- generó interés en muchos empresarios pecuarios. Luego, el proceso continuó en diferentes instancias en las que participaron interesados de distintas regiones, que buscaron implementar las recomendaciones de la guía en la práctica.
“La guía nos ayuda a definir ´que´ tenemos que hacer para incorporar Buenas Prácticas en ganadería vacuna, pero no indica ´cómo´ tenemos que llevarlas a cabo. Por eso, la mejor manera para trabajar esto fue de manera grupal”, señala Corte.
“Sabemos que los sistemas productivos evolucionan, y algunos temas que hace unos años no eran prioridad, hoy se están incorporando en los objetivos y planes de trabajo de las empresas. Se admite que hay algunos temas considerados tabúes en la ganadería, pero no se ponían en el plan de trabajo de ningún empresario; ahora estamos empezando a incluirlos, para producir de manera aceptada por todos”, agrega.
En qué consiste
Por Buenas Prácticas Ganaderas (BPG) se entienden todas las acciones involucradas en la producción, comercialización y movimiento de hacienda en pos de obtener productos inocuos, que promuevan la sostenibilidad del sistema pecuario. Incluyen recomendaciones sobre bienestar animal durante el arreo y el transporte con destino a faena, y la aplicación de vacunas en la manga. También consideran el manejo de purines en tambos y feedlots, la manipulación de animales muertos y la emisión de dióxido de carbono de los rumiantes y su efecto sobre el ambiente. Las buenas prácticas van más allá de las tranqueras y aconsejan preocuparse por la reputación del comprador de la hacienda terminada y por la trazabilidad del producto final obtenido.
En la implementación de las BPG se reconocen tres etapas:
- Caracterización y diagnóstico de la situación. Consiste en conocer y evaluar las acciones que se llevan a cabo en el sistema productivo de la empresa. Luego hay que identificar los puntos de mejora, para después definir sobre cuáles empezar a trabajar.
- Planificación. Es la base para ejecutar correctamente las BPG. Consiste en la elaboración de un plan en el tiempo donde se detallan las acciones por implementar, de qué manera y cuando se llevarán a cabo.
- Ejecución, evaluación y seguimiento. Esta etapa es sinónimo de cumplimiento de los protocolos establecidos en el plan, con registros de lo realizado.
La guía está dividida en cuatro secciones: Los animales y su manejo; Infraestructura; El animal y el ambiente y Organización de la empresa y de las personas.
En la sección “El animal y su manejo”, además de los planes productivos, nutricionales y sanitarios habituales que lleva cada establecimiento ganadero, la guía recomienda minimizar el estrés de los vacunos al momento de realizar cualquier práctica en el campo o en los corrales. Por otro lado, aconseja establecer un plan de acción contingente para las situaciones donde la productividad forrajera resulte menor a la planificada. También alienta el respeto por los períodos de carencia cuando se apliquen fitosanitarios en los lotes de pastoreo, de acuerdo a la normativa vigente. Asimismo, sugiere disponer de corrales especiales para el aislamiento, monitoreo y tratamiento de los bovinos enfermos o en observación.
Ante la muerte de animales, se debe identificar la causa del deceso. De existir situaciones compatibles con enfermedades que pueden afectar al rodeo o a las personas, se debe convocar inmediatamente al veterinario. También se debe implementar un protocolo para la disposición de desechos, restos placentarios, fetos y animales muertos que contemple medidas de bioseguridad y prevención de contaminación ambiental.
Bienestar animal
Por otra parte, un adecuado bienestar animal es un requisito esencial para trabajar con BPG. La guía propone producir en sistemas de mínimo dolor y temor, y que se maneje a los animales de manera humanitaria.
Al analizar la “Infraestructura de producción”, la guía dice que las instalaciones para el manejo de la hacienda deben asegurar la integridad de las personas y el bienestar de los animales. El piso de los corrales debe ser sin pendiente y poco agresivo para las pezuñas. El diseño de la manga debe favorecer el desplazamiento fluido de los animales. Las casillas de operar deben tener suficientes puertas para trabajar debajo, detrás y en ambos flancos del animal.
Se debe elaborar un plan escrito de higiene y mantenimiento de las instalaciones y llevar un registro de tareas realizadas y productos utilizados.
Los alambrados y tranqueras se deben construir con materiales que no generen riesgos para las personas ni para los animales. Los eléctricos deben utilizarse con una energía tal que los animales reciban solo un impacto suficiente para el aprendizaje por reflejo condicionado.
Los corrales para alimentación con concentrados deben tener una pendiente adecuada para evitar el encharcamiento y facilitar la evacuación de purines hacia canales colectores. La gestión de purines debe adecuarse la normativa vigente y debe contar con un margen de seguridad por sobre los volúmenes que normalmente se producen. El estiércol puede almacenarse temporariamente en un lugar impermeabilizado o natural o artificialmente.
Otra sección de la guía trata la interacción entre “Los animales y el ambiente”. Dice que “el suelo es la base sobre la cual se asienta la actividad ganadera a través de la producción de forrajes”. Por lo tanto, la cantidad y calidad del alimento por producir está relacionada con la salud del suelo. A partir de la capacidad productiva de las tierras, se debe implementar un plan de manejo que permita alcanzar los objetivos zootécnicos de la empresa.
Por otro lado, recuerda que la producción de carne con animales en confinamiento puede generar impactos ambientales a partir de la concentración de excretas en arroyos, lagunas y napas, así como olores desagradables. Para enfrentar estos problemas se debe elaborar un plan de tratamiento de purines que considere su recolección, almacenamiento y acondicionamiento.
Con relación a la emisión de gases de efecto invernadero por parte de los rumiantes, la guía recomienda promover las prácticas que favorezcan el aumento de la productividad y de la eficiencia de los sistemas productivos, como forma de “diluir” los gases que se producen por los eructos vacunos.
La guía de Buenas Prácticas Ganaderas dice que “de acuerdo al autodiagnóstico y a los protocolos de cada establecimiento, la conducción de la empresa debe realizar los planes específicos para identificar los puntos de mejora y establecer objetivos”. Para alcanzarlos, aconseja “avanzar con políticas internas que demuestren el compromiso con las personas que trabajan en ella y con su entorno”.
“Se debe garantizar la calidad de vida en el ámbito laboral, evitar la discriminación y el trabajo infantil”, se indica en un párrafo. Las personas deben trabajar en la empresa en un marco de bienestar, seguridad y salud, para lo cual habrá un responsable. El personal debe contar con una libreta sanitaria actualizada y completo equipamiento de protección al realizar sus tareas.
Quienes manipulen fitosanitarios deben recibir capacitación y contar con la ficha de seguridad del producto por manipular. En un plano más general, la guía indica que “se deben definir los valores que regirán la conducta y las decisiones de la empresa, que deben ser comunicados e incorporados en todos los procesos de trabajo”.
A la hora de seleccionar un proveedor, se debe promover el pleno cumplimiento de las normativas vigentes y la adhesión a valores alineados con la gestión de sustentabilidad de la empresa.
Las claves
- Por Buenas Prácticas Ganaderas se entienden todas las acciones involucradas en la producción, comercialización y transporte de hacienda en pos de obtener productos inocuos, que promuevan la sostenibilidad del sistema pecuario
- La Guía de Buenas Prácticas Ganaderas da un marco de qué se debe hacer en cada empresa. En la práctica, incluye la definición de objetivos, protocolos y acciones, tras lo cual se establecen indicadores con los que se evalúan los resultados
- La implementación de buenas prácticas ganaderas requiere una mirada sistémica y cierto grado de organización de la empresa, independientemente de su tamaño. También demanda compromiso de las personas involucradas en el proceso.
- La realización de estas prácticas ordena internamente a las empresas para producir mejor cuidando a las personas que trabajan. Obliga a considerar temas que pueden poner incómodos a algunos, tras lo cual se pueden implementar las respuestas adecuadas.
- En el plano comercial, la adhesión a Buenas Prácticas Ganaderas generará beneficios adicionales, como la selección de los mejores proveedores y el acceso a mercados con consumidores de mayor poder adquisitivo.
Esta nota se publicó originalmente el 19 de junio de 2021
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