El pasado 14 de mayo, en el Congreso Maizar 2013 "Alianzas para un mundo con maíz", las organizaciones vinculadas con la producción de maíz de Brasil, Estados Unidos y la Argentina (Abramilho, National Corn Growers Association, US Grains Council y Maizar) formalizamos la creación de la Alianza Internacional de Maíz, llamada Maizall, con el objetivo de colaborar en el ámbito mundial para comunicar los asuntos clave relacionados con la seguridad alimentaria, la biotecnología, la protección del ambiente, el comercio y la imagen pública de los productores.
Con ese objetivo, y con el compromiso de todos los integrantes de la cadena, el año pasado comenzamos a mantener reuniones con las Asociaciones de Maíz de Estados Unidos y Brasil para articular un frente común que nos permita trabajar en conjunto. Como países exportadores de maíz cuyos productores adoptaron ampliamente los materiales genéticamente modificados, la Argentina, Brasil y Estados Unidos enfrentan muchas de las mismas barreras al comercio mundial de maíz y productos derivados del maíz. Es clave transmitir a los consumidores los beneficios de la biotecnología y otros elementos de la producción agrícola moderna, para lograr así reducir la aprobación asincrónica de eventos biotecnológicos en todo el mundo.
El desarrollo de las cadenas de valor de los distintos productos agroindustriales implica la ejecución de múltiples actividades. Cada una de ellas ha ido evolucionando según las necesidades de un mundo en crecimiento. En los últimos tiempos, se vienen destinando una gran cantidad de recursos a los sistemas científicos, productivos y comerciales para desarrollar las tecnologías necesarias para abastecer sosteniblemente a un mundo que crece y demanda cada vez más alimentos y energía.
La producción agroindustrial moderna tiene una gran capacidad para resolver ciertos problemas sociales como la falta de empleo. También ha evolucionado hacia un mejor cuidado del ambiente, al disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero o utilizar productos con menor impacto ambiental. Sin embargo, los beneficios económicos, ecológicos y sociales de la agricultura moderna no son conocidos. Entonces, debemos preguntarnos si estamos dando las respuestas que buscan los consumidores de nuestros productos. Si lo que decimos se ajusta a los que ellos quieren escuchar.
Debemos transmitir un mensaje a nuestros clientes y explicarles por qué las prácticas de la agricultura sostenible y todas las tecnologías vinculadas son fundamentales para el desarrollo y el cumplimiento de los desafíos de la humanidad. Es clave que entiendan que la biotecnología no beneficia solamente a los productores, sino también a los consumidores de alimentos y a los ecosistemas. Si nosotros no hacemos el trabajo de comunicación, ese vacío será llenado por otros.
Desde distintos ámbitos se envían mensajes que indican que cualquier actividad agrícola, ganadera, forestal o agroindustrial en un país en desarrollo tiene como consecuencia la destrucción del ambiente y no su cuidado o mejora para futuras generaciones. Esto se ha intensificado en los últimos años, a partir de la aparición de la biotecnología, del aumento de la demanda de proteínas vegetales y de los biocombustibles.
Luego de haber cultivado miles de millones de hectáreas y servido miles de millones de comidas, la biotecnología agrícola ha demostrado ser una tecnología sana para los seres humanos, los animales y el medio ambiente. No obstante, el tiempo necesario para llevar nuevas tecnologías de cultivo al mercado aumentó de manera irrazonable como consecuencia de retrasos en los procesos de aprobación tanto de los países productores como de los importadores.
Va a llevar un gran trabajo poder alimentar, vestir y proveer de energía y otros materiales a un mundo que crece. Es indispensable que comprendamos cuáles son nuestras responsabilidades. A través de nuestras entidades o asociaciones debemos lograr la mejor interacción posible con las agencias gubernamentales y los cuerpos legislativos. En conjunto tenemos que derribar las barreras internacionales, y desarrollar alianzas y estrategias entre los sectores productivos para poder continuar avanzando con el desarrollo tecnológico.
Las bases están dadas: entre los tres países originamos el 50 por ciento de la producción mundial de maíz y representamos más del 70 por ciento del comercio mundial, contamos con muy buenos suelos, productores entre los más eficientes del mundo, la tecnología más avanzada, y un gran impulso industrial y comercial.
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