Facundo Manzoni tiene 30 años y el próximo 10 de diciembre será el intendente de Viamonte, Córdoba; su vínculo con el campo y cómo se metió en la política
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Vestido de bombacha de campo, boina azul y alpargatas en el mismo tono, Facundo Manzoni (30) llama la atención de quienes se lo cruzan. La pilcha que desde afuera ven como un “disfraz” dice que lo ubica y le da la identidad y pertenencia no solo en el pueblo que va a gobernar a partir del 10 de diciembre, sino ante la sociedad y la gente que lo votó. Se reconoce “retobado” y “tímido”, pero con una gran vocación de servicio: firmó un “cheque” por cuatro años con sus vecinos de Viamonte, Córdoba, una localidad de 1500 habitantes, históricamente peronista, con la promesa de no eternizarse en el poder y dejar en el olvido el nepotismo que allí predominó.
“Siempre tuve vocación de servicio, ver bien al de al lado. Soy un bicho raro”, se ataja antes de recordar a sus antepasados en una entrevista con LA NACION. La vida de Facundo, que comienza con la llegada de su bisabuelo, José Gani, a los 16 años desde Siria escondido en un barco mercante junto con su hermano menor, que fue obligado a bajar en Brasilia, está conectada con su pasado. Fue el único de sus cinco hermanos que nació en Viamonte y el parto fue atendido por el doctor del pueblo, quien a su vez era entonces el intendente.
Con una campaña austera, de solo 43 folletos y las propuestas de puerta a puerta, Manzoni alcanzó la mayoría de los votos para ser intendente. “Me crie en el campo, arriba de un tractor, y nunca quise despegarme del pueblo. Estudié abogacía a distancia, pero no la terminé, me quedaron seis materias por rendir. Me hubiese gustado hacer veterinaria, pero nunca me quise ir”, resume.
En 2000, la familia se dedicaba a la ganadería, pero tuvieron que vender todo por la situación económica del país, motivada por la crisis de 2001. “Mi viejo se estaba fundiendo. Vendió todas las vacas y comenzó con la agricultura que hoy es nuestro fuerte. Allí trabajamos con mi hermano y mi viejo”, relata.
Un presentimiento llevó a Facundo a solicitarle un préstamo a su padre para comprar 43 terneros y volver a hacer engorde a corral. Esto les permitió volver al ruedo en la ganadería. Así se gestó el negocio de las vacas de cría y engorde a corral. “Hace dos años, cuando falleció mi tío, hermano de mi viejo, le propusimos a su esposa y mis primas alquilarles el tambo para que no lo cierren. Hoy hacemos tambo, vacas de cría, engorde a corral y agricultura: soja, maíz, trigo y sorgo, que es nuestro fuerte”, describe.
A la política se involucró en 2008, durante el conflicto de la Resolución 125, cuando tenía 15 años, porque esto, dice, impactó en el interior productivo. “Con esa medida, productores como mi viejo estaban desesperados: fue arrebatada y tomada por gente de las grandes urbes que no conocen el interior productivo. Eso despertó mi interés y comencé a participar de los ateneos de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). Allí vi a la política como una herramienta de transformación, el poder de lo posible”, asegura.
Hace cuatro años fue candidato para entrar al Concejo Deliberante, ad honórem. “La gota que rebalsó el vaso fue hace 150 días cuando el intendente Gabriel Fernández, que desde 2003 gobierna el pueblo, al no poder ir por la re, re elección porque la ley se lo impedía puso como candidato a su primo hermano, que no vive en el pueblo, sino en Córdoba capital”, explica. Esto significaba que iba a haber una sola lista en Viamonte, y era la del oficialismo. Los amigos y vecinos lo motivaron a meterse de lleno y terminar con los 20 años de peronismo.
“Conformamos una lista que fue bastante representativa para hacernos de la victoria. Fue algo histórico porque en Viamonte siempre votan 1100 o 1150 personas y estas elecciones votó el 82% del electorado: 1400 personas. Sacamos el 54% de los votos contra el 30% que sacó el oficialismo. La sociedad pedía a gritos un cambio”, afirma. Dice que al pueblo lo ve como una gran familia, su casa, y quiere verlo bien.
En cuatro años aspira devolverle el trabajo privado, el empuje y convertirlo en lo que un día fue. “Era un pueblo pujante que tenía plantas de acopio y generaba trabajo genuino. Se ha destruido todo en estos años que fueron muy malos. Si bien se han hecho obras públicas: cunetas, asfalto o viviendas, no hay trabajo y el municipio se ha transformado en una bolsa de trabajo, en un aguantadero. Más del 10% de las personas laboralmente activas están trabajando en el municipio”, sostiene. Entre contratados, permanentes y jornaleros llegan a 120 empleados.
“Sé que le estoy dedicando los años más activos y productivos de mi vida, pero soy lo que soy gracias al pueblo, soy un reflejo de eso. Allí me eduqué, crie, y los principios y valores que intento enarbolar se los debo. No lo hago con intereses o intenciones ocultas, lo único que le propuse a los chicos que me acompañaron es que si tenemos la posibilidad de ganar es que desde el día 1 se iba a crear un fondo que es el sueldo del intendente para que todos los meses, de manera religiosa, se deposite y se utilice para el fortalecimiento de nuestras instituciones”, agrega.
Buscará ampliar el universo de las 11 computadoras para los 170 alumnos que hay, y que no tienen internet. “Quiero que la plata del pueblo vuelva al pueblo mediante este fondo. No quiero cobrar un solo peso por hacer este trabajo porque quiero seguir viviendo de lo mío y demostrar que la política se puede hacer de otra manera en la Argentina”, puntualiza.
Asegura que la política nacional está “llena de privilegio”, por quienes en vez de solucionar los problemas los han complicado. “Hay una Argentina pobre, quebrada, impredecible y carente de política de Estado y de liderazgo; un 50% de pobreza, educación y salud obsoleta. Y, por el otro lado, está la Argentina que tiene una capacidad productiva capaz de alimentar a 400 millones de personas. Somos el noveno país más grande del mundo y el 5to con la mayor plataforma marítima. Si es que estamos haciendo algo mal, entonces hagamos las cosas de manera diferente. En mi pueblo han confundido lo público con lo privado y al municipio con una empresa privada. Se han creído patrones de estancia cuando son servidores públicos, empleados municipales”, indica.
Con su gestión, dice que va a demostrar que se puede hacer todo diferente, y que en cuatro años la gente tendrá la opción de elegir a alguien más porque él está de paso: “Después me quiero ir al campo y hacer lo que me apasiona”. En Viamonte hay 30 productores que se dedican a la agricultura y ganadería. De los 25 tambos que hubo en su momento de gloria quedaron dos, entre ellos el de la familia. “Ahí ves reflejado cómo se ha puesto en jaque al interior productivo con estas políticas que son asfixiantes”, despacha.
En la década del 60, el pueblo llegó a tener 5000 habitantes y hoy son 1800: “Son pueblos que tienden a desaparecer porque los estamos transformando en sociedades viejas. Los chicos que se van del pueblo no vuelven porque no encuentran las oportunidades para desarrollarse”.
Facundo visualiza a Viamonte como una maqueta grande de lo que sucede en las grandes urbes, pero con una planta repleta de empleados municipales. “Los vicios que se ven en la Capital, de que los chicos se quieren ir del país, nosotros lo vemos en menor escala”, dice. Su campaña la reforzó con un plan de educación por la alta deserción educativa, del 45% en el nivel medio. “Tenemos odontólogo una vez a la semana: las muelas te tienen que doler los miércoles. Bioquímicos ya no hay, y radiólogos tampoco”, enumera.
“Estoy comprometido con mi pueblo. Los vecinos me firmaron un cheque para que yo los lidere estos cuatro años, no quiero salirme de foco y hacer lo que tengo que hacer: mejorarle la vida a ellos, esforzarme hasta el último momento, y después volver al campo. No estoy pensando en escalar en la política nacional. Si hoy vemos como miserable a la política es porque miserable y corruptas son las personas que en su mayoría la hacen. La única forma de cambiar eso es involucrando a que gente de bien la haga”, señala.
Desde su lugar, dice que en este momento la Argentina está a la deriva: “No hay gobierno, esto es un desgobierno. Estamos a la deriva. ¿Dónde está el presidente, la vice, los ministros? Esto parece una monarquía porque una sola persona es ministro de Economía y parece el jefe de Gabinete, el ministro de Salud. Todo recae en una sola persona que es Sergio Massa. No está bien, además, no nos ha dado una solución”, puntualiza.
Sobre Javier Milei opina que este ha cambiado el foco de discusión sobre temas que hasta hace un tiempo resultaban difíciles de plantear, como la privatización de las empresas estatales como Aerolíneas Argentinas. Además, agrega que el líder de la Libertad Avanza propone ideas que son “impracticables”, como la dolarización, la educación mediante un sistema voucher y reformas impositivas que necesitan consenso y fortaleza política.
Facundo se esperanza que en octubre, en un eventual ballotage, este sea entre Patricia Bullrich y Milei, porque los dos, más allá de las diferencias, “enarbolan el cambio”. Se ataja con que se identifica con la dirigente del PRO, a quien ve como la encargada de generar ese cambio. “A la política hay que purgarla, la hemos llenado de privilegios y no nos ha dado ninguna solución. Haciendo las cosas iguales vamos a tener los mismos resultados”, cierra.
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