En una recorrida por esa región se destacan Jesús María, Colonia Caroya, Villa del Totoral, Villa del Valle de Tulumba y Cerro Colorado; las diversas riquezas culturales y geográficas que atrapan
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Con cinco siglos de historia, el norte cordobés busca abrirse paso en el turismo rural. La existencia de variados rasgos culturales desde las tradiciones heredadas de la colonia, la cultura gauchesca, los aportes de los inmigrantes y pueblos originarios como también las vestimentas, artesanías, danzas y comidas típicas, la música, la pintura y la poesía hacen que esa porción de la provincia se distinga y aporte atractivos que merecen ser explorados y saboreados por turistas y visitantes. Allí se destacan Jesús María, Colonia Caroya, Villa del Totoral, Villa del Valle de Tulumba y Cerro Colorado.
Según cuentan los lugareños, esta zona privilegiada presenta un paisaje natural con personalidad propia donde coinciden el aire puro, las frondosas sierras, la paz, el silencio, los ríos de aguas frías, la aventura, pero, por sobre todas las cosas, una mística presente en cada una de las localidades que integran este recorrido por el Antiguo Camino Real, una traza que unía hace más de 400 años las capitales del Alto Perú y el Virreinato del Río de la Plata, atravesando la estratégica ciudad de Córdoba.
“Un camino jalonado de poblados, caseríos, postas y estancias puestas en valor a través de un minucioso trabajo de reconstrucción histórica y edilicia”, describen los pobladores.
Jesús María
Ubicada a 48 kilómetros al norte de Córdoba, en Jesús María se fusionan la historia, el patrimonio, la cultura, la tradición gaucha, la gastronomía y la naturaleza que convierten a ese lugar en las sierras chicas en el destino ideal para disfrutar todo el año.
Allí está la Torre Céspedes, construida entre 1896 y 1898 por el intendente español Gabriel Céspedes y que fuera un minicastillo que refleja las costumbres de la alta sociedad argentina de la época. También está la Estancia Jesús María, construida por la Compañía de Jesús en 1618 y declarada Patrimonio de la Humanidad por Unesco en 2000, es actualmente Museo Jesuítico Nacional.
“Los jesuitas no solamente eran religiosos sino que tenían otras carreras: abogacía, arquitectura, ingeniería. En la estancia había entre 200 ó 300 esclavos y solamente tres religiosos, quienes no eran bien tratados ni considerados seres humanos sino objetos. Vivían en rancherías infrahumanas, solo se les daba ropa, comida y se impartía la palabra de Dios”, cuenta Maximiliano Bonaldi, guía de turismo municipal.
Por otra parte, Jesús María ofrece otro atractivo que en verano se transforma en multitudinario: el Festival Nacional de Doma y Folclore, una de las fiestas populares más importantes de la Argentina. El predio cuenta con un paseo de artesanos, plazas y un espacio que ofrece un recorrido por la historia y los orígenes del Festival. En sus salas, además, se exhiben objetos, fotografías y elementos asociados a la jineteada y al legado de la música folclórica argentina.
Colonia Caroya
Otro de los destinos a la vera del Antiguo Camino Real, es Colonia Caroya, una ciudad multicultural, antigua tierra de saravinones con un rico pasado jesuítico plasmado en la Estancia Jesuítica de Caroya, Patrimonio de la Humanidad.
“Esta fue la primera estancia de la provincia de Córdoba, el primer núcleo productivo de los jesuitas, la primera fábrica de armas blancas y el hotel de inmigrantes de los colonos que llegaron a fundar Colonia Caroya, donde una de las salas muy interesante es la botica. Aquí se encuentra el origen de los medicamentos y las hierbas medicinales. La relación entre los nativos y los jesuitas dio origen a los medicamentos que consumimos hoy. Se aprovecharon los saberes naturales de quienes vivían en estas tierras y los químicos de los españoles”, comentó la secretaria de Turismo y Deporte de Colonia Caroya, María José Bergagna.
En Colonia Caroya se percibe el aroma de la cocina friulana, representada por recetas celosamente guardadas por generaciones como salames típicos, pastas, conservas y dulces. “También los Caminos del Vino es la excusa perfecta para conocer antiguas y modernas bodegas de excelente calidad. Bodega DiCandi, cuarta generación, invita a saborear sus vinos Merlot y Malbec como también alojarse entre vides disfrutando el auténtico turismo rural”, dijeron.
“Capillas rurales, oratorios familiares y el imponente Templo Parroquial en honor a Nuestra Señora de Monserrat denotan la fuerte religiosidad de esta ciudad, donde se encuentra la avenida San Martín escoltada por añosos plátanos considerada la más larga del mundo por sus características y los 13 kilómetros que recorren a lo largo de la localidad”, agregaron.
Villa del Totoral
El viaje por el norte cordobés continúa hacia Villa del Totoral, una pintoresca localidad reflejo de su pasado aborigen y colonial. Ubicada sobre la RN 9 norte a 80 kilómetros de Córdoba capital, con su río Totoral tiene su balneario “Cajón de Piedra”, donde los aborígenes comechingones dejaron como testimonio algunos “morteros” excavados en las piedras.
En lo artístico, el Museo Octavio Pinto y en lo arquitectónico el Circuito de Casonas, una de ellas residencia temporal de Neruda, son algunos de los atractivos turísticos. “Totoral es hoy una ciudad con un pasado cargado de historias, leyendas y cultura resguardadas tras los muros de las casonas donde vivieron destacadas figuras argentinas. Su arte se mantiene intacto en el Museo que recuerda a Octavio Pinto. Aquí la naturaleza generosa ofrece el mejor paisaje del norte cordobés” afirmó Adriana Arizaga, guía de turismo con gran trayectoria en la ciudad.
Villa del Valle de Tulumba
Candidato a ser uno de los pueblos de la Argentina más lindos del mundo, elegido entre otros siete por Best Tourism Village ONU, en Villa del Valle de Tulumba, se puede disfrutar la naturaleza y la cultura en medio de absoluta tranquilidad en una de las regiones más fascinantes de la provincia.
“Aquí, los tulumbanos tejemos pareceres, ponemos colores y sabores para guardar una imagen única de nuestro pueblo. Este norte cordobés estacionado en Las Cuatro Esquinas con sus alforjas llenas de historias desde los comienzos de la evangelización reza en la icónica mayólica puesta allí por un viajero soñador: ‘Bello pueblo, buena gente, fragante pan. Quien le ame por todo ello deje las cosas como están’”, describió Argentina Ramírez, guía de turismo tulumbana.
El norte cordobés significa recordar a Atahualpa Yupanqui quien eligió vivir en su Cerro Colorado, un refugio a tantos viajes y éxitos musicales. Hasta allí llegar es un encanto natural: cerros terracota, vegetación autóctona, cantos de pájaros y correr de agua cristalina. “Agua Escondida” es hoy un Museo donde encontrar la historia de Don Ata y escuchar los acordes de su legendaria guitarra interpretados por su hijo, guitarrista también, Roberto, el Kolla, Chavero.
“Para mí y mi familia es un lugar donde recuperarse de los avatares de la vida cotidiana. Actualmente nuestra tarea es preservar este lugar, recibir al visitante y brindarle paz y serenidad, que pueda saborear un rico café o algún plato típico elaborado con mucho amor. Es mi lugar, donde pasé la niñez, adolescencia, juventud y donde hoy recuerdo el matecito de la mañana y las conversaciones sobre música y literatura compartidos con mis padres en la paz del cerro”, comentó el hijo de Atahualpa y Nenette.
Cerro Colorado
Es el Departamento de Río Seco y ubicada a 160 kilómetros de la ciudad de Córdoba, Atahualpa Yupanqui eligió vivir en Cerro Colorado. Allí, hoy su casa ”Agua Escondida” es un museo, donde se puede encontrar la historia de Don Ata y escuchar los acordes de su legendaria guitarra interpretados por su hijo, guitarrista también, Roberto, el Kolla, Chavero.
“Para mí y mi familia es un lugar donde recuperarse de los avatares de la vida cotidiana. Actualmente, nuestra tarea es preservar este lugar, recibir al visitante y brindarle paz y serenidad, que pueda saborear un rico café o algún plato típico elaborado con mucho amor. Es mi lugar, donde pasé la niñez, adolescencia, juventud y donde hoy recuerdo el matecito de la mañana y las conversaciones sobre música y literatura compartidos con mis padres en la paz del cerro”, dijo.
También pueden visitar el Museo Arqueológico y la Reserva Natural y Cultural, donde se encuentran las 35.000 pinturas rupestres en más de 100 aleros de los distintos cerros Colorado, Veladero e Inti Huasi. Otro destino imperdible para alejarse del bullicio y adentarse en la cultura de la Córdoba norteña es la Estancia Guayascate, que se encuentra enclavada cerca de la Reserva Cerro Colorado, describió Mario Dell Orsi, guía de turismo de ese destino.
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