Resulta muy común que el productor, los comunicadores y los profesionales del rubro mencionemos a la relación compra como un indicador de la realidad ganadera, asumiendo que el mismo tiene alguna vinculación con el resultado de la actividad.
En general, lo que se suele hacer es comparar la relación compra/venta actual con el promedio histórico, no teniendo en cuenta su variabilidad según se modifique el precio del gordo, o la estacionalidad que existe.
Dentro de la actividad engorde de hacienda vacuna el resultado económico depende fundamentalmente de tres factores: precio de venta, precio de compra y costos del kilo producido (este último es explicado en muchos casos por el costo de la alimentación).
Al analizar estos tres factores, vemos que:
- El precio de venta está determinado por la demanda, dado que la oferta es en el corto y mediano plazo inelástica, solo modificable en una pequeña proporción a través de la velocidad del engorde y/o el peso de faena.
- El precio de la invernada también está determinado por la demanda, y la misma adquiere un peso relativo mayor que con el gordo, dado que la oferta de terneros es menos elástica, ya que en el corto y mediano plazo no es modificable bajo ningún concepto, dado que su producción depende del ciclo biológico (mínimo 9 meses de gestación, más el tiempo que transcurra hasta el destete). Esa oferta tan determinada, hace que el precio se mueva de manera más que proporcional en momentos en los que varía la demanda. Quienes forman el precio de la invernada son los invernadores, que determinarán el precio de la misma en función del precio del gordo y del costo del kilo producido.
- El costo de la alimentación es crucial en aquellas actividades altamente dependientes de los concentrados energéticos, y no tan determinante cuando basa en forrajes. El precio de los concentrados energéticos se mueve de manera independiente al de la carne.
Evolución
Al analizar la evolución histórica de la relación ternero/novillo encontramos valores que van desde 0,8 hasta 1,8 kilos de ternero por kilo de novillo. Esta variación, que aparentemente tiene un comportamiento al azar, encuentra una alta asociación a la evolución del precio del novillo, tal como se ve en el gráfico siguiente. Aquellas relaciones bajas se ven asociadas con precios bajos del novillo, mientras que las relaciones más altas se superponen con momentos en los que el gordo tiene altas cotizaciones.
Considerando la serie 1970-2021 en promedio fueron necesarios 1,13 kilos de novillo para comprar un kilo de ternero. Esta relación ha ido creciendo con el transcurso del tiempo, siguiendo una tendencia similar a la del precio del novillo (línea punteada en el gráfico cuya lectura debe hacerse en el eje secundario de las ordenadas). Ello estaría mostrando que a medida que el precio del novillo crece, también lo hace el ternero, pero a un ritmo mayor y por ello crece la relación.
Las variaciones del precio de la invernada responden en más de un 90% a variaciones del precio del novillo (en moneda constante y estacionalizado).
Una suba importante en el precio del animal a faenar, produce un aumento más que proporcional en las categorías de invernada. Si el aumento persiste y el precio del ternero sigue subiendo, la cría se vuelve un atractivo negocio, y entonces el vientre comienza un espiral ascendente de precios, creciendo de manera más que proporcional que el ternero. Cuando el novillo baja su cotización, el proceso se invierte.
El valor de la reposición siempre guarda una relación con el precio actual y/o futuro del gordo. Esto es así dado que quien define el valor del ternero son el conjunto de los invernadores. Los mismos generan una puja por el ternero, la misma será más fuerte cuanto mejores sean las condiciones del negocio de engorde.
El ternero es la variable de ajuste del invernador, cuando el precio sube demasiado habrá productores dispuestos a comprar menos o dar un paso al costado, estableciendo así el techo en el valor de compra. Aumentos en el precio del gordo generan incrementos en la renta del kilo producido, y permitiendo pagar más por el ternero. Si existiera una expectativa a que aumente el precio del gordo, dicha posibilidad hará que se pague por la invernada más de lo que los números del momento avalen. De manera inversa actuaría un aumento importante en los costos de producción; si los granos forrajeros tuvieran una suba el productor no puede trasladar ese aumento a su producto final (el gordo) y termina transfiriéndolo a su única variable de ajuste, el ternero.
Lo dicho sucede de manera empírica en cada remate al que uno puede acceder, y por eso cuando la reposición se torna cara en términos relativos, la mayor puja se produce sobre animales livianos. El engordador sabe que para descalzarse de la mala relación compra venta debe cargar más kilos sobre el animal comprado.
El vínculo novillo/ternero
Analizando los promedios anuales de los valores que ha tomado el ternero en función de los correspondientes valores del novillo, vemos que en años donde el novillo tenía bajos precios el valor del ternero era inferior al del novillo, a medida que el gordo aumenta, el precio del ternero lo hace a un mayor ritmo. En los últimos 15 años esta tendencia se acentúa aún más, haciendo que cada modificación en el precio del novillo provoque una modificación mayor en el precio del ternero, quedando claramente expresado el vínculo existente entre el precio del ternero en función del precio del novillo.
Este comportamiento histórico del precio del ternero respecto al novillo tiene una correlación superior al 93%, dándonos herramientas para pensar el negocio ganadero hacia el futuro. Mediante dicha relación se pueden estimar los valores que podría tener el ternero, en función de las variaciones que pueda sufrir el novillo.
Aplicación del vínculo entre el ternero con el novillo
Estimar el precio del ternero en función del valor del novillo, en lugar de considerar su relación promedio histórica evitará que se sobrevalue el valor del ternero cuando los precios del novillo sean bajos, y no subvaluará a estos cuando los valores del novillo sean altos.
Cualquier análisis económico (análisis de inversión, planificación o planeamiento de la empresa) que involucre precios de la hacienda en general, y donde se analicen simultáneamente distintos escenarios debe necesariamente tener en cuenta cómo se comportan de manera relativa las diferentes categorías de hacienda.
Es importante saber cuál es el movimiento relativo de las diferentes categorías ganaderas para acercar las proyecciones a la realidad.
En el contexto actual, por ejemplo, con un precio del novillo de 318 $/kg promedio anual, el comportamiento histórico indicaría un ternero de 462 $/kg, de tal manera serán necesarios 1,45 kilos de novillo para comprar 1 kilo de ternero, lejos del promedio (la serie 1991-2021) en que se precisaron 1,2 kilos de novillo por kilo de ternero. Si se tuviera en cuenta el comportamiento relativo de la misma serie, si el novillo bajara un 20%, y su precio fuera 254 $/kg, se precisarían 1,26 kilos de novillo para comprar uno de ternero, o sea, que una baja del 20% del novillo traería aparejado una caída del 30% en el valor del ternero. Por el contrario, si el novillo subiera un 20%, el ternero lo haría en un 37%, llevando la relación a 1,65.
Conceptualmente, debemos conocer que una variación en el precio del novillo modifica de manera más que proporcional el precio de la invernada y más aún el de los vientres.
Un claro ejemplo de la utilidad de conocer estas relaciones se puede encontrar al querer evaluar la posibilidad de alquilar un campo para proveerse de terneros propios. Suponiendo que el precio que deba pagarse por el recurso suelo haya sido pactado en kilos de novillo, bajas en el precio de este, generarán una merma en el pago del alquiler.
Pero el costo de oportunidad (valor de mercado) que se le debe cargar a los terneros disminuirá en una mayor proporción. Así, es posible que en ese escenario convenga comprar terneros en lugar de producirlos.
Por otro lado, si el valor del novillo aumentara, el alquiler se incrementará, pero como el precio del ternero se elevará en una magnitud mayor, se obtendrá un aumento en la ganancia por kilo producido, con lo cual la ecuación económica final será más favorable.
Las variaciones de las relaciones insumo/producto deben tomarse con cierto cuidado, una cosa es considerar posiciones relativas de insumo/producto que no guarden relación una con la otra, como por ejemplo el precio del maíz respecto del de la carne, pero es muy distinto hacerlo cuando existe una estrecha relación entre las dos variables.
Obviamente, cuánto más baja es la relación compra/venta y mayor es el precio de venta del gordo se obtiene un mejor margen, pero esto raramente ocurre de manera simultánea.
Si se preguntara a cualquier invernador en qué momentos obtuvo sus mejores márgenes en el negocio, sin duda dirá que los mismos coincidieron con altos precios del gordo. Históricamente, los momentos en los que el gordo tuvo sus mejores precios coinciden con momentos en los que las relaciones de compra/venta resultaban ser menos favorables.
Lo dicho se corrobora al analizar los márgenes brutos de modelos de invernada por más de 20 años, no encontrando una correlación significativa entre la relación compra/venta y el resultado del margen bruto. Mientras que las variaciones del margen si son explicadas, y en un muy alto porcentaje, por el valor del kilo producido y en menor medida por el precio del gordo.
El autor es consultor de EconoAgro
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