Cuando en 1983 Enrique Götz pisó suelo formoseño para comprar tierras como inversión en Presidente Yrigoyen, nunca imaginó que de esas 20.000 hectáreas de la Estancia El Bagual, un campo casi virgen, surgirían un sinfín de emprendimientos por delante.
Con solo un par de puestos perdidos en el monte, no había viviendas para el personal ni instalaciones para los trabajos pecuarios: había por delante mucho para encarar. Las grandes distancias hacia los centros urbanos y los caminos de tierra que cuando llovía los dejaba aislados, lo decidió a instalar in situ una ladrillería, un aserradero y una carpintería para fabricar allí todo el material necesario para las construcciones futuras.
Para eso se trajo operarios que se ocuparían de los trabajos. Pero enseguida surgió un inconveniente: no había trabajo para las esposas. Fue así que se le ocurrió, para emplear a esas mujeres que acompañaban a sus maridos en el campo, crear un vivero con plantas del lugar, donde ellas puedan desarrollarse.
Mientras tanto, el matrimonio Götz buscó un lugar en Buenos Aires donde vender toda la producción del vivero. En Martínez, en la Avenida Libertador al 2000, pusieron un local a la calle para la venta de plantas al que llamaron Alparamis, las iniciales de sus cinco hijos varones.
El negocio de los árboles caminaba hasta que, en vísperas de la Navidad, la señora Götz, para darle un espíritu festivo al lugar, decidió decorar con adornos y moños navideños unos pinos que estaban sobre la vereda. A partir de ese momento, uno a uno, los clientes entraban para comprar esos arreglos que se habían colocado en los árboles.
Enseguida los Götz entendieron que detrás de esos pedidos había una demanda no satisfecha y una línea de negocios no explotada en el país y decidieron virar su emprendimiento en un comercio de cosas para regalar y decorar, lo que es hoy Alparamis. En tanto, el vivero se especializó en variedades de interior como palmeras en ventas mayoristas.
Mientras ese negocio emergía, a finales de los ochenta el espíritu conservacionista de Enrique lo llevó a destinar casi 4000 hectáreas del total de su campo para realizar una reserva natural a la que llamó también el Bagual. Fue el primer empresario en destinar tierras propias a la conservación.
Con la ayuda de un grupo de biólogos delimitó el espacio en donde se encuentran todos los ambientes naturales que existen en la provincia, con dos fines exclusivos: la conservación y la investigación. Con más de 550 especies de animales y 560 plantas, la protección y manejo de pastizales nativos subtropicales es uno de sus lemas.
Emprendimiento ganadero
Poco a poco el proyecto ganadero comenzó a nacer. Como primera medida, de los seis potreros que había, se delimitó el campo en 85 parcelas y se empezó a comprar las primeras vacas.
"De cualquier origen se compraba la hacienda, el tema era poblar el campo. Luego empezamos con la raza Nelore. Tuvimos el último rodeo Nelore puro del país para luego pasar definitivamente a la raza Brangus", cuenta a LA NACION, Pablo Lambrechts, ingeniero agrónomo y segundo administrador del establecimiento.
Para el crecimiento en Brangus, se comenzó absorbiendo ese rodeo con toros Angus y luego comprando animales en cabañas prestigiosas de la zona. En 1998 se asociaron con la Cabaña Camp Coole Ranch de Texas, de donde se importaron 1400 embriones para empezar a desarrollar la raza que, con la técnica de transferencia de embriones, fueron creciendo en madres de registro y haciendo su propia torada.
Ya en 2007 inauguraron su centro de embriones y para multiplicar su genética realizaron convenios con otros productores ganaderos donde ellos ponían los embriones y sus socios las vacas receptoras. Al año siguiente exportaron 500 embriones a Paraguay.
"Así fuimos poniendo un pie en distintas zonas de Corrientes, Chaco y Formosa. Siempre se busca trabajar asociados y crecer en conjunto con otros productores. Emprender cosas en común con sinergia de gente afín es el espíritu de El Bagual", señala.
En el 2010, fueron a la Exposición Rural de Palermo y obtuvieron la Gran Campeona Hembra de la raza. Ese mismo año, inauguraron la feria de remates de reproductores. Realizan por año ocho remates, de los cuales, cuatro de ellos lo realizan solos con invitados y los otros lo hacen en conjunto con cabañas del Chaco y Formosa, bajo el nombre de Norte Grande.
Hoy el establecimiento tiene 60 empleados y un rodeo de unas 4000 madres, que con un porcentaje de preñez que ronda del 75% al 85% nacen unos 2900 terneros al año. Producen 450 toros anualmente y aspiran a que para dentro de cinco años el total del rodeo de hembras sea Brangus registrado.
Según Lambrechts, la idea es seguir creciendo en vientres, para esto en el otro campo de 6000 hectáreas que poseen en Coronel Du Graty, Chaco complementan la cría y recría de la hacienda. "Se ha decidido en el establecimiento chaqueño rezagar un poco la agricultura es pos de darle un lugar preponderante a la ganadería", detalla.
En cuanto a materia educativa y de capacitación, hicieron un convenio de pasantías con la Universidad Nacional de Medellín, Antioquía, Colombia, donde reciben un pasante por año de ese establecimiento de enseñanza.
Asimismo, realizan cada año una jornada de mejoramiento genético dirigida a alumnos de los últimos años de veterinaria, agronomía y del último año de escuelas agrotécnicas de la región. Son alrededor de 400 alumnos que participan de charlas técnicas y parte práctica.
Hace 24 años que Lambrechts llegó de Rio Cuarto, donde estudió la carrera universitaria, para afincarse en ese lugar. Allí también se convirtió en un gran fotógrafo aficionado de la flora y fauna de la región y con sus placas plasma el ecosistema y la idiosincrasia que lo rodea.
"Estar aquí me permitió crecer en lo profesional y en lo personal. Conocí todos los lugares de América donde había una vaca Brangus. Fui director de la asociación y es un orgullo también estar en la Comisión de la Brangus de Colombia", concluyó.
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