No hay dudas de los beneficios en avanzar hacia un negocio ganadero más sostenible en términos de utilización de recursos, de renta y también de futuro comercial.
Sin querer dejar de lado el enorme progreso genético de las razas sintéticas que han posibilitado el avance ganadero del NOA y NEA, pondremos el foco en las razas británicas, especialmente en la Angus que ostenta más del 50% del ganado de carne en nuestro país junto con sus cruzas.
Está claro, y a la vista de todos, que en las últimas décadas se trajo mucha -tal vez demasiada- genética desde los Estados Unidos y Canadá, sin considerar las (muy) diferentes estructuras del negocio ganadero en ambas regiones.
Atraídos por magníficos fenotipos, que ganaron espacio y premios en las pistas a lo largo y a lo ancho de nuestro país y vecinos, fuimos incorporando líneas genéticas (inclusive no libres de algunos eventos genéticos indeseados), que luego en el campo no han dado los resultados esperados.
Y no lo han hecho ni en los atributos de fertilidad ni en la facilidad de parto, ni en longevidad ni en precocidad. Animales lindos pero en el campo siempre faltones. Difíciles de mantener en condición corporal aceptable para su desarrollo y el de sus crías. Una cosa son las pistas y otra es el campo.
En la búsqueda de la excelencia ganadera en el país del norte, se desarrollaron desde las asociaciones de criadores (la Angus a la cabeza), un sistema de mediciones que generó un compendio de números e índices para analizar cada individuo.
Se reconoce entonces en los Estados Unidos -y a través del precio- el mérito a la carcasa, el mayor tamaño (aunque recientemente hay una tendencia a moderar un poco) determinada deposición de grasas y otros 15/20 atributos que, llevados al extremo, han llevado a productores a comprar toros sin verlos, sólo mirando sus números.
Otro modelo, otros costos, otros márgenes. A ellos les sirve, a nosotros…está definitivamente opinado. Allá el negocio ganadero está orientado al feedlot. Aquí, con los precios actuales del maíz y, a pesar de que las retenciones transfieren injustamente recursos del agricultor al feedlot (y de hecho a las industrias del cerdo y del pollo) no hay margen para encerrar y ganar dinero si el resultado por tenencia no ayuda, lo cual en un escenario inflacionario, se facilita pero no deja de ser una lotería.
Todo está hoy, dependiendo de que los frigoríficos tengan el suficiente margen para volcar al mercado interno cortes económicos, para que las exportaciones puedan seguir traccionando todo el negocio.
El constante cambio de reglas en un negocio cuya característica es el largo plazo ha generado este contraste entre la competitividad de nuestra agricultura, ciertamente de primer nivel mundial, y una ganadería que, con poca inversión se mueve, desconfiando, al compás de las políticas de turno.
Es entonces el pasto el refugio natural de una cría de bajos márgenes históricos y el lugar desde donde debemos buscar inclusive nuevos mercados en el mundo. Por lo menos para grandes regiones ganaderas como la Cuenca del Salado, de donde salen la mayor cantidad de terneros del país.
Claro que hay que cubrir contrarreloj dos deficiencias de nuestros ganaderos (y su personal): el conocimiento del manejo del pasto y de las líneas genéticas que permiten optimizar la producción a pasto.
No es lo mismo cualquier vaca ni cualquier toro, ni el más barato es el mejor. Tamaño moderado, precocidad, aptitud materna, longevidad son atributos que se valorizan en la producción a pasto tan característica de la genética escocesa nativa, y que contrastan con aquellos basados en la "performance/crecimiento" tan identificada con la genética norteamericana.
Naturalmente hay espacio para todos. Y distintas regiones y ambientes pueden generar distintas realidades productivas y comerciales, y está bien que así sea.
Pero el pasto es nuestro principal recurso, el más económico y el más apropiado para el ganado. No olvidemos que nuestras carnes se hicieron famosas a pasto y con genética británica. De ese prestigio vivimos todavía, hoy.
El autor es productor ganadero
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