¿Cómo me financio? ¿En qué invierto? ¿Cómo me cubro? El productor agropecuario se encuentra permanentemente tomando decisiones financieras sobre su capital circulante. Aunque a veces no se advierta, parte significativo del margen de la activad pasa por la gestión de la caja. Buena o mala, toda decisión sobre el activo y pasivo corriente tiene impacto directo en el Estado de Resultados (P&L).
El flujo de caja (cash flow) es evolución continua de ingresos/egresos que deben ser administrados con eficiencia. En la macro argentina esto se acentúa (con fuerza). En una secuencia trilógica, se tratarán los tres ejes de las decisiones financieras (financiación, inversión, cobertura). Esta primera corresponde a la financiación inteligente.
¿Me financio con capital propio y/o con capital de terceros? Esta es la primera decisión de financiación. La optimización está en encontrar un equilibrio adecuado entre ambas fuentes de capital en función de las particularidades de cada actividad económica.
Conceptualmente la deuda es más barata que el equity (capital social). La deuda (acreedor) tiene prioridad sobre el equity (accionista) ante un escenario de quiebra y esto lleva a que para estar último en la fila se exige un mayor retorno. Desde la óptica del tomador, la deuda también goza del beneficio fiscal de poder deducir los intereses financieros (tax shield), lo que lleva a un costo neto menor al nominal.
En el contexto actual, con una inflación interanual del 50%, suena redundante exponer las bondades de acceder a financiación a tasas en pesos entre 30%-40% TNA. ¡Es una ventana que hay que aprovechar!
El agro en la Argentina, especialmente en agricultura extensiva, trabaja fuertemente apalancado. Esto quiere decir que la estructura de capital tiene un gran componente de deuda. Se estima que el agro requiere anualmente entre US$15/20 billones de capital de trabajo de los cuales alrededor del 30/40% se financia con capital propio de los productores y el 60/70% con capital de terceros (crédito bancario, crédito comercial, mercado de capitales, etc.).
Otro aspecto por considerar es la moneda. ¿Pesos o dólares? Las actividades ligadas a la exportación tienen la posibilidad de acceder a instrumentos dólar-linked que son un buen complemento a las opciones en pesos. Con un crawling peg del BCRA desacelerado, la devaluación oficial lleva a aprovechar financiación dólar-linked que puede, según el caso, resultar más favorable que alternativas en pesos.
El destino de los fondos (insumos, labores, fletes, arrendamiento, maquinaria, vehículos, hacienda, proyectos de inversión, et.) define el horizonte al cual debemos calzar la financiación. En muchas ocasiones, más de las deseadas, los productores agropecuarios asumen compromisos de corto plazo (pasivo corriente) para financiar inversiones de capital (activo no corriente). Esto impone un estrés inadecuado a las finanzas de la empresa. A respetar el abecé: el activo corriente se financia con pasivo corriente y el activo no corriente se financia con pasivo no corriente. Los híbridos son aceptables, pero no deben ser la base.
Recapitulando, para tomar decisiones de financiación inteligente debemos considerar fuente del capital, moneda y plazo como principales variables de análisis.
El autor es socio de Agrifex (www.agrifex.com) y socio gerente de Bamba (www.bamba.ar)
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