Se trata de Guillermo Casarotti, quien a los 40 años comenzó a emprender en el mundo del té; la nueva estrategia para atraer consumidores
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En 2001, en plena crisis del país, Guillermo Casarotti (64) fue despedido de la multinacional donde trabajaba. Para entonces, y con 40 años sobre la espalda, decidió junto a su esposa, Anne-Sophie, llevar un poco de su arte a la gente a través de las infusiones. Así surgió INTI Zen, un emprendimiento de té en el que desde el comienzo colaboró toda la familia. Ahora, sus hijos Diego y Theo trabajan en un novedoso invento con el que buscan atraer a los amantes del té y las infusiones aromáticas.
“Vengo del mundo corporativo, trabajé en multinacionales, en empresas muy importantes y un día, cuando tenía 40 años, me echaron. Eso significó una crisis total en todo sentido para mí, porque había crisis en el país y crisis personal. Fue como un pánico a bordo. Vengo de una familia de emprendedores; yo estaba chocho con el mundo corporativo, pero cuando me pasó eso comencé a rever las cosas y verlas de otra manera”, recuerda.
El empresario, que viste un marcado estilo bohemio, cuenta que comenzó con cinco blends. En el camino incorporaron orgánicos y hoy juegan en el mercado con las hebras de saquitos piramidales. Ahora el emprendimiento produce 20 toneladas de té por año. Él se encarga de poner en valor su idea a través de su costado creativo, la naturaleza y la combinación de aromas y la estética del packaging para conquistar a sus consumidores de todas partes.
“Junto a mi esposa somos apasionados por el té, nos encanta ese momento de parar, probar y sentir ese mimo que da el té. Por eso pensamos en hacer algo con eso para que la gente pueda sentir lo mismo que nosotros, por eso quisimos comenzar a recorrer el camino”, agrega. El empresario dice que se siente “medio retirado”, pero reconoce que sigue trabajando y creando ideas para sostenerse.
Delante de los mostradores de lo que fue el stand de Caminos y Sabores, Diego y Theo mostraron la autonomía en el manejo empresario. Allí los jóvenes lanzaron una nueva línea que está teniendo éxito en esta industria: se trata de los sacos de té clásicos de distintos sabores, como el japonés con flores de sakura o cerezo en sobres piramidales. El producto se elabora con una máquina que no estaba disponible en el país y que trajeron especialmente para la ocasión.
“La máquina nos llegó hace cuatro días; todo es nuevo y es una novedad para los consumidores de té. La gente nos dice: ay esto es como yo lo compraba en Europa. Esto es nuevo acá. No hay otro que haga triangulitos así. Es una novedad en la Argentina”, resalta. Antes de sumarse a la feria, los jóvenes se pusieron manos a la obra y comenzaron a producir en cantidad. “Ellos están felices. La empresa la hice pensando en compartir lo que junto a mi esposa amábamos. Ahí tocó la fibra de la familia también porque a ellos les gustó y por suerte están siguiendo y abriéndose en este camino, porque lo están haciendo ellos mismos, lo cual es superbueno”, agrega.
Como en todo comienzo, Guillermo y Anne-Sophie tuvieron la ayuda y guía de alguien más para conocer el mundo de las infusiones. Mientras buscaba una pasión que lo conectara con su esencia, el empresario se cruzó en una revista con el perfil de una persona que había estudiado en Nueva York, quien lo podía orientar en su idea. “Leí que había una chica que hacía unas mezclas increíbles y que había entrenado con una maestra; pensé en ir a verla. Por supuesto, al principio fue todo no, porque ella no quería ni siquiera ver, pero lo intentamos, porque para los emprendedores el no, no existe: uno insiste e insiste y va a buscarlo por distintos caminos hasta que lo logra”, se explaya.
Luego de conseguir el sí que buscaban, Inés Berton, la experta, los ayudó con todas las hebras y las mezclas. “Ahí fue que finalmente lo logré, porque tuvimos una entrevista y ella siempre recuerda que a la entrevista fui vestido con una chaqueta china y de repente dijo: a un emprendedor uno siempre se lo imagina con corbata. Ahí establecimos esa relación y comenzamos este camino juntos. Después los caminos se separaron. Yo seguí diseñando con mis hijos esta nueva etapa; hoy están haciendo las mezclas”, relata. Con las ganas de innovar y poner su propia impronta, los jóvenes compraron la máquina que hace saquitos piramidales. “Yo era más clásico en la empresa y ellos están innovando. Eso está muy bueno”, dice.
Hoy el emprendimiento tiene 15 personas y dicen que siguen creciendo en la incorporación de maquinaria, tecnología, espacios en exposiciones y locales. En medio de la situación económica del país, cuenta que las pymes están complicadas. “De los 20 años que tenemos en el mercado, ahora tuvimos una caída en volumen con respecto de nuestro primer año. Es la primera vez que caemos, la caída no es tan pronunciada, es decir, siempre crecíamos, pero este año venimos con una caída”, asegura. Con la llegada de la ola polar y el invierno, el escenario comenzó a pintar distinto.
—¿Por qué te echaron?
— Yo creo que soy tontamente ético y muy derecho con distintas cosas y no me gusta cuando veo cosas que no son buenas. Soy de hablar en ese sentido y decir que no entro en esas cosas. Para mucha gente en las corporaciones a veces eso es un peligro, no les gusta que haya gente rebelde o que no sigan el pattern de otra gente. En ese sentido y otras he dado esa impronta dentro y fuera de casa, a donde vaya y donde me mueva ni en el trabajo comulgaba con eso. No les gustó mi actitud, y de que no entraba en esos juegos y me hicieron a un lado. Terminé dignamente.
Cuando pasó por esto, Guillermo tenía 40 años y lo llevó a replantearse las cosas. “Te imaginás a los 40 años terminar de un día al otro y no tener trabajo y decir: ¿Y ahora qué? Fue como una línea mágica. Creo que hay que estar despierto para verla. En ese caso, por suerte, al día siguiente ya había conseguido trabajo”, sostiene. A más de 20 años desde que surgió INTI Zen, la familia busca crecer, lograr nuevos objetivos como la combinación del cedrón en el que hoy trabajan. Esta hierba dicen que tiene que ser 100% argentina para continuar con la esencia del establecimiento.
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