Dos jóvenes mujeres vestidas con kiton presiden la lápida. Figuras esculpidas de perfil. Fueron delineadas en el granito oscuro y se parecen a griegas, donde una, de pie, con disposición piadosa, extiende la mano derecha y consuela a la otra, arrodillada. Esta última cubre su rostro con la mano derecha, en actitud de llanto, y la otra mano posa sobre un reloj de arena: es el tiempo que fagocita incansable nuestras horas, deslizándose voluptuosamente inerte.
¿De qué estoy hablando? En el cementerio viejo de Unquillo, en el interior de las serranías de Córdoba, está la tumba en tierra de Saúl Alejandro Taborda, labrada por Alberto Barral. El cementerio parroquial se llama San Francisco de Asís, y la definición de su recuerdo es perfecta: "Vivió y pensó para su tierra".
Gelasio Alberto Barral, quien vino exiliado desde su Sepúlveda natal, en plena Guerra Civil Española, desgarrado por la muerte de su hermano Emiliano, vivió 30 años en Córdoba y dejó su espíritu inquieto y su mano talentosa en esculturas distribuidas a lo ancho de la ciudad; despertó vocaciones en las cátedras que dictó, recibiendo el encargo de moldear la estela del sepulcro de Saúl Taborda cuando éste murió, en 1944, y así lo hace, con la impronta castellana.
Saúl Alejandro Taborda nació en la estancia de sus antepasados, en Chañar Ladeado (Córdoba), llanura impregnada de cultura popular criolla y asolada por malones. En una primigenia pasión por la literatura, compuso poesía, teatro, una novela y relatos. "No se decidía a dar a Venus un gesto decisivo? le parecía que aquello no tenía vida, no tenía alma? cesó el canto robusto del artífice divino?", nos dice en "El cincel de Klinias".
Con idéntica pasión, dedicó Taborda después su pensamiento a temas de pedagogía, de política, de filosofía que lo atraparon en la reflexión, y "cuyo magisterio sería difícilmente reemplazable", diría Fermín Chávez. Su pensamiento y sus ideas planean sobre la cultura argentina, esporas vírgenes para descubrir y desarrollar las jóvenes generaciones: constitución política y constitución social, democracia funcional y democracia liberal, autonomía pedagógica respecto de la política, comunitarismo federativo como base de organización política social, y las vigorosas y únicas ideas sobre lo facúndico como esencia del ser nacional, habiendo desplegado en sus "Investigaciones pedagógicas" depuradas ideas sobre educación y valores morales.
Numerosos autores estudiaron y desmenuzaron sus meditaciones: Fermín Chávez, decodificando sus ideas para incorporarlas a la historia de la cultura argentina. Alberto Buela, marcando las cuatro etapas de su despliegue intelectual, con las ideas fuerza enumeradas más arriba. Horacio Sanguinetti, y sus sabias palabras para desentrañar la parábola de Saúl Taborda. Alberto Caturelli, en la incorporación de su pensamiento en el quehacer filosófico. Roberto Ferrero, con su acendrada biografía. Manuel Rodeiro y su nieto Matías Rodeiro, compilando los escritos políticos. Sergio Raúl Díaz, quien lo analiza anarquizador, como sinónimo de rebelde. Y tantos otros, como Enrique N'haux, Adelmo Montenegro, Santiago Monserrat, Alfredo Armando Aguirre, Jorge Dotti, Arturo Jauretche, Carlos Casali.
La tierra y la piedra. La naturaleza que recibe los restos de un cuerpo, y la escultura del artista que cincela el granito para contenerlo y convertirlo en resistente tesoro espiritual. La efigie de Klinias está terminada. Símbolos ungidos en la fusión de cuerpo y alma.
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